M?QUINAS EXPENDEDORAS DE LIBROS EN EL METRO DE BARCELONA
Desde 4,80 euros, los viajeros del suburbano de la ciudad pueden adquirir t¨ªtulos del sello de bolsillo Punto de Lectura como si de un refresco se tratara. Saramago, P¨¦rez-Reverte o John Grisham con tan s¨®lo apretar un bot¨®n
Dicen que el transporte p¨²blico es uno de los lugares donde la gente lee m¨¢s -aunque no siempre m¨¢s a gusto- para matar el tiempo durante el trayecto de un lugar a otro. Dicen, tambi¨¦n, que el verano es el tiempo m¨¢s propicio para el libro de bolsillo: el ajetreo de los viajes, el agua y la arena de la playa no son inconveniente para unas ediciones sufridas y, adem¨¢s, baratas. Sumando dos m¨¢s dos, los responsables del sello Punto de Lectura (Grupo Santillana y Ediciones B) han decidido experimentar la rentabilidad de un nuevo tipo de punto de venta y han instalado ocho m¨¢quinas expendedoras de libros en la red de metro de Barcelona que funcionan exactamente igual que las m¨¢quinas donde los viajeros pueden comprar refrescos, tentempi¨¦s y tabaco.
Ya no es s¨®lo que los libros de bolsillo llenen los quioscos de aeropuertos, estaciones de trenes y autobuses. Desde la ¨²ltima semana de julio se ofrecen tambi¨¦n, cual coca-colas y patatas fritas, en los andenes, vest¨ªbulos y pasillos del metro. La instalaci¨®n de las m¨¢quinas, en las que se venden s¨®lo libros de gran ¨¦xito de ventas, obedece a un programa piloto que, si funciona, se trasladar¨¢ a todas las ciudades espa?olas que tengan red de metro, explican los responsables de Punto de Lectura, quienes ya instalaron este tipo de m¨¢quinas en diversos lugares de Chile. Tambi¨¦n, contin¨²an, se est¨¢ estudiando su viabilidad de instalarlas en hospitales y gasolineras. En el metro de Barcelona permanecer¨¢n por lo menos durante los pr¨®ximos 12 meses.
Quiz¨¢ porque durante el mes de agosto en la ciudad hay m¨¢s turistas que lugare?os, a las nuevas m¨¢quinas de libros les cuesta m¨¢s sacarse el g¨¦nero de encima que a sus compa?eras de los refrescos. Eso s¨ª, suscitan altas dosis de curiosidad y miradas llenas de asombro. La costumbre a¨²n tiene que arraigar y, aunque muchos duden de su rentabilidad, lo cierto es que artefactos tan ins¨®litos como las m¨¢quinas expendedoras de tarjetas de visita, instaladas hace a?os en el suburbano de Barcelona, todav¨ªa funcionan.
Las primeras ocho m¨¢quinas se encuentran en las estaciones m¨¢s c¨¦ntricas y concurridas, muchas de ellas con enlace a estaciones de la Renfe y los Ferrocarriles de la Generalitat: Catalunya (l¨ªnea 1), Passeig de Gr¨¤cia (l¨ªnea 3), Diagonal (l¨ªnea 5), Espanya (l¨ªnea 1), Maria Cristina (l¨ªnea 3), Sagrada Fam¨ªlia (l¨ªnea 2), Universitat (l¨ªnea 1) y Verdaguer (l¨ªnea 4).
El procedimiento es muy simple. Basta con introducir las monedas -los precios oscilan entre los 4,80 y los 8,50 euros- y pulsar en un teclado el n¨²mero del libro escogido entre la veintena de t¨ªtulos que se ofrecen. Las ruedecillas que lo sujetan empiezan a girar, el libro se desprende del estante y el comprador lo puede recoger en un caj¨®n situado en la parte inferior del aparato. Entonces se descubre que el libro en cuesti¨®n est¨¢ protegido con una capa de pl¨¢stico para que no se malogre durante la ca¨ªda. Tambi¨¦n se aceptan billetes y, como no pod¨ªa ser de otro modo, la m¨¢quina devuelve cambio.
Los t¨ªtulos disponibles, que ir¨¢n cambiando cada dos semanas, constituyen una selecci¨®n de best-sellers de muy diverso signo y m¨¢s o menos recientes. Por ahora, los viajeros pueden escoger entre libros como La carta esf¨¦rica, de Arturo P¨¦rez-Reverte; Memorias de una geisha, de Arthur Golden; La fiesta del Chivo, de Mario Vargas Llosa; El ¨²ltimo jud¨ªo, de Noah Gordon; La granja, de John Grisham; El ocho, de Katherine Neville; La caverna de las ideas, de Juan Carlos Somoza, y Ensayo sobre la ceguera y La caverna, de Jos¨¦ Saramago. Tambi¨¦n se venden tres t¨ªtulos en catal¨¢n, del sello Punto de Lectura (Santillana, Ediciones B y Grup Enciclop¨¨dia Catalana): Tot un car¨¤cter, de Imma Mons¨®; Jo no s¨®c espanyol, de V¨ªctor Alexandre, y M¨¦s Plat¨® i menys Prozac, de Lou Marinoff.
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