Cuenta atr¨¢s para Irak
Pocos son los que dudan ya de que Estados Unidos tiene m¨¢s que tomada la decisi¨®n de derribar por la fuerza al r¨¦gimen de Sadam Husein en Bagdad. Todo indica que la Administraci¨®n norteamericana ya ha pasado definitivamente de la fase de valoraci¨®n a la de discusi¨®n de fechas, procedimientos y preparativos. Desde Washington llega el mensaje de que se va a derrocar a Sadam Husein y s¨®lo falta ya establecer cu¨¢ndo, c¨®mo y a qu¨¦ costo. Las razones esgrimidas por los partidarios de esta pol¨ªtica son varias y no exentas de fundamento. Irak sigue rechazando el control de las Naciones Unidas sobre su producci¨®n y almacenamiento de armamento por medio del acceso ilimitado de sus observadores al territorio iraqu¨ª. Y siguen siendo muy consistentes las sospechas de que contin¨²a sus esfuerzos en producir armas nucleares, qu¨ªmicas y biol¨®gicas. Nadie duda de que cualquier ¨¦xito en este sentido supone un peligro inmediato e ingente para todo el mundo occidental, para Israel y para los vecinos del r¨¦gimen de Bagdad.
Pero a la vista de los preparativos en marcha en Washington, hay que insistir en las diferencias, a veces abismales, que existen entre lo deseable y lo factible. Es en la valoraci¨®n de tales diferencias donde se est¨¢ abriendo un foso cada vez m¨¢s profundo entre Washington y sus aliados, europeos y ¨¢rabes, del que pueden surgir amenazas temibles para la seguridad de todos, implicados o no, en el ataque a Bagdad. En Europa y en los pa¨ªses ¨¢rabes crece la convicci¨®n de que el discurso ideol¨®gico ultraconservador y unilateralista en Washington ha paralizado el pensamiento pol¨ªtico. Pero tambi¨¦n de que el propio discurso ideol¨®gico norteamericano actual se nutre de intereses privados que gozan de una influencia sobredimensionada en una Administraci¨®n Bush mucho m¨¢s d¨¦bil en sus convicciones que en su lenguaje.
Nadie ha explicado en Washington c¨®mo se estructurar¨¢ una hipot¨¦tica paz en la regi¨®n tras la ca¨ªda de Sadam Husein y todo el discurso que llega de los halcones del Pent¨¢gono y la recia derecha norteamericana lleva el marchamo de un acto de fe de huida hacia delante sin escenarios alternativos a su ¨¦xito inmediato y sin problemas. Desde Francia y otros muchos pa¨ªses europeos, incluido el Reino Unido y muy especialmente desde Alemania, comienzan a llegar a Washington mensajes inequ¨ªvocos que advierten de su falta de disposici¨®n, voluntad y capacidad para seguir a Estados Unidos en una pol¨ªtica en cuya gestaci¨®n no han jugado papel alguno.
La ministra espa?ola Ana Palacio llegar¨¢ ma?ana a Washington para entrevistarse con el secretario de Estado Colin Powell. Hablar¨¢n de la crisis hispanomarroqu¨ª, de otras cuestiones internacionales, pero tambi¨¦n presumiblemente de Irak. Pero todo indica que Powell ha sido ya pr¨¢cticamente marginado en lo que a la pol¨ªtica hacia Irak se refiere. Seg¨²n coinciden analistas y pol¨ªticos, la intervenci¨®n contra Irak no se producir¨¢ antes de las elecciones para la renovaci¨®n este oto?o del Congreso en EE UU ni las de Turqu¨ªa -aliado insustituible en la guerra contra Bagdad- semanas despu¨¦s en noviembre. Muchos coinciden en citar enero como fecha clave. Quedan unos meses por tanto para que los aliados de EE UU no s¨®lo dejen claro que la lealtad tiene que ser bidireccional, sino tambi¨¦n el hecho de que la pol¨ªtica actual de Washington crea soledades que pueden convertirse en irreversibles, para perjuicio de todos. Todos quieren ver a Sadam Husein derrocado. Pero la presunci¨®n norteamericana de que el poder es seguridad ha demostrado ser falsa. Y la lealtad en las alianzas pasa tambi¨¦n por intentar al menos impedir que los aliados cometan errores capitales con consecuencias dram¨¢ticas para todos.
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