Artillero, artillero...
Pues s¨ª, ya estamos otra vez en fiestas. Lo dice todo el mundo. Hasta el cartel. Porque, lo crean o no, el cartel de las fiestas de este a?o no puede resultar m¨¢s expresivo. Al representar a un sello con su matasellos est¨¢ gritando que debe hacerse fiesta, ?o no se dice que no se pega ni sello cuando se haraganea? Pero hay m¨¢s, el matasellos significa pura y simplemente que ya ha recibido el ca?onazo o Ka?oikada, ?comprenden?, el ca?onazo con que se abre la fiesta. Por eso est¨¢ ya muerto, como la correspondencia. La no festiva, se entiende. Es lo que tiene el arte conceptual, parece que no te dice nada y te lo est¨¢ diciendo todo. Incluso te lo buzonea, por eso el cartel lleva un sello (con su matasellos). Es la buena noticia, estamos en fiestas. O lo estaremos dentro de un rato. El cartero siempre llama dos veces.
Claro que, cuando hablamos de fiestas en San Sebasti¨¢n o Donostia ya sabemos de qu¨¦ hablamos. Basta fijarse en c¨®mo comienzan. De entrada el marco est¨¢ roto. En otras partes, el lugar donde se inicia la fiesta representa un punto central respecto a algo. Aqu¨ª est¨¢ esquinado por culpa de las alambradas que rodean todo el frente del Ayuntamiento a fin de acotar la rampa de lanzamiento de los fuegos artificiales. Por eso la ceremonia sale ya con tort¨ªcolis. S¨ª, el castillete de cart¨®n piedra que acoge al ca?¨®n que disparar¨¢ el comienzo de la Semana Grande o Aste Nagusia, dicho sea con un biling¨¹ismo no re?ido con la p¨®lvora, se halla desplazado a una esquina, por lo que la gente tiene que verlo de resbal¨®n. M¨¢s vale que el ruido se r¨ªe de geometr¨ªas. Lo malo es que asusta, de ah¨ª que la gente no cante ni se riegue con cava o polvorones, material ¨¦ste que quedar¨ªa fet¨¦n con el disparo.
Sin embargo, toda esta tramoya glamourosa de cart¨®n piedra y guardarrop¨ªa -hay que ver a los artilleros con su empaque- tiene m¨¢s ventajas de las que parece. De acuerdo, la gente creer¨¢ que la fiesta le ha dado esquinazo, pero tambi¨¦n lo sienten los aguafiestas. Y eso es importante. Como s¨®lo puede prender la mecha el artillero mayor, se acaban todas las pugnas del si este a?o me toca o ¨¦ste no te dejo porque bastante p¨®lvora llev¨¢is entre las u?as. Adem¨¢s, ?puede haber cosa m¨¢s rid¨ªcula que lanzarse al asalto de una torreta de opereta? Ni al aguafiestas m¨¢s conspicuo se le ocurrir¨ªa emprenderla con algo de mentirijillas porque a ellos s¨®lo les motiva lo sustantivo, arraigado y ancestral. Conque por ah¨ª nada, en vez de mano negra estar¨¢ la reglamentaria abriendo fuego y la fiesta, festa o lo que sea.
Este a?o hab¨ªa sorpresa, porque despu¨¦s del zambombazo unas voces especiales entonaron la canci¨®n del Artillero (dale fuego). Un tipo que sab¨ªa de ca?ones hace tres siglos habl¨® de un ca?¨®n turco tan formidable que con el estruendo del disparo pod¨ªa derribar no s¨®lo el castillo donde estaba anclado, sino la ciudad. Aqu¨ª es m¨¢s f¨¢cil que derribe las polillas e infeste el aire de festivos copos de insecto porque, seg¨²n parece, el ca?¨®n tiene las ruedas apolilladas. Pero que no quede, si el artillero le da fuego porque se casa el pastelero, ?qu¨¦ nos importar¨¢ que nos lluevan confetis? Peor ser¨ªa que lloviese de verdad y el aro de humo tuviese que salir con paraguas, artillero. As¨ª que dale fuego y que ruede lo que san Trueno quiera.
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