El lenguaje nazi
Me dispon¨ªa a escribir esta cr¨®nica como la profa que soy durante el d¨ªa. Quer¨ªa explicar la teor¨ªa de c¨®mo el lenguaje permite hacer magia, es decir, mover cosas a distancia en contra de la gravedad. Y a personas, en contra de su voluntad. Magia negra, en este caso. Destinada a hacer el mal a los dem¨¢s.
Iba a explicar que el lenguaje nazi es muy simple, a pesar de su apariencia barroca. Que s¨®lo necesita tres sustantivos y tres operaciones b¨¢sicas. Los sustantivos 'pueblo', 'enemigo' y 'h¨¦roe'. Y aplicar a estos sustantivos las operaciones de afirmaci¨®n (del pueblo, de su identidad y voluntad supremas), de negaci¨®n (del enemigo, definido ¨¦l mismo como negaci¨®n de este pueblo), y de transformaci¨®n (del h¨¦roe que encarna la voluntad del pueblo para destruir al enemigo, que se transmuta al instante de asesino en v¨ªctima, mientras sus v¨ªctimas reaparecen como asesinas).
?ste es el inmenso poder maligno al que hemos permitido crecer durante 25 a?os
De todo eso iba a escribir, pero ahora me parece muy abstracto. Porque los nazis y su lenguaje est¨¢n aqu¨ª. Han llegado y est¨¢n entre nosotros.
El s¨¢bado pasado, la misma se?ora de ojos claros y mirada dulce que suelo encontrar en la panader¨ªa, se ha dirigido a un ertzaina y le ha dicho sonriendo: 'Te conozco. Muy pronto tu mujer ser¨¢ viuda'. A esta bruja del siglo XXI nadie la quemar¨¢ en ninguna hoguera, ni siquiera le pondr¨¢n por ello una multa. En cambio, el ertzaina deber¨¢ mirar bajo su coche todos los d¨ªas el resto de su vida. Este es el inmenso poder maligno al que hemos permitido crecer durante veinticinco a?os y al que hoy ya no pueden detener doscientos polic¨ªas.
Porque las palabras llegan a hacerse realidad. Ya sucedi¨® con Hitler. Cuando los dem¨®cratas despertaron, era tarde. El monstruo hab¨ªa crecido demasiado. El lenguaje, en s¨ª mismo, no har¨ªa tanto da?o de no haber algo detr¨¢s. Algo o alguien. Tras la dulce mirada de esa dama abertzale se encuentra la pistola real que se apoyar¨¢ en tu nuca. Por eso el lenguaje no es inocente. Incluso el lenguaje de los ni?os, que siempre hay alguien que lo ense?a.
Desde muy ni?a o¨ªa yo cantar a mis primos de Bilbao el himno de su equipo favorito con letra que dec¨ªa: 'El Athletic, como era vasco, todos le ten¨ªan asco. / Ahora que es campe¨®n, todos le piden perd¨®n'. Unos a?os despu¨¦s, yo misma cantaba, riendo con ellos: 'Corra la sangre hispana mientras dure la invasi¨®n'. Era divertido y no hac¨ªamos da?o a nadie. Es cierto que no me he encontrado a nadie que me tuviera asco por ser vasca. Aunque tambi¨¦n es cierto que ¨²ltimamente empiezo a notar esa sensaci¨®n en m¨ª misma.
El odio a todo lo vasco de 'quienes no tienen otro objetivo que la destrucci¨®n de este pueblo' ser¨ªa la causa de todo lo malo que ocurre y de lo que pueda ocurrir. Este lenguaje y esta l¨®gica malvada es compartida hoy por muchos vascos nacionalistas. Desde luego que no todos son fascistas y muchos repudian la violencia. Pero casi todos prefieren confraternizar con los fascistas para evitar que un 'espa?ol de mierda' llegue a ocupar Ajuria Enea.
El lenguaje nazi entre nosotros, cabe en tan pocas frases como ¨¦stas: 'Soy vasco. Los vascos sobre todo somos vascos. Nuestro pueblo tiene derecho a ejercer su voluntad. Quien se opone a ella es porque odia a todo lo vasco y no tiene otro objetivo que la destrucci¨®n de este pueblo. El pueblo debe defenderse para evitar ser exterminado. Los etarras son h¨¦roes que se sacrifican por este pueblo. Los espa?oles les acusan de terroristas y asesinos; pero en realidad son las v¨ªctimas principales de tanta represi¨®n'.
El d¨ªa del atentado en Santa Pola, un lector me escribi¨® lo siguiente: 'Con chorradas como ¨¦sta no me extra?a nada que pasen cosas como la de hoy en Alicante. Verdaderamente est¨¢is todos locos, y a los locos hay que encerrarlos dentro de una verja y solamente darles de comer. Aunque creo que no merec¨¦is ni eso'.
Palabras como ¨¦stas ya fueron pronunciadas -y puestas en pr¨¢ctica- por hitlerianos y estalinistas. ?C¨®mo podr¨¢ medirse la distancia que nos separa de ellos?
Este mismo s¨¢bado, en el Casco Viejo de Bilbao, algunos adultos aplaud¨ªan a los adolescentes encapuchados que ante ellos destrozaban escaparates de comercios y oficinas bancarias. Esos paseantes (procedentes sin duda de la disuelta manifestaci¨®n) ten¨ªan la conciencia tan tranquila como los ciudadanos alemanes que aplaud¨ªan las palizas a jud¨ªos. Ellos saben que todo cuanto pueda suceder ser¨¢ culpa de Madrid.
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