Doble chapuza
Harrison Ford se ha comprometido como actor y como (en parte) productor en K-19, The Widowmaker. Y esto se percibe en la pantalla, porque se deja (in¨²tilmente) el pellejo y el prestigio en su generosa y noble recreaci¨®n de un hombre ver¨ªdico, Alexei Vestrikov, comandante del submarino nuclear K-19, conocido en la marina sovi¨¦tica como The Widowmaker, (La f¨¢brica de viudas), por el alto n¨²mero de v¨ªctimas que caus¨® su construcci¨®n, hecha con prisas homicidas exigidas a los astilleros de la pen¨ªnsula de Kola por las c¨²pulas militares del Kremlim, que quer¨ªan equilibrar r¨¢pidamente la inferioridad, respecto de EE UU, de su fuerza en el mar.
Se le nota a Harrison Ford con ganas de llegar al fondo de un asunto hist¨®rico intrincado, grav¨ªsimo y poco conocido, pues no se tuvo noticia de ¨¦l hasta 1989, tras 28 a?os bajo la losa del alto secreto. Se supo entonces que el accidente (muy aireado por la prensa occidental) que el K-19 sufri¨® el 4 de julio de 1961, cerca de la costa de EE UU, y el acoso al buque averiado por unidades de la flota norteamericana, desataron en el Kremlim disparaderos de guerra y (sin saberse fuera del submarino y de los centros de decisi¨®n del poder sovi¨¦tico) se lleg¨® en esos d¨ªas al punto m¨¢s caliente de la guerra fr¨ªa, al borde mismo de un ataque nuclear al coraz¨®n de Estados Unidos. Evit¨® el infierno la decisi¨®n del comandante Vestrikov de ignorar ¨®rdenes y protocolos militares y volver a casa en un buque renqueante, moribundo.
K-19, THE WIDOWMAKER
Direcci¨®n: Kathryn Bigelow. Gui¨®n: Christopher Kyle. Int¨¦rpretes: Harrison Ford, Liam Neeson, Peter Sarsgaard, Joss Ackand, John Shrapnel, Donald Sumpter, Tim Woodward, Steve Nicolson. G¨¦nero: drama. EE UU, 2002.
La directora de K-19, Kathryn Bigelow, pierde el pulso en las grandilocuencias sonoras y visuales de su relato del calvario del submarino, cuya aventura es resuelta con modelos gen¨¦ricos de pel¨ªcula de submarinos, pero mezclados con tomas enf¨¢ticas y petulantes, con vulgares pasadas y m¨¢s pasadas de la c¨¢mara en helic¨®ptero, con una banda sonora casi wagneriana y, sin casi, atosigante. Y la colosal chapuza de la marina sovi¨¦tica se convierte as¨ª en una colosal chapuza hollywoodense. La aventura, o desventura, del K-19 podr¨ªa haber sido entretenida de haberse narrado con precisi¨®n y eficacia gen¨¦rica, pero a la se?ora Bigelow vuelven a v¨¦rsele sus, por lo visto invencibles, inclinaciones al toque ampuloso, estiloso e intelectualoide, y su prurito de autora estropea la aventura, o desventura, con una sobredosis de trascendentalismo soso y hueco.
S¨®lo el d¨²o interpretativo entre Harrison Ford y Liam Neeson, escoltados con abnegaci¨®n por su tripulaci¨®n, evitan que se abran las tripas de la mala ret¨®rica de Kathryn Bigelow; y meten por su cuenta vida dentro de la chatarra, hist¨®rica y cinematogr¨¢fica, del K-19. Y, m¨¢s a¨²n, Harrison Ford logra al final, actuando con contenci¨®n y fuerza de arrastre de aut¨¦ntica estrella, un desenlace, ya en tierra, de gran fuerza dram¨¢tica, un ep¨ªlogo sentimental que nos sit¨²a, a este lado de la pantalla, en el borde de la l¨¢grima, la genuina, hermosa y consoladora l¨¢grima de la emoci¨®n solidaria.
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