La nueva vida de Montgomery
El plusmarquista de los 100 metros ocupa por fin el centro del escenario
La vida de Tim Montgomery ha cambiado en menos de diez segundos. Lo sabe desde ayer, aunque su afligido rostro no parec¨ªa el del hombre que acababa de batir el r¨¦cord del mundo de los 100 metros (9,78 segundos). Despu¨¦s de tanto tiempo a la sombra de Maurice Greene, daba la impresi¨®n de que Montgomery era un atleta sin cara ni ojos. Nadie reparaba en ¨¦l, excepto para tomar nota de sus excelentes registros, insuficientes en todo caso para ganarse un lugar en el centro del escenario. Ese papel le correspond¨ªa a Greene y, por extensi¨®n, a los atletas de su equipo, el famoso HSI que dirige John Smith con mucha fanfarria. Por car¨¢cter y por procedencia, Montgomery se hab¨ªa acostumbrado al perfil bajo que le ha mantenido ajeno a la curiosidad period¨ªstica. Hasta ayer.
Instantes despu¨¦s de batir el r¨¦cord mundial, Marion Jones le abraz¨® y le bes¨® sin disimulo frente a las c¨¢maras de televisi¨®n y ante el objetivo de los fot¨®grafos. Durante las ¨²ltimas semanas se hablaba de la relaci¨®n que manten¨ªan, pero en voz baja, como si a Montgomery le faltara el glamour para ocupar las portadas junto a la reina de las pistas. No es como C. J. Hunter, el coloso que hac¨ªa las delicias de los fot¨®grafos durante su matrimonio con Marion. Adem¨¢s de excelente atleta, Hunter era un tipo enorme que se preocupaba de dirigir la atenci¨®n de la gente hac¨ªa ¨¦l. Le gustaba la fama que le proporcion¨® su relaci¨®n con Jones.
Pero Montgomery no es C. J. Hunter. Nunca se le ha visto en problemas, ni buscando publicidad, ni frecuentando periodistas. Dec¨ªan que le faltaba car¨¢cter para batir a Mo Greene. Calidad no le faltaba. Siempre hab¨ªa sido r¨¢pido, muy r¨¢pido, pero le faltaba la intensidad para desafiar al campe¨®n, un atleta que hab¨ªa hecho un arte de la intimidaci¨®n. Pod¨ªa ocurrir, por ejemplo, que Greene y su grupo decidieran prescindir de Montgomery en el relevo de 4x100, como sucedi¨® en los Juegos de Sydney 2000, en los que el equipo norteamericano estuvo integrado por los atletas de HSI. ?A qui¨¦n pod¨ªa importar la ausencia de Montgomery a pesar de que tuviera todos los derechos para integrar el relevo? Montgomery pintaba muy poco: all¨ª mandaban los intereses de John Smith y su grupo de estrellas.
Es curioso que ahora Montgomery sea la pieza decisiva en el cambio de poder que se ha producido en las tribus de la velocidad. El centro gravitatorio se ha trasladado de California, donde est¨¢ instalado el cuartel de HSI, a Carolina del Norte, en la costa del Atl¨¢ntico, donde Trevor Graham se ha trabajado la supremac¨ªa de forma discreta. A Graham, un entrenador estadounidense de origen jamaicano, le corresponde buena parte del m¨¦rito del regreso de Marion Jones a las pistas. Cuando volvi¨® en 1997, despu¨¦s de tres a?os dedicada con ¨¦xito al baloncesto, se puso a las ¨®rdenes de Graham. Lo mismo ha ocurrido con Montgomery, cuya progresi¨®n ha coincidido con sus tres a?os de estancia en Raleigh, centro de entrenamiento del grupo.
Las consecuencias del r¨¦cord mundial son evidentes. Ahora ser¨¢ Graham el que determine las reglas. Cuenta con Marion Jones y con Montgomery. La publicidad, el dinero, las competiciones... Todo eso ser¨¢ decidido por el hombre que ha usurpado a John Smith. Para empezar, Graham ha decidido que Montgomery no participe en la Copa del Mundo, que se disputar¨¢ esta semana en Madrid. Tiene el poder y lo usa. A Montgomery le corresponde manejar un registro diferente al suyo. Ya no es el excelente atleta an¨®nimo que viv¨ªa a la sombra de Greene. Es el hombre m¨¢s r¨¢pido del mundo, el novio de Marion Jones, el atleta m¨¢s observado del planeta. Bastaron 9,78 segundos para que su vida cambiara radicalmente.
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