Blair defiende la redistribuci¨®n de la riqueza por primera vez en los ¨²ltimos cinco a?os
El primer ministro brit¨¢nico hace un gui?o a la izquierda descontenta por la crisis iraqu¨ª
La pol¨ªtica brit¨¢nica volvi¨® ayer de manera s¨²bita al debate nacional tras varias semanas encastillada en Irak. Bast¨® una frase del primer ministro en un discurso aparentemente rutinario en una escuela para armar la marimorena: Tony Blair defendi¨® la redistribuci¨®n de la riqueza para luchar contra la pobreza, algo que no se le o¨ªa desde 1997. Los conservadores auguran con ello una futura subida de impuestos. Los malpensados creen que es una treta para atraerse a una izquierda laborista que est¨¢ cada d¨ªa m¨¢s escaldada con la crisis iraqu¨ª.
Tras varias semanas sumergido en las procelosas aguas de la guerra contra el terrorismo mundial, Tony Blair emergi¨® ayer de manera s¨²bita en la pol¨ªtica local. Nada m¨¢s arrancar un discurso que parec¨ªa que iba a ser como tantos otros, en una escuela del deprimido barrio de Hackney, en el norte de Londres, dijo: 'Nuestro objetivo es una Gran Breta?a en la que nadie se quede atr¨¢s; en la que cada uno pueda ir tan lejos como le permita su talento; en la que alcancemos una igualdad verdadera: igual estatus e iguales oportunidades m¨¢s que igualdad en los ingresos'.
Hasta aqu¨ª, nada demasiado extraordinario: Blair ha sido siempre un gran defensor de la meritocracia, de que los que m¨¢s talento tengan puedan llegar tanto o m¨¢s lejos que aquellos que, con menos talento, tienen m¨¢s recursos para crearse las oportunidades.
Pero el primer ministro a?adi¨® una frase clave: 'Tiene que ser una Gran Breta?a en la que continuemos redistribuyendo poder, bienestar y oportunidades para los m¨¢s en lugar de para los menos, para combatir la pobreza y la exclusi¨®n social, para ofrecer unos servicios p¨²blicos en los que la gente pueda confiar y romper las barreras que le impiden desarrollar todo su potencial'.
Las palabras de Blair fueron interpretadas de inmediato en clave pol¨ªtica de alto calado como un giro hacia posiciones que entroncan mucho m¨¢s con el viejo laborismo que con el pragm¨¢tico, mercantilista y cada vez menos laborista Nuevo Laborismo de Tony Blair.
Los conservadores saltaron de inmediato a una de las yugulares pol¨ªticas de este Gobierno: las subidas de impuestos. Michael Howard, el responsable de Econom¨ªa del Gabinete tory en la sombra, alz¨® de inmediato el espantajo de las subidas de impuestos. 'Las familias trabajadoras van a quedar consternadas al ver que Tony Blair quiere cargar ahora con m¨¢s subidas de impuestos a¨²n de los que ya ha decretado', clam¨®. Y, apelando a la demagogia, dibuj¨® un t¨¦trico futuro para los ni?os, con 'hospitales en ruinas, escuelas fracasadas y crimen en las ciudades'.
Los liberales-dem¨®cratas, siempre m¨¢s moderados que los tories, apuntaron m¨¢s bien hacia una raz¨®n bastante espuria para explicar el discurso de Blair: el inter¨¦s pol¨ªtico de atraerse a la izquierda tradicional, cada vez m¨¢s alejada del actual proyecto del partido, en v¨ªsperas de la conferencia semestral que los laboristas celebrar¨¢n dentro de no muchos d¨ªas en Blackpool.
Ed Davey, responsable del ¨¢rea del Tesoro en el partido liberal-dem¨®crata, reproch¨® a Blair que se dirija al ingl¨¦s medio 'para hablarles de redistribuci¨®n en lugar de disculparse por no haber cumplido su promesa electoral de no subir los impuestos'.
Las palabras de ayer de Tony Blair no tienen m¨¢s respaldo que la ret¨®rica: no vinieron acompa?adas de ninguna propuesta legislativa que sustancie esa redistribuci¨®n. Por eso parecen dar en la diana quienes hablan m¨¢s de t¨¢ctica que de intenciones y ven en esa confesi¨®n del primer ministro un sonoro intento de reconciliarse con la izquierda laborista.
Blair afronta una dif¨ªcil conferencia del partido en algo m¨¢s de una semana. No s¨®lo por las distintas visiones que en el laborismo se tienen del conflicto con Irak, sino por asuntos de ¨¢mbito nacional. La reforma de los servicios p¨²blicos es uno de los puntos de mayor enfrentamiento y afecta tambi¨¦n a las relaciones cada vez m¨¢s tensas con los sindicatos. Blair ya tiene bastantes amenazas con la fractura que empieza a fraguarse en torno a la guerra con Irak como para consolidar un distanciamiento entre las bases y el Gobierno por otros asuntos.
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