Las ¨²ltimas verdades sobre el agente Gal¨ªndez
Han pasado ya 46 a?os, pero Gal¨ªndez se resiste a desaparecer en los sumideros de la historia. Ahora, que ya casi no quedan protagonistas directos de aquellos hechos, surgen nuevamente publicaciones, novelas, biograf¨ªas, pel¨ªculas de ficci¨®n y documentales que, como el que se estrena estos d¨ªas en San Sebasti¨¢n, interpelan m¨¢s certeramente sobre el doble misterio de su ambigua personalidad y de su impune asesinato. ?De d¨®nde surge este renovado inter¨¦s por el asunto? ?Qu¨¦ clase de atracci¨®n despierta ese nacionalista vasco nacido en Madrid, hombre de confianza del lehendakari Jos¨¦ Antonio Aguirre y cualificado informador de los servicios secretos norteamericanos? ?Hasta d¨®nde lleg¨® la amplia red vasca de espionaje desplegada contra el nazismo, primero, y el comunismo, despu¨¦s, que el PNV puso en manos de Estados Unidos?
El 'caso Gal¨ªndez' representa en el PNV la historia de un monumental fracaso, la tragedia culminante de una etapa turbia, poco honorable tambi¨¦n
Hijo de un oftalm¨®logo alav¨¦s y de una madrile?a de ascendencia vasca, Gal¨ªndez cultiv¨® desde su infancia una idealizada pasi¨®n por el Pa¨ªs Vasco
Testimonios confidenciales permiten establecer que fue sacado de su apartamento drogado y trasladado en avioneta a la Rep¨²blica Dominicana
Gal¨ªndez fue visto por ¨²ltima vez a las 22.30 de la noche del 12 de marzo de 1956 en el metro de Columbus Circle. Volv¨ªa a casa tras dar clase en la universidad
Ninguno de sus compa?eros de exilio sospech¨® que pudiera ser un informador del FBI o de la CIA. 'El ambiente era un basurero pol¨ªtico', dice Mario Salegui
Todo apunta a que el 'm¨¢rtir antifranquista' del nacionalismo vasco fue sacrificado en el altar mayor de la guerra fr¨ªa cuando el peligro comunista sustituy¨® como fantasma al derrotado nazismo y el Gobierno norteamericano pact¨® con el r¨¦gimen de Franco en un elocuente ejercicio de la m¨¢xima: 'El enemigo de mi enemigo es mi amigo'. Pese al manto de silencio y olvido que cubre aquellos a?os, s¨®lo los m¨¢s visceralmente anticomunistas de los dirigentes nacionalistas vascos dejaron de interpretar el comportamiento norteamericano como la traici¨®n de la potencia en la que hab¨ªan depositado todas sus esperanzas y muchos de sus mejores hombres. El caso Gal¨ªndez representa en el PNV la historia de un monumental fracaso; la tragedia culminante de una etapa turbia, poco honorable tambi¨¦n, que suscit¨® alg¨²n remordimiento y no pocos problemas dentro del restringido c¨ªrculo de dirigentes instalados en el secreto. Jes¨²s Gal¨ªndez desapareci¨® sin dejar rastro, la v¨ªspera, precisamente, de que la bandera franquista ondeara por primera vez en la sede de las Naciones Unidas, algo a lo que ¨¦l y su partido se hab¨ªan opuesto denodadamente.
Silencios
Puede decirse que, a lo largo de estas d¨¦cadas, el misterio Gal¨ªndez ha sobrevivido al paso del tiempo alimentado con el secreto mismo impuesto por las autoridades estadounidenses, con el silencio esquivo del PNV, con la eliminaci¨®n de los archivos gubernamentales en la Rep¨²blica Dominicana y, quiz¨¢, tambi¨¦n con la vocaci¨®n ahist¨®rica de la democracia espa?ola. Demasiado secreto en torno a un hombre que trat¨® de sostenerse en el vendaval internacional desatado tras la guerra civil espa?ola y que encontr¨® una muerte horrenda a manos de los sicarios de Le¨®nidas Trujillo, el dictador de la Rep¨²blica Dominicana.
Todav¨ªa hoy, al amparo de la doctrina de la 'seguridad nacional' estrenada precisamente con este caso, el Departamento de Justicia norteamericano contin¨²a guardando en secreto m¨¢s de 10.000 folios, pese a que buena parte del material ha sido desclasificado, siempre con cuentagotas y reservas, como si el contenido amenazara todav¨ªa la reputaci¨®n de los supervivientes y el buen nombre de la Administraci¨®n, como si los ecos de aquel gran esc¨¢ndalo no hubieran desaparecido enteramente. Los informes puestos a la luz, y de manera bien ef¨ªmera, por cierto, en Internet, ocultan las identidades de muchos de los agentes implicados en el caso y pr¨¢cticamente de la totalidad de los componentes de la red vasca de espionaje que sirvi¨® a EE UU desde las capitales latinoamericanas y europeas.
El agente Rojas
Contra las versiones difundidas durante a?os desde el nacionalismo, los documentos desclasificados dan cumplida constancia de que Jes¨²s Gal¨ªndez, delegado en Nueva York del Gobierno vasco en el exilio, trabaj¨® efectivamente como informador, al menos del FBI durante 12 a?os, con el sobrenombre de agente Rojas y el c¨®digo en clave ND507. Fue un informador valioso, puesto que sus jefes le aumentaron progresivamente su n¨®mina, que pas¨® de 50 a 125 d¨®lares, m¨¢s 30 para gastos. Seg¨²n el historiador alem¨¢n, afincado en Euskadi, Ludger Mees, autor de El p¨¦ndulo patri¨®tico, Gal¨ªndez hizo transferencias bancarias por un monto de un mill¨®n de d¨®lares durante los seis a?os previos a su muerte. Es un dato que figura tambi¨¦n en El ojo del presidente, escrito por el agente Tony Ulasewiez, quien investig¨® la desaparici¨®n de Gal¨ªndez desde las oficinas centrales de la BOSSI neoyorquina (Oficina de Investigaciones y Servicios Especiales).
Hijo de un oftalm¨®logo alav¨¦s instalado en Madrid y de una madrile?a de ascendencia vasca que falleci¨® cuando era un ni?o, Jes¨²s de Gal¨ªndez Su¨¢rez cultiv¨® desde su infancia una idealizada pasi¨®n por el Pa¨ªs Vasco, alimentada con los recuerdos id¨ªlicos de las vacaciones en la casa paterna de la Llanada alavesa. Estudi¨® Derecho Pol¨ªtico en la Universidad Complutense y milit¨® en las juventudes universitarias del PNV. Al estallar la guerra se convirti¨® en el ayudante del entonces ministro de Justicia, el nacionalista vasco Manuel de Irujo, y desde su puesto facilit¨® el intercambio de personalidades detenidas en uno y otro bando. Cuando Irujo sali¨® del Gobierno, Gal¨ªndez fue nombrado, con 21 a?os, secretario auditor del Tribunal Superior del Ej¨¦rcito del Este. Al igual que cientos de miles de republicanos, huy¨® a Francia tras la derrota, y de all¨ª, en 1939, se traslad¨® a la Rep¨²blica Dominicana, cuyo presidente, Le¨®nidas Trujillo, practicaba la pol¨ªtica de puertas abiertas hacia los exiliados espa?oles, obsesionado, por lo visto, con la idea de 'blanquear la raza'. Gal¨ªndez se convirti¨® en profesor de la Escuela Diplom¨¢tica dominicana, en funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores y, sobre todo, en uno de los profesores de Ramfis Trujillo, el hijo del presidente que a sus cuatro a?os ten¨ªa ya el grado de coronel.
