Cuando la brevedad se agradece
Puede parecer ins¨®lito, en los tiempos taurinos que corren, que una corrida de toros dure una hora y tres cuartos, cuando lo corriente es que, incluso en provincias, pase de las dos horas. Pero tal que as¨ª ocurri¨® en la cuarta de feria. Hubo brevedad y concisi¨®n por parte de los espadas, aunque con diferente criterio y planteamiento. Y en esto el m¨¢s radical fue Finito de C¨®rdoba, que firm¨® una actuaci¨®n tan r¨¢cana, que puede hasta decirse que no la hubo, pompas de nada y aire.
Finito de C¨®rdoba estuvo desganado, mustio y no quiso ni ver a sus dos blandos y d¨®ciles toros, a los que pas¨® de muleta tan por la afueras que a poco dirige por m¨®vil desde el tendido un recital desafinado y oscuro.
N¨²?ez / Finito, Rivera, G¨®mez
Toros de Carlos N¨²?ez, desigual pero aceptablemente presentados; blandos y nobles. Finito de C¨®rdoba: silencio en los dos. Rivera Ord¨®?ez: ovaci¨®n en ambos. ?ngel G¨®mez Escorial: oreja y ovaci¨®n. Plaza de San Sebasti¨¢n de los Reyes, 29 de agosto. 4? de feria. Un tercio de entrada.
Rivera Ord¨®?ez manej¨® con suavidad y maneras el capote, al saludar a sus dos toros. En el primero, faena aseada, compuesta, a media altura. Al quinto le realiz¨® un trasteo a media altura, de enfermero que conoce el secreto del temple, ¨²nica opci¨®n con el inv¨¢lido que le cay¨® en las manos. Para extraer naturales de frente, impecable el corte. Sin que pudiera haber emoci¨®n, linda utop¨ªa ante el burel de fuerzas mimosas. Pinch¨® Rivera y se perdi¨® un posible trofeo.
Angel G¨®mez Escorial tuvo la actuaci¨®n m¨¢s decidida y torera de la tarde c¨¢lida, entra?able, pues est¨¢bamos en familia en Sanse, lo contrario que en los encierros ma?aneros; deben tomar nota quien tenga que hacerlo, reflexionar. Escorial entendi¨® muy bien a su primero, un toro noble al que sac¨® recorrido y construy¨® una buena faena, reposada, templada y dicha con sabor, despacio, al natural, ah¨ª donde est¨¢ la gloria bendita del toreo.
Fue una l¨¢stima que el sexto resultara un mulo descastado. No pudo G¨®mez Escorial redondear y alcanzar la puerta grande, tan s¨®lo exponer, estar por encima del tabl¨®n con cuernos. As¨ª como poner el coraz¨®n a repicar, con un recibimiento de rodillas a portagayola, y robar a estacazos de mano izquierda unos naturales al morucho tonto, serio, que barbe¨® chiqueros sin ninguna verg¨¹enza.
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