El peso de la oligarqu¨ªa
La coexistencia entre dinero y democracia es uno de los temas mayores del debate pol¨ªtico. No es necesario desgranar demasiados matices para entender cu¨¢l es el problema, que es determinar si realmente es la oligarqu¨ªa del dinero la que gobierna las naciones y no la suma de los votos; si es el dinero el que fabrica el poder en democracia o por el contrario son los votantes quienes imponen, a trav¨¦s de los Parlamentos, la fuerza de la ley.
El ensayo de Fisichella, ahora reeditado, se enfrenta a la cuesti¨®n con todas las precaucaiones hist¨®ricas posibles. Como el enfrentamiento dinero-pol¨ªtica est¨¢ vivo al menos desde Plat¨®n -'cuanto m¨¢s se veneran en un Estado las riquezas y los hombres ricos, en menos se tiene la excelencia y los hombres buenos', dec¨ªa el fil¨®sofo griego tan denostado por Popper-, se cuida de explicar con detenimiento las caracter¨ªsiticas de la democracia griega, que tienen poco que ver con lo que actualmente se entiende por tal. Despu¨¦s de examinar la opini¨®n de varios autores (algunos cl¨¢sicos, como Montesquieu o Rousseau), la impresi¨®n que se obtiene es que Atenas viv¨ªa en un r¨¦gimen de aristocracia ilustrada, en la que el concepto de libertad era colectivo -la libertad de la ciudad frente a otras ciudades- y la participaci¨®n de los ciudadanos era directa, aunque casi nunca mayoritaria. La democracia contempor¨¢nea se ha olvidado de la participaci¨®n directa y entrega la voluntad popular, cuidadosamente escrutada, a las instituciones mediadoras (los parlamentos).
Dinero y democracia. De la antigua Grecia a la econom¨ªa global
Domenico Fisichella Kriterios. Tusquets ISBN 84-8310-789-9
La exposici¨®n hist¨®rica sirve para entender las razones de algunos desarrollos pol¨ªticos y econ¨®micos actuales. Fisichella sostiene que la democracia contempor¨¢nea surge de una ampliaci¨®n de la oligarqu¨ªa, que se transform¨® primero en una democracia censitaria. La tesis es discutible. Tambi¨¦n puede interpretarse que los sistemas censitarios fueron un ejercicio de resistencia a la exigencia de 'un hombre, un voto'. Pero, sea cual sea el origen, lo relevante es que el autor describe la democracia actual como paneconomicista. En s¨ªntesis, la oligarqu¨ªa econ¨®mica dictar¨ªa las normas b¨¢sicas de regulaci¨®n mientras que el poder pol¨ªtico ser¨ªa el encargado de conciliar los conflictos entre los poderes econ¨®micos (industrial, financiero, etc¨¦tera) y los que puedan surgir con los poderes pol¨ªticos.
La hipertrofia de los poderes econ¨®micos se ha agravado con la llamada globalizaci¨®n. A modo de s¨ªntesis, esto es lo que opina Fisichella al respecto: 'Emerge la incapacidad institucional de los partidos para movilizar al electorado hacia valores y programas que trasciendan la econom¨ªa, que sirvan como contrapeso de las din¨¢micas econ¨®micas y que compensen las imperfecciones del sistema de mercado. Las formaciones pol¨ªticas se reducen a ser partidos de exacci¨®n, centrados ante todo en recaudar fondos para comprar espacios televisivos, proyecciones computerizadas y otros servicios que requieran capital elevado. Tales formaciones pol¨ªticas son funcionales en la competencia de candidatos (empezando por la presidencia), pero dependen cada vez m¨¢s de las ayudas financieras y, por lo tanto, directa o indirectamente de las corporations'. El debate sobre dinero y democracia sigue abierto.
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