Su privilegiada relaci¨®n con el dictador se rompi¨® en 1946, cuando ejerc¨ªa de secretario de la Comisi¨®n de Salarios M¨ªnimos y foment¨® un acuerdo con los huelguistas del az¨²car, uno de cuyos l¨ªderes fue asesinado. Cat¨®lico y humanista, el exiliado vasco no soport¨® por m¨¢s tiempo la verdadera naturaleza del r¨¦gimen trujillista y huy¨® a Estados Unidos por miedo tambi¨¦n a las represalias.
El c¨®digo DR-10
La documentaci¨®n del FBI da cuenta de que Gal¨ªndez trabaj¨® ya para la inteligencia militar de Estados Unidos y el FBI antes de trasladarse a Nueva York, mientras pertenec¨ªa a la Administraci¨®n dominicana. 'Hab¨ªa creado su red de informadores dentro del ej¨¦rcito dominicano; de la empresa Granada, filial de la United Fruits C., y de otras compa?¨ªas, y, preferentemente, daba cuenta, bajo el c¨®digo DR-10, de las actividades de grupos e individuos falangistas y comunistas', confirma Ulasewiez.
Al llegar a Nueva York, Gal¨ªndez se integr¨® en el equipo de Ant¨®n Irala, delegado del Gobierno Vasco en EE UU que gozaba de bastante predicamento en el Departamento de Estado. Enseguida pas¨® a formar parte de la n¨®mina oficial de informantes que dirig¨ªa el responsable del FBI, Hoover, y desde entonces hasta su desaparici¨®n suministr¨® al FBI cientos de informes sobre las actividades pro comunistas en la comunidad hispanohablante de Nueva York. 'Gal¨ªndez informaba regularmente sobre las actividades del Partido Nacionalista de Puerto Rico, el Comit¨¦ para la Unidad de Latinoam¨¦rica y la Brigada de Veteranos de Abraham Lincoln, todos ellos bajo sospecha de ser organizaciones comunistas', sostiene Ulasewiez. Seg¨²n el detective de la polic¨ªa neoyorquina, en uno de esos informes, Gal¨ªndez avis¨® a su jefe del FBI sobre las intenciones de Fidel Castro de derrotar militarmente a Batista, 'un asunto que, pese a todo, pill¨® a la CIA desprevenida'.
En el documental que se estrena estos d¨ªas en el Festival de Cine de San Sebasti¨¢n, realizado por Ana D¨ªez y producido por ?ngel Amigo, alguno de sus compa?eros de exilio le recuerdan ahora tomando notas de los asistentes y contenidos de las reuniones. Ninguno, sin embargo, lleg¨® a sospechar que pudiera ser un informador del FBI o de la CIA. 'El ambiente era un basurero pol¨ªtico', dice Mario Salegui, 'porque en esos a?os cincuenta no bastaba con que uno no fuera comunista, hab¨ªa que ser anticomunista'.
El espionaje a sus propios compatriotas espa?oles, combatientes derrotados como ¨¦l en la lucha antifranquista, proyecta sobre Gal¨ªndez una imagen que, seg¨²n Gregorio Mor¨¢n (Los espa?oles que dejaron de serlo) y otros autores, no se corresponde exactamente con su personalidad pol¨ªtica. 'Hay en Gal¨ªndez un l¨®gico y coherente anticomunismo, consecuente con su mundo ideol¨®gico dem¨®crata cristiano, pero ¨¦l distingue entre un anticomunismo positivo y otro negativo'. Es cierto, desde luego, que, frente al racismo que destilan otros art¨ªculos publicados en esos a?os en la revista Alderdi (Partido), Gal¨ªndez proclama que 'ser vasco no supone superioridad alguna sobre los dem¨¢s pueblos', llama la atenci¨®n sobre la necesidad de tener una pol¨ªtica social y afirma que 'los anticomunistas parece que s¨®lo saben luchar contra el comunismo olvidando que hay cosas concretas por defender'. Y en la misma publicaci¨®n escribi¨® en marzo de 1954: 'Yo combat¨ª con las armas en la mano al fascismo y me opongo con igual energ¨ªa al comunismo, porque defiendo la libertad y soy al¨¦rgico a lo que suponga dictadura. Por eso mismo cada d¨ªa me preocupan m¨¢s ciertos giros ideol¨®gicos que est¨¢ tomando la guerra fr¨ªa, especialmente en Hispanoam¨¦rica'.
?Como se explica entonces, en el plano de la moral personal, la actuaci¨®n de Gal¨ªndez? Se sabe, por los informes del FBI desclasificados, que rehuy¨® mientras pudo la tarea de espiar a sus compatriotas comunistas. 'Este informador prefer¨ªa hacer informes sobre actividades distintas a las de los comunistas. A cambio de esta preferencia, se acord¨® que no escondiera tampoco ninguna informaci¨®n relativa a las actividades comunistas. Est¨¢ considerado como un informador importante del Partido Comunista', se indica en el mismo informe, en el que se le define como 'un individuo extremadamente inteligente' que 'evita que su tendencia personal a subestimar a determinados individuos y grupos influya en sus informes de los hechos'. Se sabe igualmente que los planteamientos de Gal¨ªndez chocaban con las posiciones de Ant¨®n Irala y de Jos¨¦ Michelena, responsables de la red de espionaje del PNV, y que, probablemente, coincid¨ªan bastante m¨¢s con las de Juan Ajuriaguerra, l¨ªder del partido en Euskadi y Espa?a, donde el PNV dispon¨ªa de su red de informaci¨®n. Ajuriaguerra recel¨® siempre de esa colaboraci¨®n ciega con los americanos. Ten¨ªa sus motivos, y no s¨®lo porque la Sexta Flota fondeaba en los puertos espa?oles y porque Eisenhower se montaba en el Mercedes-Benz que Hitler le regal¨® a Franco.
Doble espionaje
Seg¨²n el escritor y periodista Gregorio Mor¨¢n, el propio Ajuriaguerra cont¨® a sus colaboradores m¨¢s pr¨®ximos que los militantes comunistas en una gran factor¨ªa bilba¨ªna hab¨ªan sido detenidos porque los norteamericanos hab¨ªan pasado a la polic¨ªa espa?ola los datos de un informe hecho por los nacionalistas. 'El PNV estaba siendo utilizado no para la liberaci¨®n de Euskadi, sino para la pol¨ªtica exterior de Estados Unidos'. El historiador Ludger Mees opina tambi¨¦n que si Ajuriaguerra abandon¨® temporalmente el PNV en 1953 -un hecho silenciado y todav¨ªa poco conocido- fue precisamente por la 'falta de control' real sobre las actuaciones de los servicios vascos en Latinoam¨¦rica. 'O acabamos con esto o me voy', le emplaz¨® al lehendakari Aguirre.
