David Millar vence a los pies del Ventoux
El pelot¨®n espera un ataque de orgullo de Armstrong en el 'gigante de Provenza'
Manolo Saiz conoce la ley del Ventoux, el gigante del miedo. La ha sufrido muchos a?os con su gente, con Jalabert y Z¨¹lle anta?o, cuando disputar la Dauphin¨¦ Lib¨¦r¨¦ era un paso obligatorio camino del Tour. Manolo Saiz, director del ONCE-Eroski, teme al Ventoux, como lo temen todos. La leyenda provenzal dice que la locura no es escalar el Ventoux sino volver a hacerlo. El pelot¨®n del Tour vuelve al Ventoux dos a?os despu¨¦s de que Lance Armstrong cometiera en el monte que domina Provenza uno de los errores que m¨¢s ha lamentado en su carrera. Manolo Saiz huye de las consideraciones hist¨®ricas, de la metaf¨ªsica del ciclismo: 'La etapa del Ventoux ser¨¢ dur¨ªsima pese a que no se sube ning¨²n puerto antes', dice. 'Pero el problema ser¨¢ que los ciclistas llegar¨¢n a pie del Ventoux despu¨¦s de 200 kil¨®metros, asfixiados, y que escalar¨¢n los ¨²ltimos cinco, los decisivos, despu¨¦s de 215 kil¨®metros en las piernas. Ser¨¢ una prueba de eliminaci¨®n'. Y Beloki, su l¨ªder, a su lado, sonr¨ªe. El Ventoux es su amigo. Lo siente as¨ª. All¨ª, hace dos a?os, recibi¨® el mensaje que cambiar¨ªa su carrera, se convirti¨® en hombre Tour.
Lance Armstrong, el l¨ªder, sabe que nada vende como una leyenda, y que quiz¨¢s no hay mayor leyenda que la del Ventoux, el monte asesino, el monte de 1.912 metros que roba el ox¨ªgeno a los ciclistas. Y como el segundo motor de Armstrong, el americano implacable, es el orgullo, la rabia, nadie duda de sus intenciones para hoy. El a?o 2000 Armstrong ya era el patr¨®n del Tour. Tambi¨¦n por entonces buscaba un segundo en el podio que aumentara la virtud de su victoria. Eligi¨® a Pantani. Llegaron los dos destacados a la ¨²ltima curva del puerto. All¨ª Armstrong levant¨® el pie, dej¨® ganar al italiano. Pero Pantani, tan orgulloso como Armstrong, no apreci¨® apenas el regalo y menos a¨²n que Armstrong le dijera, finalmente, cuando se rompieron las relaciones, que dejarle ganar hab¨ªa sido como 'darle margaritas a los cerdos'. Aquel d¨ªa Armstrong se dio cuenta de su error, un error incre¨ªble: no se puede conquistar el Ventoux y, displicentemente, renunciar a la victoria.
En medio del calor, anticipo del caldero que les espera hoy, los corredores atravesaron ayer las llanuras del sur de Francia para acampar a la puerta de Provenza. La mayor¨ªa lo hizo arrastrada por el tren azul del US Postal; la minor¨ªa, once en total, lo hicieron unos kil¨®metros por delante. La fuga la inici¨® el italiano Eddy (por Merckx) Mazzoleni en el primer repecho, a siete kil¨®metros de la salida, y a ella se uni¨® alegremente, qui¨¦n si no, Laurent Jalabert, que buscaba puntuar en los tres puertecillos de la jornada. En ella entraron tres espa?oles (los iBanesto.com Latasa y Pascual y el Euskaltel David Etxebarria), pero con ellos tambi¨¦n estaba David Millar, de 25 a?os, un escoc¨¦s enorme y magn¨ªfico que, otro metaf¨ªsico, se busca a s¨ª mismo en este Tour.
'Si el Tour me quiere sigo siendo ciclista, si no, no me interesa'. As¨ª de radical parti¨® de Luxemburgo el educado Millar, especialista en pr¨®logos hasta el a?o pasado. Sufri¨® una mononucleosis en febrero y se recuper¨® en mayo, respirando el limpio aire de Navacerrada (como Virenque, como Botero). Ha sufrido en los Pirineos, se ha sentido poco correspondido, pero ayer se sinti¨® fuerte, le firm¨® a su director un papel prometi¨¦ndole ganar la etapa y a ello sali¨®. 'A falta de 60 kil¨®metros ya intu¨ªa que iba a ganar, y empec¨¦ a elaborar mentalmente posibles t¨¢cticas finales', explic¨®. A 15 kil¨®metros de la meta, aprovechando que Jalabert se hab¨ªa despedido con dos petardazos, contraatac¨® y dej¨® en cinco el grupo de 11. Aguantaron Latasa y Etxebarria. Tambi¨¦n Brochard y Boogerd. Malos clientes. Clasic¨®manos expertos. No necesit¨® atacarlos m¨¢s. En la llegada, en los ¨²ltimos 200 metros, ligera cuesta, exhibi¨® su fuerza. Y ya est¨¢.
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