Muy, muy, muy
As¨ª defini¨® el mesonero Jos¨¦ Luis la naturaleza del men¨² que sirvi¨® ayer (que, por cierto, inclu¨ªa pat¨¦, esa exquisitez que se consigue torturando a simp¨¢ticos patos) en el banquete nupcial de los contrayentes de la (al menos en funci¨®n de las iniciales, que es lo que queda bordado en las s¨¢banas) cu¨¢druple A, Ana Aznar y Alejandro Agag: 'Muy, muy, muy nacional'. Se comprende que a ciertos cocineros se les llame restauradores. La ceremonia celebrada en la bas¨ªlica del monasterio de El Escorial, que es tumba de monarcas de Espa?a y eso tiene de siniestro, fue oficiada por el cardenal arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal, Antonio Mar¨ªa Rouco Varela, prohombre muy, muy, muy nacional tambi¨¦n, y a ella fueron invitados unos extranjeros, como Silvio Berlusconi, asimismo y parad¨®jicamente muy, muy, muy nacionales. Restauraci¨®n pura. De chuparse el dedo.
El enlace tuvo todos los visos rancios de las antiguas alianzas de Estado, en las que siempre ha habido v¨ªrgenes por medio, y un boato megaloman¨ªaco que mezcla el muy, muy, muy nacional folclore rumbero y tardofranquista con unos intereses muy, muy, muy supranacionales de dudosa legitimidad moral. Pero lo que pone en evidencia, antes que nada, esta oportuna boda de candidatura es la discriminatoria prepotencia con la que los muy, muy, muy nacionales interpretan para su caro beneficio la Constituci¨®n espa?ola, que recoge en su texto el derecho al matrimonio para todos los espa?oles. Una buena mayor¨ªa de los invitados a la boda de la cu¨¢druple A representa, sin embargo, la represi¨®n f¨¢ctica de este derecho en su aplicaci¨®n entre personas del mismo sexo, es decir, un tratamiento inconstitucional de la ley. El novio de ayer, Alejandro Agag, perteneci¨® desde su m¨¢s tierna juventud a Nuevas Generaciones, granja de cachorros del PP de los que se esparcen con el padre de la novia de ayer por las fincas de Becerril de la Sierra, y seguro que debe de conocer las razones por las que, m¨¢s all¨¢ de la distinci¨®n entre tipos de familia con que hace unos meses nos ofendi¨® la madre de la novia, los derechos de la Carta Magna no son de aplicaci¨®n para todos los espa?oles, contraviniendo as¨ª las propias decisiones que por unanimidad aprobaron los j¨®venes del PP en su congreso de enero de 2001.
Como recoge Juan Antonio Herrero Brasas, profesor de ?tica Social por la Universidad del Sur de California (EE UU), en su libro La sociedad gay (Foca Ed., 2001), los m¨¢s de 800 delegados presentes en aquella reuni¨®n, sin ning¨²n voto en contra, incorporaron en su programa 'la reivindicaci¨®n del matrimonio civil de pleno derecho (incluida la adopci¨®n) entre personas del mismo sexo, afirmando que lo consideraban un derecho fundamental, y que gays y lesbianas est¨¢n siendo sometidos a una permanente violaci¨®n del mismo. Para finales de marzo de 2001 se aprobaba una Ley de Parejas de Hecho en la Comunidad Valenciana con el voto mayoritario del PP y bajo ataque de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica. Esta ley ven¨ªa a unirse a las de Catalu?a y Navarra. Mientras tanto, una propuesta de Ley de Parejas de Hecho a nivel nacional resultaba derrotada en las Cortes por el voto en contra del PP'. Otra paradoja muy, muy, muy nacional. Y topetazo con los bondadosos correligionarios del oficiante Rouco.
As¨ª que, m¨¢s all¨¢ de las tonter¨ªas acerca del dise?o del traje, del peinado de la ni?a y de los secretos de la restauraci¨®n con las que bombardean el buen gusto televisiones y prensas del coraz¨®n y otras v¨ªsceras; m¨¢s all¨¢ de la pasta gansa que cuesta dar h¨ªgado de pato torturado a m¨¢s de mil personas y que nos tenemos que tragar que lo han pagado a pachas los ahorrativos consuegros; m¨¢s all¨¢ de este delirio en formaci¨®n de fuerzas vivas en compa?¨ªa de sospechosas amistades, la boda del a?o es un magn¨ªfico corte de mangas almidonadas a los cientos de miles de espa?oles a los que a¨²n se arrebata el derecho de hacer tan comprometido pase¨ªllo del brazo de su amor, a los que se roba la posibilidad de integrarse plenamente a esta sociedad, a los que se chulea la inalienable pertenencia a las instituciones democr¨¢ticas que recoge la Constituci¨®n posfranquista. Cientos de miles de espa?oles a los que se provoca un grado de sufrimiento, de frustraci¨®n familiar y de marginaci¨®n social cuya sola menci¨®n podr¨ªa nublar la m¨¢s sincera felicidad conyugal.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.