Nueva York impone m¨¢s independencia
Las compa?¨ªas extranjeras deber¨¢n hacer p¨²blico en qu¨¦ se alejan de las nuevas exigencias
La crisis de confianza que se cierne sobre los mercados naci¨® en Estados Unidos. Por eso tal vez, el Gobierno de George W. Bush, el Congreso y el Senado, y otros organismos afectados por este maremoto corporativo se han dado prisa en anunciar, aprobar y proponer nuevas normas de control sobre auditores y compa?¨ªas y de persecuci¨®n del fraude. Entre ellas est¨¢n las de la Bolsa de Nueva York.
El pasado 6 junio un comit¨¦ elabor¨® por encargo de la direcci¨®n de este mercado una bater¨ªa de nuevas recomendaciones dirigidas a garantizar mayores controles sobre c¨®mo las empresas hacen sus cuentas y c¨®mo toman sus decisiones. Entre ellas se encuentra la obligaci¨®n para las empresas extranjeras de hacer p¨²blicos aquellos puntos en los que su pr¨¢ctica de buen gobierno difiere de las reglas de Nueva York. Tanto BBVA como SCH, que acaban de presentar sus nuevos principios de gobierno corporativo, conf¨ªan en que no tendr¨¢n problemas. En Wall Street tambi¨¦n se pueden comprar paquetes accioNariales de la petrolera Repsol YPF, Endesa, Telef¨®nica y sus filiales M¨®viles y Terra.
Entre las medidas m¨¢s novedosas que pretende poner en marcha la Bolsa de Nueva York, y que est¨¢n a a?os luz de las que hoy abundan por Europa, est¨¢ la obligaci¨®n de que los consejos cuenten con mayor¨ªa de independientes que, adem¨¢s, deber¨¢n reunirse de forma regular al margen del resto de los vocales. La carga de la prueba para demostrar que un consejero es independiente recae en el propio consejo, que debe asegurar que ¨¦ste no tiene ning¨²n tipo de relaci¨®n ni con la compa?¨ªa, ni con ninguna otra organizaci¨®n af¨ªn a ¨¦sta. Estos puestos del consejo est¨¢n vetados para antiguos empleados y auditores de la compa?¨ªa que no hayan roto su relaci¨®n la misma al menos cinco a?os antes.
Las nuevas reglas, que est¨¢n en fase de alegaciones y cuya entrada en vigor ser¨¢ en agosto, imponen tambi¨¦n nuevas exigencias para los miembros de la comisi¨®n de auditor¨ªa, como que la retribuci¨®n que reciban por pertenecer a la misma debe ser la ¨²nica que provenga de la empresa. Y, sobre todo, parecen el resultado de algunas lecciones amargamente aprendidas con los ¨²ltimos esc¨¢ndalos. Recomiendan hacer hincapi¨¦ en la formaci¨®n de los consejeros, tanto a trav¨¦s de sus propias compa?¨ªas como de un futuro Instituto de Consejeros creado por la Bolsa, y est¨¢n dispuestos a reprender p¨²blicamente a aquellas compa?¨ªas que violen alguna regla del mercado neoyorquino. La pregunta es si todas estas normas servir¨¢n para prevenir un posible nuevo Enron o s¨®lo complicar¨¢n, a¨²n m¨¢s, la vida de las compa?¨ªas.
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