La otra cara de las cosas de palacio
No todos son elogios para el rey Fahd a las puertas de su palacio. All¨ª mismo, frente a esa ciudadela hecha a imagen y semejanza de la Casa Blanca estadounidense, duerme F¨¢tima Sharbaui, una marroqu¨ª de 50 a?os. Lleva 20 d¨ªas esperando que la contraten. En ese tiempo ha conocido a un mauritano y han celebrado un compromiso de boda. Pero en palacio no necesitan a F¨¢tima ni a ninguno de los m¨¢s de 20 magreb¨ªes que aguardan a que alguien se digne contratarlos.
'Aqu¨ª tienen el coraz¨®n muy duro', dice F¨¢tima. 'Me ven durmiendo por la noche a las puertas y no se les ocurre bajarme ni un poco de comida. S¨®lo quieren muchachas j¨®venes que puedan trabajar de d¨ªa y de noche'.
Hay varios mauritanos recostados en el suelo que se muestran muy esc¨¦pticos sobre las opciones de ser contratados. Dicen que hay corrupci¨®n en las contrataciones. 'Llevo varios a?os en Espa?a', comenta uno de ellos. 'Y es la primera vez que o¨ªmos que hay que pagar para trabajar. Piden 300 euros'.
Tres coches en una tarde
Sin embargo, los contratados con los que habl¨® este peri¨®dico no pagaron. Dar¨ªo es el nombre supuesto de un conductor. Cobrar¨¢ 3.600 euros al mes. Pero no se muestra muy contento con el trato recibido. 'Me he pasado dos semanas con un cliente que me trataba a gritos y a insultos. Me insultaba en ¨¢rabe, uno termina d¨¢ndose cuenta. Con ¨¦l s¨®lo sab¨ªa a la hora que entraba. Me ha llegado a tener 18 horas trabajando y no me ha dado ni una propina. Ahora el cliente que tengo es m¨¢s educado, aunque hoy ya ha cambiado tres veces de coche en la misma tarde. El primero era un Audi 6; el segundo, un Mercedes 240, y el tercero, un BMW. ?Ves la fila de Mercedes que hay ah¨ª en la parada ¨¦sa de autobuses, frente a Puerto Ban¨²s? Pues ah¨ª venimos los conductores, los ¨¢rabes se pasan en los locales del puerto horas y horas y nosotros ah¨ª con los coches. ?Ves que los municipales no nos dicen nada? La Polic¨ªa Local sabe que trabajamos para los ¨¢rabes y nos dejan. Pero intenta aparcar t¨² ah¨ª con tu coche, ya ver¨¢s la multa que te ponen'.
Los rumores entre los conductores son muchos y de todo tipo: que a veces las propinas se pierden en el camino, que se las quedan los secretarios y ayudantes ¨¢rabes, que a tal conductor su cliente le dio 500 euros de propina porque le busc¨® una mujer muy guapa... Pero hasta los m¨¢s cr¨ªticos exculpan al rey Fahd. 'El rey no sabe nada de esto', dice Dar¨ªo el conductor. 'No sabe que la comida que nos dan a los trabajadores es p¨¦sima, ni que las llamadas que hacemos nosotros a palacio o a nuestro cliente las hacemos desde nuestros propios m¨®viles, ni que algunos horarios son infrahumanos... ?Ay, si lo supiera el rey!'.
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