Una noche bajo las estrellas
Los vecinos de Pr¨¢dena del Rinc¨®n conocieron los secretos de los astros dirigidos por el astrof¨ªsico Javier Armentia
El cielo de una noche de verano convoc¨® el pasado viernes a los vecinos de Pr¨¢dena del Rinc¨®n. Poco a poco se congregaron en la plaza del pueblo. Eran los curiosos por las estrellas. Los ¨²ltimos en llegar, casi al anochecer, fueron los que lo hicieron desde la capital y hab¨ªan sufrido el puntual embotellamiento del viernes por la tarde en la N- I. Alrededor de cincuenta personas se encaminaron hasta la Laguna del Salmoral, a dos kil¨®metros del pueblo, subiendo por la carretera que va a Puebla de la Sierra.
La Consejer¨ªa de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Pr¨¢dena del Rinc¨®n celebraron esta cita para conmemorar la declaraci¨®n del a?o 2002 como A?o Internacional del Ecoturismo por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
El mismo d¨ªa de hace 33 a?os, en 1969, el hombre pisaba por primera vez la Luna
Javier Armentia, astrof¨ªsico y director del Planetario de Pamplona desde hace diez a?os, instal¨® su telescopio mirando al sur, derecho hacia la Luna. Y entonces evoc¨® la misma noche de hace 33 a?os; la noche del 19 al 20 de julio de 1969, cuando el hombre pis¨® por primera vez la superficie de la Luna.
A trav¨¦s del potente telescopio, los asistentes pudieron observar con una nitidez sorprendente aquella superficie virgen. Por la lente fueron desfilando ni?os, j¨®venes y ancianos, vecinos y visitantes. Armentia, entonces, hizo girar m¨¢s de 90 grados hacia el oeste, para encarar la Osa Mayor, la constelaci¨®n m¨¢s popular y conocida. Ella ser¨ªa el punto de partida para la observaci¨®n. Mientras, en la oscuridad, se o¨ªa a pocos metros croar a los polluelos de pato, habitantes de la laguna desde hace s¨®lo cinco d¨ªas, los que han pasado desde su inauguraci¨®n por el Consejero de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid.
La Osa Mayor, con su cuerpo y su rabo, ayudaron a los curiosos a encontrar m¨¢s hacia el norte a la estrella Polar -la m¨¢s famosa de todas las estrellas, y la m¨¢s ¨²til tambi¨¦n, para los que viven en el hemisferio norte-, faro de caminantes, un astro cinco estrellas. Hasta aqu¨ª, todo resultaba familiar. Pero en adelante a los visitantes les toc¨® esforzarse para identificar en el cielo cisnes, liras, cruces de Santiago, ¨¢guilas, v¨ªrgenes, coronas y zorras. La claridad de la Luna creciente y la calima en el aire a?ad¨ªan dificultad a la exploraci¨®n del firmamento. Sin embargo, nadie se desanim¨® y al final, entre todos, y con la ayuda del recio fresco serrano que espabila los sentidos, se localiz¨® a cada estrella en su sitio. Primero, entre la Osa Mayor y la Luna, la estrella Arturo, festejada por alg¨²n paisano presente del mismo nombre. De all¨ª hacia el cenit, la Corona Boreal. M¨¢s all¨¢, forzando las cervicales al l¨ªmite, Vega, de la constelaci¨®n de la Lira. A su derecha, Altair-en lengua ¨¢rabe, el ¨¢guila volando-, uno de los m¨¢s bellos nombres celestes, evocaci¨®n de viajeros y estrella m¨¢s brillante de la constelaci¨®n del ?guila. A la izquierda de Vega, en plena V¨ªa L¨¢ctea, se encontraba una de las constelaciones m¨¢s caracter¨ªsticas del cielo de verano en el hemisferio boreal, la constelaci¨®n del Cisne, una gran cruz en el firmamento.
En el cielo de una noche de verano, como la del viernes en Pr¨¢dena del Rinc¨®n, Vega, Deneb y Altair estaban llamadas a tener un especial protagonismo, porque ellas, brillantes y resplandecientes donde las haya, han recibido desde tiempo inmemorial el t¨ªtulo de Tri¨¢ngulo del Verano. Armentia trat¨® de mostrar en ese tri¨¢ngulo una suerte de cartab¨®n, y dentro de ¨¦l, la Flecha, una peque?a constelaci¨®n. Y as¨ª los vecinos de Pr¨¢dena siguieron recorriendo el cielo con la vista y con el telescopio, castigando las cervicales contemplando el cenit, rodeados por los sonidos de la noche y el murmullo impaciente de los ni?os.
'?Me creer¨¦is si os digo que uno de los espect¨¢culos m¨¢s maravillosos del mundo lo tenemos a mano, con s¨®lo elevar la vista hacia arriba, cada noche clara?', concluy¨® Armentia antes de dar por finalizada esta cita de dos horas bajo las estrellas.
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