La rueda de Cheshire
Os juro que no he tomado LSD, ni siquiera he desayunado una tortilla de hongos alucin¨®genos, de verdad, nada de nada, cereales y pan con mermelada, cre¨¢nme. Adem¨¢s es que no puedo, que hay que pasar control, pero bueno, ¨¦sa es otra historia. Pero es verdad, aunque parezca surrealista, que lo es, aunque parezca incre¨ªble, que tambi¨¦n: he visto una rueda andando sola en mitad del pelot¨®n. Lo juro, y tengo testigos.
Iba de derecha a izquierda; chocaba con uno, y rebotaba; iba a por otro, y lo mismo; ah¨ª ha debido de empezar a ponerse nerviosa, pues buscaba un hueco para escapar desesperadamente, y cuando lo ha visto all¨ª se ha ido sin mirar atr¨¢s, tal como lo cuento. Imprudente y temeraria, que en el pelot¨®n tenemos nuestras reglas, se ha lanzado a la cuneta con arrojo, con una cara de susto que pa qu¨¦ [te voy a contar]. Vaya, que se me ponen los pelos de punta s¨®lo de pensar en el accidente que pod¨ªa haber provocado: si es que iba hasta m¨¢s r¨¢pido que nosotros, y, yo me he fijado, ?iba sin frenos!
A m¨ª al menos, eso me ha parecido, aunque si lo pienso fr¨ªamente, ya no me f¨ªo ni de lo que he visto. Ay Dios m¨ªo, que me est¨¢ pasando, ?tan mal voy que ya hasta la cabeza tengo perjudicada?
S¨ª, es verdad, ahora caigo, ?c¨®mo no me he dado cuenta antes? Era como el gato de Cheshire; mejor dicho, como su sonrisa. S¨ª, el gato burl¨®n de Cheshire de Alicia en el pa¨ªs de las maravillas, el mismo que recordaba Aute en una de sus canciones. Un gato sonriente que se evaporaba y desaparec¨ªa, pero que dejaba su sonrisa flotando en el aire, una sonrisa sin gato. Eso es, todo encaja, s¨ª se?or, era la rueda de Cheshire, que iba en bici tranquilamente, y desapareci¨® con bici y todo, pero dej¨® su rueda rodando en el pelot¨®n. Lo que hay que ver... y leer.
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