Rossi, con la gorra
S¨®lo Checa, hasta que se cay¨®, aguant¨® al italiano, que logr¨® su victoria 46? en 100 carreras
Entr¨® en solitario en la meta, como de costumbre, como ha ocurrido en siete de los ocho grandes premios que se llevan disputados. Lo hizo sentado de lado en la moto. Y no se tom¨® un caf¨¦ en ese momento porque nadie se lo ofreci¨®. El se?or Valentino Rossi logr¨® ayer en el circuito de Donington (Inglaterra), con la gorra, la victoria n¨²mero 46 de su carrera. Que no es la noticia del siglo, pero que para ¨¦l supuso seguramente el mejor triunfo de su vida. Y no porque lo consiguiera todav¨ªa magullado por culpa de su accidente del viernes, de aquel paseo por los aires que se dio cuando su moto cule¨® de mala manera en una curva, sino por la significaci¨®n que para este piloto tiene ese n¨²mero, el 46, su preferido, el que lleva dibujado en su moto aunque, siendo qui¨¦n es, el ¨²nico n¨²mero que le hace justicia es el uno.
Pero Rossi prefiere el 46. Y lo prefiere porque era el de su padre, Graziano, cuando en 1979 gan¨® en Yugoslavia su primer gran premio. Tambi¨¦n porque de ni?o se qued¨® impresionado con un piloto japon¨¦s que llevaba ese n¨²mero y de cuyo nombre no tiene la menor idea. Rossi hizo honor ayer al 46 en el gran premio n¨²mero 100 de su vida. Puestos a jugar con los n¨²meros -¨¦sos que a Rossi le importan un bledo, seg¨²n dice ¨¦l- la de ayer fue su victoria n¨²mero 20 en las 40 pruebas que ha corrido en la m¨¢xima cilindrada, un porcentaje, el 50%, que s¨®lo superan en la historia Giocomo Agostini (que gan¨® 68 de las 103 carreras que disput¨®) y Mike Hailwood (37 de 52).
Entr¨® en la meta Rossi c¨®modamente sentado en su Honda tras un gran premio que volvi¨® a certificar que, tras ¨¦l, s¨®lo queda el vac¨ªo. Y en ese vac¨ªo se dej¨® ver Carlos Checa, el ¨²nico piloto que parece rebelarse ante la dictadura ejercida por El Doctor, sobrenombre con el que se conoce al actual y futuro campe¨®n del mundo. Durante las 18 primeras vueltas, Checa encabez¨® la prueba. Lleg¨® a esa posici¨®n gracias a una extraordinaria salida, y ah¨ª aguant¨® hasta que en la misma curva en la que Rossi se dio el tortazo en los entrenamientos, su moto le hizo un extra?o y le mand¨® al suelo.
Como un jabato resisti¨® Checa los embates de un Rossi que, sin embargo, siempre dio la sensaci¨®n de que alcanzar¨ªa el primer puesto cuando le diera la santa gana. Que elegir¨ªa vuelta y curva para acabar con el loable prop¨®sito del espa?ol, empe?ado en que en la m¨¢xima cilindrada del motociclismo el que gane no sea siempre el mismo. Durante un trecho, Rossi vivi¨® encerrado entre las Yamahas de Checa y Biaggi. Vivi¨®, s¨ª, encerrado, que no preocupado, entre sus dos m¨¢ximos rivales, que de alguna manera hay que llamarlos. Pero el tipo ni se inmut¨®. De hecho, en varias ocasiones mir¨® para atr¨¢s valorando, quiz¨¢, que el regular ritmo de Checa, que pareci¨® llevar un cron¨®metro en el cerebro para hacer cada vuelta en un tiempo casi exacto, no serv¨ªa para descolgar a Biaggi. No es que ¨¦ste representara un peligro especial -hace tiempo que Biaggi s¨®lo supone un peligro especial para quien no se apellide Rossi-, pero tampoco era cosa de correr riesgos, por aquello de que, tambi¨¦n en el motociclismo, tres son multitud.
Se fue Checa al suelo y a partir de ah¨ª Rossi s¨®lo corri¨® contra s¨ª mismo. Sac¨® unos metros a Biaggi, faltar¨ªa m¨¢s, y durante las 12 vueltas restantes se dio un curioso paseo por el maltratado circuito de Donington hasta entrar en solitario en la meta, sentadito de lado en su moto, saludando, tan tranquilo, tan feliz, tan ganador. Hubo carreras ayer en Inglaterra y gan¨® el n¨²mero 46. O sea, el n¨²mero uno.
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