'Durante la Guerra Mundial, el nacionalismo y el conjunto de las fuerzas antifranquistas pensaron que la derrota nazi traer¨ªa consigo la ca¨ªda del franquismo', explica el historiador. 'Fue un momento de euforia en el que el PNV crey¨® que los americanos pod¨ªan contribuir decisivamente a conseguir la independencia de Euskadi. El propio presidente Jos¨¦ Antonio Aguirre puso en marcha la colaboraci¨®n con el Departamento de Estado norteamericano', indica. 'La red nacionalista en Europa y Latinoam¨¦rica era muy activa y tuvo muchos ¨¦xitos en la lucha contra los alemanes, mucho m¨¢s que contra el comunismo, desde luego, porque aunque se desconocen los informes que suministraba la red vasca hay evidencias de que los servicios secretos se quejaron de la escasa eficacia de la red vasca en Latinoam¨¦rica. De hecho', a?ade, 'en agosto del 46 los norteamericanos les redujeron el dinero a la mitad, y al ver que EE UU perd¨ªa inter¨¦s en ellos, Ant¨®n Irala y el consejero del Gobierno vasco en el exilio Jos¨¦ Mar¨ªa Lasarte propusieron sustituir a los agentes nacionalistas por otros de la misma red vasca, pero con mayor penetraci¨®n en los ambientes comunistas. Llegaron, incluso, a ofrecerse a trabajar gratis para los americanos'. Ludger Mees sostiene que existe base documental suficiente como para afirmar que la red vasca de espionaje exterior estuvo activa, al menos en Argentina, hasta 1973.
A su juicio, el dinero, muy importante al principio para mantener la organizaci¨®n en el exilio, fue perdiendo importancia en la medida en que la contribuci¨®n de los colectivos vascos empezaba a cubrir las necesidades b¨¢sicas. Mucho tiempo despu¨¦s, sin embargo, Juan Ajuriaguerra todav¨ªa organizaba algunas trifulcas internas a cuenta de la falta de transparencia de los dineros del partido. En su libro, Ulasewiez indica que, aunque Gal¨ªndez resid¨ªa a unos pasos de la elegante Quinta Avenida, en realidad viv¨ªa de una manera casi asc¨¦tica, y que sus ingresos anuales no superaban los 3.600 d¨®lares, datos que no respaldan la imagen de bon vivant que ten¨ªa en algunos c¨ªrculos.
Pero el detective Ulasewiez escribe tambi¨¦n que los informes financieros que Gal¨ªndez entregaba anualmente al Departamento de Justicia de Washington acreditaban que entre 1950 y el a?o de su muerte, 1956, hab¨ªa recibido y distribuido m¨¢s de un mill¨®n de d¨®lares. 'Nadie hab¨ªa sospechado nada puesto que en su ficha como agente del Gobierno vasco en el exilio figuraba entre sus actividades el recibo y la distribuci¨®n de contribuciones econ¨®micas a la causa vasca' (...) 'No obstante, despu¨¦s de su desaparici¨®n, el inter¨¦s de la CIA por Gal¨ªndez empez¨® a suscitar sospechas de que ¨¦ste era en realidad un pagador de agentes de la CIA camuflados dentro de la resistencia vasca, que operaban en secreto en Europa, Suram¨¦rica y Centroam¨¦rica. Segu¨ª la pista de la distribuci¨®n de parte del dinero que Gal¨ªndez recog¨ªa, y descubr¨ª que manten¨ªa dos cuentas bancarias en Ginebra (Suiza). El banco ten¨ªa instrucciones de transferir el dinero a varias cuentas'.
Eso explica, quiz¨¢, que un agente de la CIA penetrara en el piso de Gal¨ªndez, antes de que se hubiera informado de su desaparici¨®n, y vaciara el malet¨ªn marr¨®n que llevaba casi siempre consigo. Eso puede explicar tambi¨¦n el meticuloso registro y la incautaci¨®n de archivos practicados posteriormente en la delegaci¨®n del Gobierno vasco en Nueva York.
Pese a sus intensas actividades acad¨¦micas -era profesor de la Universidad de Columbia-, pol¨ªticas y sociales, Gal¨ªndez no abandon¨® nunca sus ataques al r¨¦gimen de Trujillo. En los meses previos a su asesinato, era casi de dominio p¨²blico que Gal¨ªndez preparaba una tesis demoledora de 700 p¨¢ginas sobre el car¨¢cter criminal del r¨¦gimen trujillista, tesis publicada tres meses despu¨¦s del asesinato. Buen conocedor de la idiosincrasia de Le¨®nidas Trujillo, el escritor dominicano Bernardo Vega cree que en el ¨¢nimo de venganza del dictador debieron de pesar m¨¢s los art¨ªculos en los que Gal¨ªndez expon¨ªa que Ramfis Trujillo era un hijo adulterino. Es posible. En todo caso, Trujillo trat¨® de hacerse con el libro ofreciendo 100.000 d¨®lares y agentes del FBI aconsejaron a Gal¨ªndez que desistiera. El mensaje fue todav¨ªa m¨¢s expl¨ªcito: 'Si sigues adelante, no podremos protegerte, tendremos que prescindir de tus servicios'. La nueva pol¨ªtica norteamericana pasaba por la colaboraci¨®n y el sostenimiento de las dictaduras anticomunistas y el dictador dominicano gozaba de la protecci¨®n de los servicios secretos norteamericanos en sus viajes por el extranjero.
La ¨²ltima vez
Gal¨ªndez fue visto por ¨²ltima vez a las 22.30 horas de la noche del 12 de marzo de 1956 en la estaci¨®n de metro de Columbus Circle. Acababa de dar clase en la Universidad y se dirig¨ªa a su casa. Testimonios confidenciales recogidos posteriormente permiten establecer que fue sacado de su apartamento por personas de su confianza -los investigadores apuntan a ex agentes de los servicios secretos-, drogado y trasladado en avioneta a la Rep¨²blica Dominicana, y de all¨ª en un avi¨®n militar hasta el rancho particular de Trujillo, la Hacienda Fundaci¨®n, donde se habr¨ªa encontrado con el dictador antes de pasar a manos de sus torturadores. Los sicarios de Trujillo le sacaron, presuntamente, los ojos, le cortaron la lengua, le arrancaron las u?as y le machacaron los huesos lentamente con un mazo. Luego quemaron el cad¨¢ver y lo echaron a los tiburones. Ten¨ªa 41 a?os de edad.
El principio del fin de Trujillo
El asesinato de Gal¨ªndez marc¨® el principio del fin de Trujillo. El joven piloto Gerald Lester Murphy, que hab¨ªa sido contratado por el ex agente del FBI y de la CIA, J. J. Frank para sacar del pa¨ªs a 'una persona muy enferma que antes de morir quer¨ªa visitar a su madre en la Rep¨²blica Dominicana', descubri¨® posteriormente en las fotograf¨ªas de una revista que el supuesto enfermo era, en realidad, el desaparecido Jes¨²s Gal¨ªndez. Los esbirros del dictador se embarcaron entonces en una cadena de asesinatos que empez¨® con el propio Murphy. La desaparici¨®n de este ciudadano norteamericano puso tras la pista de Trujillo a un senador amigo de la familia del piloto, y esa presi¨®n llev¨® al dictador a multiplicar sus cr¨ªmenes, hasta nueve, en su af¨¢n por borrar la pista. El c¨ªrculo se cerr¨® fatalmente contra ¨¦l, con la aquiescencia de los servicios norteamericanos, el 30 de mayo de 1961, acribillado a balazos por el hermano de una de sus v¨ªctimas.
