Barcelona 92-02-04: del ¨¦xito al reto, ?por qu¨¦ no?
Todos recordamos los Juegos: hay hechos que se inscriben para siempre en la memoria colectiva. Los detalles, las ceremonias, alguna prueba atl¨¦tica, el vuelo de la flecha, el ambiente en las calles, tantas cosas y tan compartidas. Y lo m¨¢s importante: la conciencia de que la ciudad hab¨ªa cambiado, porque hay experiencias que abren caminos, que no son una culminaci¨®n sino una puesta en marcha. Ahora deber¨ªamos detenernos un momento y pensar en todo lo que hemos hecho y vivido en estos 10 a?os que nos separan de 1992: seguramente han sido para muchas personas a?os decisivos, a?os de madurez, a?os de asentamiento. Pensemos en quienes eran j¨®venes en 1992, en los que comenzaban a entrar en el futuro; en los que eran ni?os y ahora ya marchan solos... La vida de las ciudades no es demasiado diferente de nuestra propia vida. El tiempo no se detiene tampoco para las ciudades y Barcelona ha vivido mucho, ha hecho mucho en estos 10 a?os. Ocurre, sin embargo, que a veces se necesitan fechas clave, grandes acontecimientos que nos obliguen a parar un momento, para poder tomar conciencia de d¨®nde estamos y hacia d¨®nde vamos. Los Juegos Ol¨ªmpicos fueron el entusiasmo, la proyecci¨®n, la extraordinaria eficacia y creatividad. Ahora toca el reto de 2004, que es como subir un escal¨®n m¨¢s en esa proyecci¨®n, esa eficacia, esa creatividad: el mundo no espera menos de nosotros. Nosotros no esperamos menos de nosotros.
En 1992 tuvimos que conquistar el entusiasmo, porque ven¨ªamos de tiempos duros. Hab¨ªamos tenido la euforia de la transici¨®n, cuando descubrimos entre todos la fuerza de la calle, el sentido del espacio p¨²blico compartido -que no es poco hallazgo para una ciudad-, y tambi¨¦n el duro aprendizaje de la realidad: a veces no es suficiente con las ganas para cambiar el mundo. Est¨¢bamos colectivamente desencantados y nos hac¨ªa falta, m¨¢s que un est¨ªmulo, un reto. Necesit¨¢bamos cambiar de tema, pensar en grande, abrir las ventanas. Eso fueron los Juegos Ol¨ªmpicos: descubrir el mar, descubrir el poder de la ciudad, ver c¨®mo el mundo aplaud¨ªa a Barcelona.
Hoy todo eso lo sabemos, tenemos plena confianza; pero nos sentimos reticentes al entusiasmo, porque en cierta forma es el mundo el que est¨¢ desconcertado y eso un poco nos descoloca. Nos inquieta. El mundo ha tomado conciencia -en alg¨²n aspecto de forma brutal- de que los problemas ahora tienen una dimensi¨®n global, mientras que las soluciones siguen en muchos casos siendo individuales, de estados y fronteras. Y que esta contradicci¨®n no es buena. Estamos en un momento de crisis en muchos frentes: epidemias (la cumbre del sida en Barcelona lo dej¨® claro), migraciones, cambio clim¨¢tico, gesti¨®n de recursos, terrorismo tambi¨¦n global (que nos hace m¨¢s vulnerables de lo que querr¨ªamos reconocer), una democracia que retrocede en muchas geograf¨ªas... y por supuesto la implantaci¨®n de un marco econ¨®mico global que es causa de muchos de estos problemas y al mismo tiempo oportunidad, si cambian los par¨¢metros, de dominarlos.
Bien: todo esto que nos desconcierta y nos preocupa, todo esto tiene que ver con la paz. Nada de lo humano es ajeno a la paz, porque la paz no es una construcci¨®n banal de palabras huecas, sino una apuesta por un futuro m¨¢s arm¨®nico, de m¨¢s justicia y m¨¢s dignidad para todos. Y eso se construye conceptualmente, se construye con ideas y pensamiento. Y, m¨¢s all¨¢, se construye -cada d¨ªa, aqu¨ª y en todo el mundo- con un protagonismo esencial de las ciudades, porque las ciudades son la mejor unidad de medida para trabajar los temas que afectan a la vida cotidiana de las personas. Este es el tema del F¨°rum, esto es lo que se pondr¨¢ a debate en 2004, en un marco festivo, cordial, creativo y entusiasta. El F¨°rum es la trascendencia y la fiesta, la teor¨ªa y la pr¨¢ctica, el di¨¢logo y la celebraci¨®n, todo en uno. Todo en Barcelona. ?Claro que es m¨¢s complejo que organizar de forma extraordinaria los Juegos Ol¨ªmpicos! ?Claro que es menos pl¨¢stico, menos comprensible! No estamos buscando r¨¦cords: buscamos respuestas; o quiz¨¢ buenas preguntas. Porque no son 15 d¨ªas sino 15 semanas. Porque adem¨¢s de ser, como fuimos en 1992, una ciudad eficaz y acogedora, tenemos que ser una ciudad inteligente, una ciudad de pensamiento. Una ciudad que se ponga a pensar desde ahora -como me consta que piensa- en el futuro que queremos construir.
Barcelona es ese esp¨ªritu que no para, y es tambi¨¦n la parte tangible, el espacio que se conquista, la manera inteligente de crecer. Los Juegos Ol¨ªmpicos, con las rondas, nos dieron la dimensi¨®n metropolitana: ahora la estamos llenando de sentido. La envergadura de los proyectos -infraestructuras, transporte, la reconversi¨®n hacia las nuevas tecnolog¨ªas que significa el 22@, Diagonal Mar, la zona del F¨°rum, Sagrera...- es tal que al ciudadano le cuesta todav¨ªa visualizar, comprender, palpar el crecimiento de la ciudad. Pero es un proceso apasionante. Por un lado, hacemos la ciudad del siglo XXI; por el otro, nos interrogamos sobre los nuevos paradigmas del presente y el futuro, en definitiva, sobre las convivencias que tendr¨¢n que germinar en este escenario puesto al d¨ªa que es la Barcelona de hoy, de ma?ana. Este trabajo de piedra y esp¨ªritu, de preparar el futuro y saberlo al mismo tiempo vivir, esto tambi¨¦n es la Ciudad del Conocimiento. Eso tambi¨¦n es el F¨°rum. ?Que es un reto enorme? Claro, s¨ª. Porque Barcelona puede. Y si puede, debe.
Joan Clos es alcalde de Barcelona.
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