Centenario, pero menos

Del cartel inaugural, reses de Saltillo para Litri y Machaquito, al cartel del Centenario media un abismo y estremece pensar lo que puede ocurrir con el del segundo, si es que llega.

Esta vez fue un Centenario con espont¨¢neo, un ciudadano oriental que se hinc¨® de rodillas ante el primer toro, una vez devuelto. Si esto llega a ocurrir en 1902, lo sacan a hombros. No obstante, en estos tiempos, visto el cariz que tomaban los acontecimientos, algunas voces propusieron que el presunto chino volviera a salir y no faltaron quienes lo proclamaron triunfador. Emilio Silvera aport¨® un toreo de geometr¨ªa variable, exc¨¦ntrico para desviarlo hacia fuera y tom¨¢ndole de fuera para que s¨®lo se produjera un contacto tangencial. Remat¨® al segundo con una estocada baja que fue recibida por sus paisanos tal como debieron celebrarse los volapi¨¦s de Machaquito. No era lo mismo pero daba igual: se pidieron dos orejas, se condedi¨® una que el diestro dej¨® sobre la arena. El segundo, m¨¢s que inv¨¢lido estaba impedido y lo peor es que, a pesar de ser una sardina, lleg¨® a la muleta con peligro. El quinto sali¨® con m¨¢s carne que cuernos y sin intenci¨®n de embestir, lo que Ponce puso de manifiesto.

Finito sustituy¨® a El Juli. El tercer toro, hacia la mitad de la faena, se encogi¨® y parec¨ªa a punto de caer, sin duda v¨ªctima de sus propios excesos. En efecto, Finito hizo la faena de reglamento que a todo el mundo aburre y puso fin a un Centenario venido a menos.