A estas alturas parece ya evidente que si Jes¨²s Gal¨ªndez fue entregado a los esbirros trujillistas el 12 de marzo de 1956 en el centro de Manhatan no fue s¨®lo para satisfacer la conocida vesania criminal de su jefe, sino tambi¨¦n para eliminar a un testigo inc¨®modo, un obst¨¢culo en el espectacular giro estrat¨¦gico que llev¨® a Estados Unidos a quebrar su actitud frente al r¨¦gimen de Franco. En el documental Gal¨ªndez, el abogado norteamericano Stuart A. McKeever, viejo investigador del caso, apuntala la teor¨ªa de que su desaparici¨®n fue una operaci¨®n urdida por gentes vinculadas a los servicios secretos norteamericanos. Los polic¨ªas que investigaron el caso y los fiscales que intervinieron en la vista contra los agentes norteamericanos implicados comparten ese juicio.
En la misma cinta documental, el principal acusado norteamericano del caso, el ex agente del FBI y de la CIA, J. J. Frank aparece en la tribuna que Franco y Trujillo ocuparon cuando el dictador dominicano lleg¨® a Madrid. Son im¨¢genes, tomadas del NO-DO (noticiero cinematogr¨¢f¨ªco de la ¨¦poca franquista), que a la luz de las evidencias posteriores adquieren gran significaci¨®n.
Queda la duda de si la eliminaci¨®n del testigo inc¨®modo que fue Gal¨ªndez fue una operaci¨®n a dos o tres bandas porque tambi¨¦n el r¨¦gimen franquista pod¨ªa estar interesado en la desaparici¨®n del delegado del Gobierno vasco en la ONU y en el Departamento de Estado, que trataba de evitar por todos los medios que Estados Unidos normalizara sus relaciones con Madrid. Aunque en los archivos espa?oles no hay, por lo visto, indicio alguno que avale un inter¨¦s en el caso, el documental Gal¨ªndez deja abierta la hip¨®tesis de que ¨¦ste fuera el precio pagado por la pol¨ªtica exterior de EE UU a sus pactos militares con Franco.
De lo que s¨ª existe certeza es de que Gal¨ªndez no encontr¨® nunca el reposo so?ado en la colina de Larreobe del valle de Amurrio. 'Ruego a quien se haga cargo de mi cuerpo y bienes', dej¨® escrito, 'que mis restos sean llevados un d¨ªa a Amurrio, en la finca de mi padre, en la parte donde se divisan las monta?as de mi patria'.
Han pasado ya 46 a?os, pero Gal¨ªndez se resiste a desaparecer en los sumideros de la historia. Ahora, que ya casi no quedan protagonistas directos de aquellos hechos, surgen nuevamente publicaciones, novelas, biograf¨ªas, pel¨ªculas de ficci¨®n y documentales que, como el que se estrena estos d¨ªas en San Sebasti¨¢n, interpelan m¨¢s certeramente sobre el doble misterio de su ambigua personalidad y de su impune asesinato. ?De d¨®nde surge este renovado inter¨¦s por el asunto? ?Qu¨¦ clase de atracci¨®n despierta ese nacionalista vasco nacido en Madrid, hombre de confianza del lehendakari Jos¨¦ Antonio Aguirre y cualificado informador de los servicios secretos norteamericanos? ?Hasta d¨®nde lleg¨® la amplia red vasca de espionaje desplegada contra el nazismo, primero, y el comunismo, despu¨¦s, que el PNV puso en manos de Estados Unidos?
Todo apunta a que el 'm¨¢rtir antifranquista' del nacionalismo vasco fue sacrificado en el altar mayor de la guerra fr¨ªa cuando el peligro comunista sustituy¨® como fantasma al derrotado nazismo y el Gobierno norteamericano pact¨® con el r¨¦gimen de Franco en un elocuente ejercicio de la m¨¢xima: 'El enemigo de mi enemigo es mi amigo'. Pese al manto de silencio y olvido que cubre aquellos a?os, s¨®lo los m¨¢s visceralmente anticomunistas de los dirigentes nacionalistas vascos dejaron de interpretar el comportamiento norteamericano como la traici¨®n de la potencia en la que hab¨ªan depositado todas sus esperanzas y muchos de sus mejores hombres. El caso Gal¨ªndez representa en el PNV la historia de un monumental fracaso; la tragedia culminante de una etapa turbia, poco honorable tambi¨¦n, que suscit¨® alg¨²n remordimiento y no pocos problemas dentro del restringido c¨ªrculo de dirigentes instalados en el secreto. Jes¨²s Gal¨ªndez desapareci¨® sin dejar rastro, la v¨ªspera, precisamente, de que la bandera franquista ondeara por primera vez en la sede de las Naciones Unidas, algo a lo que ¨¦l y su partido se hab¨ªan opuesto denodadamente.
Silencios
Puede decirse que, a lo largo de estas d¨¦cadas, el misterio Gal¨ªndez ha sobrevivido al paso del tiempo alimentado con el secreto mismo impuesto por las autoridades estadounidenses, con el silencio esquivo del PNV, con la eliminaci¨®n de los archivos gubernamentales en la Rep¨²blica Dominicana y, quiz¨¢, tambi¨¦n con la vocaci¨®n ahist¨®rica de la democracia espa?ola. Demasiado secreto en torno a un hombre que trat¨® de sostenerse en el vendaval internacional desatado tras la guerra civil espa?ola y que encontr¨® una muerte horrenda a manos de los sicarios de Le¨®nidas Trujillo, el dictador de la Rep¨²blica Dominicana.
Todav¨ªa hoy, al amparo de la doctrina de la 'seguridad nacional' estrenada precisamente con este caso, el Departamento de Justicia norteamericano contin¨²a guardando en secreto m¨¢s de 10.000 folios, pese a que buena parte del material ha sido desclasificado, siempre con cuentagotas y reservas, como si el contenido amenazara todav¨ªa la reputaci¨®n de los supervivientes y el buen nombre de la Administraci¨®n, como si los ecos de aquel gran esc¨¢ndalo no hubieran desaparecido enteramente. Los informes puestos a la luz, y de manera bien ef¨ªmera, por cierto, en Internet, ocultan las identidades de muchos de los agentes implicados en el caso y pr¨¢cticamente de la totalidad de los componentes de la red vasca de espionaje que sirvi¨® a EE UU desde las capitales latinoamericanas y europeas.
