De v¨ªa estrecha
Dicen en el PP que Aznar ha perdido el toque. Quiz¨¢ lo que ha hecho es recuperar su peor estilo. Su interpelaci¨®n a Zapatero para que d¨¦ explicaciones sobre las relaciones entre PSOE y PSC y Esquerra Republicana es una vileza que hace pensar que, en la medida en que el secretario general del PSOE se ha consolidado como alternativa, ir¨¢n a por ¨¦l por tierra, mar y aire. Pero sobre todo da la raz¨®n a quienes sospechan que Aznar est¨¢ aprovechando la estrategia contra ETA para reducir el campo de lo pol¨ªticamente correcto, situando al nacionalismo independentista fuera del terreno de juego. Se ha dicho muchas veces estos d¨ªas, y no hace falta extenderse en ello, que Esquerra Republicana ha hecho una aportaci¨®n inestimable a la convivencia en Catalu?a: encauzar el independentismo por v¨ªas pac¨ªficas y democr¨¢ticas. Lo cual, en algunos momentos, no era evidente. Aznar acusa a Zapatero de sentarse con unos se?ores que se reunieron con otros se?ores a los que pidieron que ETA dejara de matar en Catalu?a. ?Esto es lo que le reprocha? ?Por qu¨¦ no se reprocha a s¨ª mismo haberse dejado apadrinar por personas que se sentaban en el Consejo de Ministros de Franco que daba la conformidad a las penas de muerte impuestas por el r¨¦gimen anterior? Con todo hay algo peor todav¨ªa en la actitud de Aznar: creer que el sufragio universal le autoriza a establecer qu¨¦ es la verdad y qu¨¦ es el bien en la sociedad espa?ola. Y que todo lo que queda fuera de sus esquemas -que afortunadamente es mucho- no tiene derecho a existir y s¨®lo se tolera cuando no hay m¨¢s remedio.
Ciertamente ¨¦ste es un vicio extendido entre los dirigentes pol¨ªticos. Por m¨¢s que su legitimidad venga del voto popular, una vez subidos a la peana -que, como dec¨ªa Arzalluz, es lo que realmente da el carisma- tienden a comportarse como si el poder fuera por delegaci¨®n divina. Creen que el voto mayoritario les da un poder de tutela y direcci¨®n espiritual de la sociedad que nadie les ha concedido y que ni siquiera les dar¨ªa una mayor¨ªa absoluta del 100% de los votos. El sufragio universal habilita para gobernar, que no es poco. Pero nada m¨¢s. Los mecanismos de formaci¨®n de los criterios de verdad y de bien en una sociedad son mucho m¨¢s complejos. Y el gobernante en una sociedad democr¨¢tica, lo que tendr¨ªa que procurar es que el espacio de lo que se puede decir y hacer sea lo m¨¢s amplio posible. Normalmente, no es as¨ª: buscan la concordancia entre sus presupuestos ideol¨®gicos y morales y la sociedad, por la v¨ªa de convertirlos en verdades incuestionables, aprovechando la aureola de la peana. Recuerdo que una vez el propio presidente Pujol me dijo que le parec¨ªa razonable que si un partido o ideolog¨ªa era mayoritario en una sociedad, los medios de comunicaci¨®n se adaptaran a esta realidad y tradujeran esta mayor¨ªa. En Catalu?a, en la medida en que cada elecci¨®n da mayor¨ªas distintas, los medios tendr¨ªan que hacer contorsiones verdaderamente espectaculares para adaptarse a la verdad del sufragio.
No es extra?o entonces que Pujol apele a los artistas e intelectuales a defender el 'patriotismo' en 'un ambiente poco propicio en Espa?a' y frente a hechos 'como la emigraci¨®n y la globalizaci¨®n'. Como en todo discurso patri¨®tico suena inapelable el run-r¨²n del nosotros frente a los otros. No se ha inventado hasta el d¨ªa de hoy un patriotismo que no sea de este estilo. (Y, sea dicho entre par¨¦ntesis, el patinazo de Carod de pedir amnist¨ªa a ETA para los catalanes no deber¨ªa escandalizar a Pujol porque es un lapsus servido por la l¨®gica demarcadora del nacionalismo). Pujol est¨¢ en su derecho de pedir patriotismo a los artistas e intelectuales. Pero, sobre todo, y esto es lo m¨¢s importante desde el punto de vista de la sociedad abierta, los artistas e intelectuales est¨¢n en su derecho de no hacerle caso. Curiosamente, Pujol, con su argumento, sintoniza con una determinada -y presuntamente radical- concepci¨®n del arte que relaciona creaci¨®n con pertenencia a grupo, y hace del creador un militante o agitador social. Por este camino nos vamos acercando al grado cero de la creaci¨®n. Porque el arte al servicio de las causas acaba siempre perdiendo su poder y su fuerza. Toda dependencia acaba matando al arte: incluso la vanguardista. El artista se reduce a funciones ornamentales y el intelectual a propagand¨ªsticas, al servicio de cualquier grupo o tribu.
Y eso me conduce a un tercer ejemplo de las oscuras vicisitudes que vive una sociedad -la espa?ola- no tan abierta como ser¨ªa deseable. Dos representantes de partidos pol¨ªticos, la se?ora Sainz del PP y el se?or Caldera del PSOE, pidieron el boicot a la ropa del dise?ador David Delf¨ªn porque su desfile en que las modelos iban con el rostro tapado ha sido considerado contrario a la correcci¨®n pol¨ªtica. Lo m¨ªnimo que se puede decir de estos se?ores es que han hecho el rid¨ªculo, entre otras cosas porque se han precipitado un poco al sacar conclusiones sobre las intenciones del autor. Su opini¨®n tiene en estos temas el mismo valor que la de cualquier otro ciudadano. Lo grave es que, en funci¨®n de sus cargos, se atribuyen una misi¨®n de definir lo aceptable y lo no aceptable que nadie les ha encargado. Al contrario, su obligaci¨®n es contribuir a un clima que favorezca la libertad para pensar y para crear, con los riesgos que ello comporta. Incluso el riesgo de que en algunos casos mucha o poca gente pueda sentirse ofendida. Para discutir estas cosas, la sociedad tiene multitud de mecanismos de expresi¨®n. Y hay que ampliarlos en vez de encerrar a creadores e intelectuales en la jaula de los grupos de pertenencia y de las correcciones pol¨ªticas. Porque por esta v¨ªa se construyen sociedades de v¨ªa estrecha, por muy identitarias que sean. De las charcas de la correcci¨®n pol¨ªtica s¨®lo surge lo kitsch y la ocultaci¨®n de la mierda.
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