Un tri¨¢ngulo de mar y monta?a

Conduciendo por la autopista de Alicante se podr¨ªa pensar que no queda tierra por descubrir en esta costa. El litoral alicantino reserva, sin embargo, sorpresas: playas a salvo de los rascacielos y un interior monta?oso y agreste, que siempre resulta un agradable descubrimiento. Uno de ellos se encuentra en el tri¨¢ngulo que forman las marineras Oliva y Denia con un precioso valle interior, el valle de Gallinera. All¨ª confluyen la brisa de playa con el aroma del romero, el rumor del mar con el de las fuentes de monta?a.

Oliva, a una hora de Valencia (todav¨ªa en su provincia), cuenta con casi 12 kil¨®metros de playas con bandera azul -Terranova, Aigua Blanca, Aigua Morta, Les Deveses...- muy agradables para el ba?o. Los amplios arenales y el puerto deportivo del club n¨¢utico de Oliva son los principales reclamos de esta poblaci¨®n de origen ¨¢rabe, aunque tambi¨¦n merece la pena darse un paseo por las calles angostas del casco antiguo.

Y a poca distancia de Oliva, Denia, una localidad concurrida que no ha perdido el aire de poblado pesquero que le imprime su puerto. La visita ofrece muchas posibilidades. Un paseo por Marqu¨¦s de Campo, la arteria principal, descubre el ambiente relajado del lugar, adem¨¢s de m¨²ltiples restaurantes y helader¨ªas. Pero tambi¨¦n vale la pena visitar el Museo Hist¨®rico y Arqueol¨®gico y el castillo ¨¢rabe, y contemplar la panor¨¢mica de la ciudad y el litoral desde lo alto de la muralla y tambi¨¦n subido a la cima del cercano monte Montg¨®. El otro motivo de peso para viajar a Denia son sus playas: les Marines, les Deveses, les Bovetes, l'Almadraba y els Palmars, al norte, y al sur del puerto, la m¨¢s bonita y singular, Les Rotes, una cala de aguas limpias y roca.

La cercan¨ªa del valle de Gallinera respecto de la costa convierte su visita en una excursi¨®n ideal para un d¨ªa o un fin de semana. Desde Oliva a Pego, con su humedal -parque natural y refugio para las aves-, y continuando la misma carretera en direcci¨®n a Cocentaina durante una media hora, por un pasillo de riscos y monta?as se abren las puertas del valle. Donde crec¨ªa el matorral gobierna el pino y las terrazas sobre la monta?a se llenan de cerezos.

Benirrama, Benial¨ª, Benissiv¨¤, Benitaia, Beniaia, Benissili... En el valle de Gallinera, mitad huerto buc¨®lico, mitad fortaleza natural para sus antiguos pobladores ¨¢rabes, los nombres de casi todos sus peque?os pueblos empiezan por beni (hijo de, en ¨¢rabe). Los actuales habitantes del valle conservan la memoria de aquellos antepasados, los moriscos, activos agricultores y artesanos expulsados en 1609 por el duque Borja de Gand¨ªa, que embarcaron en las costas de Denia camino de ?frica. Dejaron un importante legado: una tradici¨®n agr¨ªcola arraigada, pinceladas ¨¢rabes en una gastronom¨ªa rica e imaginativa, y despoblados como el de l'Atzuvieta. A los moriscos les sucedieron los mallorquines, que repoblaron el valle, y cuya herencia se adivina en el peculiar acento valenciano y en el gusto por la sobrasada.

Turismo rural

En el valle cultivan ahora el llamado oro rojo, la cereza, que en abril florece y ti?e las terrazas de blanco y en mayo de bermell¨®n. Son las primeras cerezas en salir al mercado y por ellas se pagan altos precios. La oferta tur¨ªstica de la zona se ha centrado en el turismo rural, y no es de extra?ar. Sus alicientes residen en sus monta?as, su herencia cultural y en el ritmo pausado y amable de sus habitantes. Hay muchas casas rurales, rincones del buen gusto donde olvidar la gran ciudad. Se pueden hacer excursiones, como la que lleva al Barranc de l'Encantada para admirar sus saltos de agua y darse un ba?o en el r¨ªo. La Forad¨¤, un arco natural en la cima de una monta?a, brinda amplias vistas del valle. Y subiendo al castillo de Gallinera se contempla toda la costa y la masa azul del mar.

La gente del valle comparte con las poblaciones costeras una gastronom¨ªa innovadora basada en los productos aut¨®ctonos. Restaurantes como La Seu, con una estrella Michelin, en Moraira, o El Poblet, en Denia, constituyen algunas de las ofertas gastron¨®micas m¨¢s s¨®lidas de la Comunidad Valenciana. Pero los restaurantes de los diminutos pueblecitos del valle de Gallinera compiten con dignidad con una oferta culinaria s¨®lida a base de buenas carnes, embutidos, verduras y arroces.

Los vecinos de las zonas costeras acuden a este valle los fines de semana (hay que reservar en todos los restaurantes con antelaci¨®n) a degustar el sofisticado men¨² de El Raval, el moderno restaurante de Joana Bataller, en Benissiv¨¤; las costillas con miel o el cordero con chocolate que con tanta simpat¨ªa sirven en el bar restaurante L'Aplec, en Benial¨ª; los minjos (una especie de taco, una tortita de harina rellena) de La Pla?a, en Beniaia, o los suculentos arroces e imaginativos condumios de Casa Adela, el club social de Benissiv¨¤.