El agente Rojas
Contra las versiones difundidas durante a?os desde el nacionalismo, los documentos desclasificados dan cumplida constancia de que Jes¨²s Gal¨ªndez, delegado en Nueva York del Gobierno vasco en el exilio, trabaj¨® efectivamente como informador, al menos del FBI durante 12 a?os, con el sobrenombre de agente Rojas y el c¨®digo en clave ND507. Fue un informador valioso, puesto que sus jefes le aumentaron progresivamente su n¨®mina, que pas¨® de 50 a 125 d¨®lares, m¨¢s 30 para gastos. Seg¨²n el historiador alem¨¢n, afincado en Euskadi, Ludger Mees, autor de El p¨¦ndulo patri¨®tico, Gal¨ªndez hizo transferencias bancarias por un monto de un mill¨®n de d¨®lares durante los seis a?os previos a su muerte. Es un dato que figura tambi¨¦n en El ojo del presidente, escrito por el agente Tony Ulasewiez, quien investig¨® la desaparici¨®n de Gal¨ªndez desde las oficinas centrales de la BOSSI neoyorquina (Oficina de Investigaciones y Servicios Especiales).
Hijo de un oftalm¨®logo alav¨¦s instalado en Madrid y de una madrile?a de ascendencia vasca que falleci¨® cuando era un ni?o, Jes¨²s de Gal¨ªndez Su¨¢rez cultiv¨® desde su infancia una idealizada pasi¨®n por el Pa¨ªs Vasco, alimentada con los recuerdos id¨ªlicos de las vacaciones en la casa paterna de la Llanada alavesa. Estudi¨® Derecho Pol¨ªtico en la Universidad Complutense y milit¨® en las juventudes universitarias del PNV. Al estallar la guerra se convirti¨® en el ayudante del entonces ministro de Justicia, el nacionalista vasco Manuel de Irujo, y desde su puesto facilit¨® el intercambio de personalidades detenidas en uno y otro bando. Cuando Irujo sali¨® del Gobierno, Gal¨ªndez fue nombrado, con 21 a?os, secretario auditor del Tribunal Superior del Ej¨¦rcito del Este. Al igual que cientos de miles de republicanos, huy¨® a Francia tras la derrota, y de all¨ª, en 1939, se traslad¨® a la Rep¨²blica Dominicana, cuyo presidente, Le¨®nidas Trujillo, practicaba la pol¨ªtica de puertas abiertas hacia los exiliados espa?oles, obsesionado, por lo visto, con la idea de 'blanquear la raza'. Gal¨ªndez se convirti¨® en profesor de la Escuela Diplom¨¢tica dominicana, en funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores y, sobre todo, en uno de los profesores de Ramfis Trujillo, el hijo del presidente que a sus cuatro a?os ten¨ªa ya el grado de coronel.
Su privilegiada relaci¨®n con el dictador se rompi¨® en 1946, cuando ejerc¨ªa de secretario de la Comisi¨®n de Salarios M¨ªnimos y foment¨® un acuerdo con los huelguistas del az¨²car, uno de cuyos l¨ªderes fue asesinado. Cat¨®lico y humanista, el exiliado vasco no soport¨® por m¨¢s tiempo la verdadera naturaleza del r¨¦gimen trujillista y huy¨® a Estados Unidos por miedo tambi¨¦n a las represalias.
El c¨®digo DR-10
La documentaci¨®n del FBI da cuenta de que Gal¨ªndez trabaj¨® ya para la inteligencia militar de Estados Unidos y el FBI antes de trasladarse a Nueva York, mientras pertenec¨ªa a la Administraci¨®n dominicana. 'Hab¨ªa creado su red de informadores dentro del ej¨¦rcito dominicano; de la empresa Granada, filial de la United Fruits C., y de otras compa?¨ªas, y, preferentemente, daba cuenta, bajo el c¨®digo DR-10, de las actividades de grupos e individuos falangistas y comunistas', confirma Ulasewiez.
Al llegar a Nueva York, Gal¨ªndez se integr¨® en el equipo de Ant¨®n Irala, delegado del Gobierno Vasco en EE UU que gozaba de bastante predicamento en el Departamento de Estado. Enseguida pas¨® a formar parte de la n¨®mina oficial de informantes que dirig¨ªa el responsable del FBI, Hoover, y desde entonces hasta su desaparici¨®n suministr¨® al FBI cientos de informes sobre las actividades pro comunistas en la comunidad hispanohablante de Nueva York. 'Gal¨ªndez informaba regularmente sobre las actividades del Partido Nacionalista de Puerto Rico, el Comit¨¦ para la Unidad de Latinoam¨¦rica y la Brigada de Veteranos de Abraham Lincoln, todos ellos bajo sospecha de ser organizaciones comunistas', sostiene Ulasewiez. Seg¨²n el detective de la polic¨ªa neoyorquina, en uno de esos informes, Gal¨ªndez avis¨® a su jefe del FBI sobre las intenciones de Fidel Castro de derrotar militarmente a Batista, 'un asunto que, pese a todo, pill¨® a la CIA desprevenida'.
En el documental que se estrena estos d¨ªas en el Festival de Cine de San Sebasti¨¢n, realizado por Ana D¨ªez y producido por ?ngel Amigo, alguno de sus compa?eros de exilio le recuerdan ahora tomando notas de los asistentes y contenidos de las reuniones. Ninguno, sin embargo, lleg¨® a sospechar que pudiera ser un informador del FBI o de la CIA. 'El ambiente era un basurero pol¨ªtico', dice Mario Salegui, 'porque en esos a?os cincuenta no bastaba con que uno no fuera comunista, hab¨ªa que ser anticomunista'.
El espionaje a sus propios compatriotas espa?oles, combatientes derrotados como ¨¦l en la lucha antifranquista, proyecta sobre Gal¨ªndez una imagen que, seg¨²n Gregorio Mor¨¢n (Los espa?oles que dejaron de serlo) y otros autores, no se corresponde exactamente con su personalidad pol¨ªtica. 'Hay en Gal¨ªndez un l¨®gico y coherente anticomunismo, consecuente con su mundo ideol¨®gico dem¨®crata cristiano, pero ¨¦l distingue entre un anticomunismo positivo y otro negativo'. Es cierto, desde luego, que, frente al racismo que destilan otros art¨ªculos publicados en esos a?os en la revista Alderdi (Partido), Gal¨ªndez proclama que 'ser vasco no supone superioridad alguna sobre los dem¨¢s pueblos', llama la atenci¨®n sobre la necesidad de tener una pol¨ªtica social y afirma que 'los anticomunistas parece que s¨®lo saben luchar contra el comunismo olvidando que hay cosas concretas por defender'. Y en la misma publicaci¨®n escribi¨® en marzo de 1954: 'Yo combat¨ª con las armas en la mano al fascismo y me opongo con igual energ¨ªa al comunismo, porque defiendo la libertad y soy al¨¦rgico a lo que suponga dictadura. Por eso mismo cada d¨ªa me preocupan m¨¢s ciertos giros ideol¨®gicos que est¨¢ tomando la guerra fr¨ªa, especialmente en Hispanoam¨¦rica'.
?Como se explica entonces, en el plano de la moral personal, la actuaci¨®n de Gal¨ªndez? Se sabe, por los informes del FBI desclasificados, que rehuy¨® mientras pudo la tarea de espiar a sus compatriotas comunistas. 'Este informador prefer¨ªa hacer informes sobre actividades distintas a las de los comunistas. A cambio de esta preferencia, se acord¨® que no escondiera tampoco ninguna informaci¨®n relativa a las actividades comunistas. Est¨¢ considerado como un informador importante del Partido Comunista', se indica en el mismo informe, en el que se le define como 'un individuo extremadamente inteligente' que 'evita que su tendencia personal a subestimar a determinados individuos y grupos influya en sus informes de los hechos'. Se sabe igualmente que los planteamientos de Gal¨ªndez chocaban con las posiciones de Ant¨®n Irala y de Jos¨¦ Michelena, responsables de la red de espionaje del PNV, y que, probablemente, coincid¨ªan bastante m¨¢s con las de Juan Ajuriaguerra, l¨ªder del partido en Euskadi y Espa?a, donde el PNV dispon¨ªa de su red de informaci¨®n. Ajuriaguerra recel¨® siempre de esa colaboraci¨®n ciega con los americanos. Ten¨ªa sus motivos, y no s¨®lo porque la Sexta Flota fondeaba en los puertos espa?oles y porque Eisenhower se montaba en el Mercedes-Benz que Hitler le regal¨® a Franco.
Doble espionaje
Seg¨²n el escritor y periodista Gregorio Mor¨¢n, el propio Ajuriaguerra cont¨® a sus colaboradores m¨¢s pr¨®ximos que los militantes comunistas en una gran factor¨ªa bilba¨ªna hab¨ªan sido detenidos porque los norteamericanos hab¨ªan pasado a la polic¨ªa espa?ola los datos de un informe hecho por los nacionalistas. 'El PNV estaba siendo utilizado no para la liberaci¨®n de Euskadi, sino para la pol¨ªtica exterior de Estados Unidos'. El historiador Ludger Mees opina tambi¨¦n que si Ajuriaguerra abandon¨® temporalmente el PNV en 1953 -un hecho silenciado y todav¨ªa poco conocido- fue precisamente por la 'falta de control' real sobre las actuaciones de los servicios vascos en Latinoam¨¦rica. 'O acabamos con esto o me voy', le emplaz¨® al lehendakari Aguirre.
'Durante la Guerra Mundial, el nacionalismo y el conjunto de las fuerzas antifranquistas pensaron que la derrota nazi traer¨ªa consigo la ca¨ªda del franquismo', explica el historiador. 'Fue un momento de euforia en el que el PNV crey¨® que los americanos pod¨ªan contribuir decisivamente a conseguir la independencia de Euskadi. El propio presidente Jos¨¦ Antonio Aguirre puso en marcha la colaboraci¨®n con el Departamento de Estado norteamericano', indica. 'La red nacionalista en Europa y Latinoam¨¦rica era muy activa y tuvo muchos ¨¦xitos en la lucha contra los alemanes, mucho m¨¢s que contra el comunismo, desde luego, porque aunque se desconocen los informes que suministraba la red vasca hay evidencias de que los servicios secretos se quejaron de la escasa eficacia de la red vasca en Latinoam¨¦rica. De hecho', a?ade, 'en agosto del 46 los norteamericanos les redujeron el dinero a la mitad, y al ver que EE UU perd¨ªa inter¨¦s en ellos, Ant¨®n Irala y el consejero del Gobierno vasco en el exilio Jos¨¦ Mar¨ªa Lasarte propusieron sustituir a los agentes nacionalistas por otros de la misma red vasca, pero con mayor penetraci¨®n en los ambientes comunistas. Llegaron, incluso, a ofrecerse a trabajar gratis para los americanos'. Ludger Mees sostiene que existe base documental suficiente como para afirmar que la red vasca de espionaje exterior estuvo activa, al menos en Argentina, hasta 1973.
A su juicio, el dinero, muy importante al principio para mantener la organizaci¨®n en el exilio, fue perdiendo importancia en la medida en que la contribuci¨®n de los colectivos vascos empezaba a cubrir las necesidades b¨¢sicas. Mucho tiempo despu¨¦s, sin embargo, Juan Ajuriaguerra todav¨ªa organizaba algunas trifulcas internas a cuenta de la falta de transparencia de los dineros del partido. En su libro, Ulasewiez indica que, aunque Gal¨ªndez resid¨ªa a unos pasos de la elegante Quinta Avenida, en realidad viv¨ªa de una manera casi asc¨¦tica, y que sus ingresos anuales no superaban los 3.600 d¨®lares, datos que no respaldan la imagen de bon vivant que ten¨ªa en algunos c¨ªrculos.
Pero el detective Ulasewiez escribe tambi¨¦n que los informes financieros que Gal¨ªndez entregaba anualmente al Departamento de Justicia de Washington acreditaban que entre 1950 y el a?o de su muerte, 1956, hab¨ªa recibido y distribuido m¨¢s de un mill¨®n de d¨®lares. 'Nadie hab¨ªa sospechado nada puesto que en su ficha como agente del Gobierno vasco en el exilio figuraba entre sus actividades el recibo y la distribuci¨®n de contribuciones econ¨®micas a la causa vasca' (...) 'No obstante, despu¨¦s de su desaparici¨®n, el inter¨¦s de la CIA por Gal¨ªndez empez¨® a suscitar sospechas de que ¨¦ste era en realidad un pagador de agentes de la CIA camuflados dentro de la resistencia vasca, que operaban en secreto en Europa, Suram¨¦rica y Centroam¨¦rica. Segu¨ª la pista de la distribuci¨®n de parte del dinero que Gal¨ªndez recog¨ªa, y descubr¨ª que manten¨ªa dos cuentas bancarias en Ginebra (Suiza). El banco ten¨ªa instrucciones de transferir el dinero a varias cuentas'.
Eso explica, quiz¨¢, que un agente de la CIA penetrara en el piso de Gal¨ªndez, antes de que se hubiera informado de su desaparici¨®n, y vaciara el malet¨ªn marr¨®n que llevaba casi siempre consigo. Eso puede explicar tambi¨¦n el meticuloso registro y la incautaci¨®n de archivos practicados posteriormente en la delegaci¨®n del Gobierno vasco en Nueva York.
Pese a sus intensas actividades acad¨¦micas -era profesor de la Universidad de Columbia-, pol¨ªticas y sociales, Gal¨ªndez no abandon¨® nunca sus ataques al r¨¦gimen de Trujillo. En los meses previos a su asesinato, era casi de dominio p¨²blico que Gal¨ªndez preparaba una tesis demoledora de 700 p¨¢ginas sobre el car¨¢cter criminal del r¨¦gimen trujillista, tesis publicada tres meses despu¨¦s del asesinato. Buen conocedor de la idiosincrasia de Le¨®nidas Trujillo, el escritor dominicano Bernardo Vega cree que en el ¨¢nimo de venganza del dictador debieron de pesar m¨¢s los art¨ªculos en los que Gal¨ªndez expon¨ªa que Ramfis Trujillo era un hijo adulterino. Es posible. En todo caso, Trujillo trat¨® de hacerse con el libro ofreciendo 100.000 d¨®lares y agentes del FBI aconsejaron a Gal¨ªndez que desistiera. El mensaje fue todav¨ªa m¨¢s expl¨ªcito: 'Si sigues adelante, no podremos protegerte, tendremos que prescindir de tus servicios'. La nueva pol¨ªtica norteamericana pasaba por la colaboraci¨®n y el sostenimiento de las dictaduras anticomunistas y el dictador dominicano gozaba de la protecci¨®n de los servicios secretos norteamericanos en sus viajes por el extranjero.
La ¨²ltima vez
Gal¨ªndez fue visto por ¨²ltima vez a las 22.30 horas de la noche del 12 de marzo de 1956 en la estaci¨®n de metro de Columbus Circle. Acababa de dar clase en la Universidad y se dirig¨ªa a su casa. Testimonios confidenciales recogidos posteriormente permiten establecer que fue sacado de su apartamento por personas de su confianza -los investigadores apuntan a ex agentes de los servicios secretos-, drogado y trasladado en avioneta a la Rep¨²blica Dominicana, y de all¨ª en un avi¨®n militar hasta el rancho particular de Trujillo, la Hacienda Fundaci¨®n, donde se habr¨ªa encontrado con el dictador antes de pasar a manos de sus torturadores. Los sicarios de Trujillo le sacaron, presuntamente, los ojos, le cortaron la lengua, le arrancaron las u?as y le machacaron los huesos lentamente con un mazo. Luego quemaron el cad¨¢ver y lo echaron a los tiburones. Ten¨ªa 41 a?os de edad.
El principio del fin de Trujillo
El asesinato de Gal¨ªndez marc¨® el principio del fin de Trujillo. El joven piloto Gerald Lester Murphy, que hab¨ªa sido contratado por el ex agente del FBI y de la CIA, J. J. Frank para sacar del pa¨ªs a 'una persona muy enferma que antes de morir quer¨ªa visitar a su madre en la Rep¨²blica Dominicana', descubri¨® posteriormente en las fotograf¨ªas de una revista que el supuesto enfermo era, en realidad, el desaparecido Jes¨²s Gal¨ªndez. Los esbirros del dictador se embarcaron entonces en una cadena de asesinatos que empez¨® con el propio Murphy. La desaparici¨®n de este ciudadano norteamericano puso tras la pista de Trujillo a un senador amigo de la familia del piloto, y esa presi¨®n llev¨® al dictador a multiplicar sus cr¨ªmenes, hasta nueve, en su af¨¢n por borrar la pista. El c¨ªrculo se cerr¨® fatalmente contra ¨¦l, con la aquiescencia de los servicios norteamericanos, el 30 de mayo de 1961, acribillado a balazos por el hermano de una de sus v¨ªctimas.
A estas alturas parece ya evidente que si Jes¨²s Gal¨ªndez fue entregado a los esbirros trujillistas el 12 de marzo de 1956 en el centro de Manhatan no fue s¨®lo para satisfacer la conocida vesania criminal de su jefe, sino tambi¨¦n para eliminar a un testigo inc¨®modo, un obst¨¢culo en el espectacular giro estrat¨¦gico que llev¨® a Estados Unidos a quebrar su actitud frente al r¨¦gimen de Franco. En el documental Gal¨ªndez, el abogado norteamericano Stuart A. McKeever, viejo investigador del caso, apuntala la teor¨ªa de que su desaparici¨®n fue una operaci¨®n urdida por gentes vinculadas a los servicios secretos norteamericanos. Los polic¨ªas que investigaron el caso y los fiscales que intervinieron en la vista contra los agentes norteamericanos implicados comparten ese juicio.
En la misma cinta documental, el principal acusado norteamericano del caso, el ex agente del FBI y de la CIA, J. J. Frank aparece en la tribuna que Franco y Trujillo ocuparon cuando el dictador dominicano lleg¨® a Madrid. Son im¨¢genes, tomadas del NO-DO (noticiero cinematogr¨¢f¨ªco de la ¨¦poca franquista), que a la luz de las evidencias posteriores adquieren gran significaci¨®n.
Queda la duda de si la eliminaci¨®n del testigo inc¨®modo que fue Gal¨ªndez fue una operaci¨®n a dos o tres bandas porque tambi¨¦n el r¨¦gimen franquista pod¨ªa estar interesado en la desaparici¨®n del delegado del Gobierno vasco en la ONU y en el Departamento de Estado, que trataba de evitar por todos los medios que Estados Unidos normalizara sus relaciones con Madrid. Aunque en los archivos espa?oles no hay, por lo visto, indicio alguno que avale un inter¨¦s en el caso, el documental Gal¨ªndez deja abierta la hip¨®tesis de que ¨¦ste fuera el precio pagado por la pol¨ªtica exterior de EE UU a sus pactos militares con Franco.
De lo que s¨ª existe certeza es de que Gal¨ªndez no encontr¨® nunca el reposo so?ado en la colina de Larreobe del valle de Amurrio. 'Ruego a quien se haga cargo de mi cuerpo y bienes', dej¨® escrito, 'que mis restos sean llevados un d¨ªa a Amurrio, en la finca de mi padre, en la parte donde se divisan las monta?as de mi patria'.
Han pasado ya 46 a?os, pero Gal¨ªndez se resiste a desaparecer en los sumideros de la historia. Ahora, que ya casi no quedan protagonistas directos de aquellos hechos, surgen nuevamente publicaciones, novelas, biograf¨ªas, pel¨ªculas de ficci¨®n y documentales que, como el que se estrena estos d¨ªas en San Sebasti¨¢n, interpelan m¨¢s certeramente sobre el doble misterio de su ambigua personalidad y de su impune asesinato. ?De d¨®nde surge este renovado inter¨¦s por el asunto? ?Qu¨¦ clase de atracci¨®n despierta ese nacionalista vasco nacido en Madrid, hombre de confianza del lehendakari Jos¨¦ Antonio Aguirre y cualificado informador de los servicios secretos norteamericanos? ?Hasta d¨®nde lleg¨® la amplia red vasca de espionaje desplegada contra el nazismo, primero, y el comunismo, despu¨¦s, que el PNV puso en manos de Estados Unidos?
Todo apunta a que el 'm¨¢rtir antifranquista' del nacionalismo vasco fue sacrificado en el altar mayor de la guerra fr¨ªa cuando el peligro comunista sustituy¨® como fantasma al derrotado nazismo y el Gobierno norteamericano pact¨® con el r¨¦gimen de Franco en un elocuente ejercicio de la m¨¢xima: 'El enemigo de mi enemigo es mi amigo'. Pese al manto de silencio y olvido que cubre aquellos a?os, s¨®lo los m¨¢s visceralmente anticomunistas de los dirigentes nacionalistas vascos dejaron de interpretar el comportamiento norteamericano como la traici¨®n de la potencia en la que hab¨ªan depositado todas sus esperanzas y muchos de sus mejores hombres. El caso Gal¨ªndez representa en el PNV la historia de un monumental fracaso; la tragedia culminante de una etapa turbia, poco honorable tambi¨¦n, que suscit¨® alg¨²n remordimiento y no pocos problemas dentro del restringido c¨ªrculo de dirigentes instalados en el secreto. Jes¨²s Gal¨ªndez desapareci¨® sin dejar rastro, la v¨ªspera, precisamente, de que la bandera franquista ondeara por primera vez en la sede de las Naciones Unidas, algo a lo que ¨¦l y su partido se hab¨ªan opuesto denodadamente.
Silencios
Puede decirse que, a lo largo de estas d¨¦cadas, el misterio Gal¨ªndez ha sobrevivido al paso del tiempo alimentado con el secreto mismo impuesto por las autoridades estadounidenses, con el silencio esquivo del PNV, con la eliminaci¨®n de los archivos gubernamentales en la Rep¨²blica Dominicana y, quiz¨¢, tambi¨¦n con la vocaci¨®n ahist¨®rica de la democracia espa?ola. Demasiado secreto en torno a un hombre que trat¨® de sostenerse en el vendaval internacional desatado tras la guerra civil espa?ola y que encontr¨® una muerte horrenda a manos de los sicarios de Le¨®nidas Trujillo, el dictador de la Rep¨²blica Dominicana.
Todav¨ªa hoy, al amparo de la doctrina de la 'seguridad nacional' estrenada precisamente con este caso, el Departamento de Justicia norteamericano contin¨²a guardando en secreto m¨¢s de 10.000 folios, pese a que buena parte del material ha sido desclasificado, siempre con cuentagotas y reservas, como si el contenido amenazara todav¨ªa la reputaci¨®n de los supervivientes y el buen nombre de la Administraci¨®n, como si los ecos de aquel gran esc¨¢ndalo no hubieran desaparecido enteramente. Los informes puestos a la luz, y de manera bien ef¨ªmera, por cierto, en Internet, ocultan las identidades de muchos de los agentes implicados en el caso y pr¨¢cticamente de la totalidad de los componentes de la red vasca de espionaje que sirvi¨® a EE UU desde las capitales latinoamericanas y europeas.
El agente Rojas
Contra las versiones difundidas durante a?os desde el nacionalismo, los documentos desclasificados dan cumplida constancia de que Jes¨²s Gal¨ªndez, delegado en Nueva York del Gobierno vasco en el exilio, trabaj¨® efectivamente como informador, al menos del FBI durante 12 a?os, con el sobrenombre de agente Rojas y el c¨®digo en clave ND507. Fue un informador valioso, puesto que sus jefes le aumentaron progresivamente su n¨®mina, que pas¨® de 50 a 125 d¨®lares, m¨¢s 30 para gastos. Seg¨²n el historiador alem¨¢n, afincado en Euskadi, Ludger Mees, autor de El p¨¦ndulo patri¨®tico, Gal¨ªndez hizo transferencias bancarias por un monto de un mill¨®n de d¨®lares durante los seis a?os previos a su muerte. Es un dato que figura tambi¨¦n en El ojo del presidente, escrito por el agente Tony Ulasewiez, quien investig¨® la desaparici¨®n de Gal¨ªndez desde las oficinas centrales de la BOSSI neoyorquina (Oficina de Investigaciones y Servicios Especiales).
Hijo de un oftalm¨®logo alav¨¦s instalado en Madrid y de una madrile?a de ascendencia vasca que falleci¨® cuando era un ni?o, Jes¨²s de Gal¨ªndez Su¨¢rez cultiv¨® desde su infancia una idealizada pasi¨®n por el Pa¨ªs Vasco, alimentada con los recuerdos id¨ªlicos de las vacaciones en la casa paterna de la Llanada alavesa. Estudi¨® Derecho Pol¨ªtico en la Universidad Complutense y milit¨® en las juventudes universitarias del PNV. Al estallar la guerra se convirti¨® en el ayudante del entonces ministro de Justicia, el nacionalista vasco Manuel de Irujo, y desde su puesto facilit¨® el intercambio de personalidades detenidas en uno y otro bando. Cuando Irujo sali¨® del Gobierno, Gal¨ªndez fue nombrado, con 21 a?os, secretario auditor del Tribunal Superior del Ej¨¦rcito del Este. Al igual que cientos de miles de republicanos, huy¨® a Francia tras la derrota, y de all¨ª, en 1939, se traslad¨® a la Rep¨²blica Dominicana, cuyo presidente, Le¨®nidas Trujillo, practicaba la pol¨ªtica de puertas abiertas hacia los exiliados espa?oles, obsesionado, por lo visto, con la idea de 'blanquear la raza'. Gal¨ªndez se convirti¨® en profesor de la Escuela Diplom¨¢tica dominicana, en funcionario del Ministerio de Asuntos Exteriores y, sobre todo, en uno de los profesores de Ramfis Trujillo, el hijo del presidente que a sus cuatro a?os ten¨ªa ya el grado de coronel.
Su privilegiada relaci¨®n con el dictador se rompi¨® en 1946, cuando ejerc¨ªa de secretario de la Comisi¨®n de Salarios M¨ªnimos y foment¨® un acuerdo con los huelguistas del az¨²car, uno de cuyos l¨ªderes fue asesinado. Cat¨®lico y humanista, el exiliado vasco no soport¨® por m¨¢s tiempo la verdadera naturaleza del r¨¦gimen trujillista y huy¨® a Estados Unidos por miedo tambi¨¦n a las represalias.
El c¨®digo DR-10
La documentaci¨®n del FBI da cuenta de que Gal¨ªndez trabaj¨® ya para la inteligencia militar de Estados Unidos y el FBI antes de trasladarse a Nueva York, mientras pertenec¨ªa a la Administraci¨®n dominicana. 'Hab¨ªa creado su red de informadores dentro del ej¨¦rcito dominicano; de la empresa Granada, filial de la United Fruits C., y de otras compa?¨ªas, y, preferentemente, daba cuenta, bajo el c¨®digo DR-10, de las actividades de grupos e individuos falangistas y comunistas', confirma Ulasewiez.
Al llegar a Nueva York, Gal¨ªndez se integr¨® en el equipo de Ant¨®n Irala, delegado del Gobierno Vasco en EE UU que gozaba de bastante predicamento en el Departamento de Estado. Enseguida pas¨® a formar parte de la n¨®mina oficial de informantes que dirig¨ªa el responsable del FBI, Hoover, y desde entonces hasta su desaparici¨®n suministr¨® al FBI cientos de informes sobre las actividades pro comunistas en la comunidad hispanohablante de Nueva York. 'Gal¨ªndez informaba regularmente sobre las actividades del Partido Nacionalista de Puerto Rico, el Comit¨¦ para la Unidad de Latinoam¨¦rica y la Brigada de Veteranos de Abraham Lincoln, todos ellos bajo sospecha de ser organizaciones comunistas', sostiene Ulasewiez. Seg¨²n el detective de la polic¨ªa neoyorquina, en uno de esos informes, Gal¨ªndez avis¨® a su jefe del FBI sobre las intenciones de Fidel Castro de derrotar militarmente a Batista, 'un asunto que, pese a todo, pill¨® a la CIA desprevenida'.
En el documental que se estrena estos d¨ªas en el Festival de Cine de San Sebasti¨¢n, realizado por Ana D¨ªez y producido por ?ngel Amigo, alguno de sus compa?eros de exilio le recuerdan ahora tomando notas de los asistentes y contenidos de las reuniones. Ninguno, sin embargo, lleg¨® a sospechar que pudiera ser un informador del FBI o de la CIA. 'El ambiente era un basurero pol¨ªtico', dice Mario Salegui, 'porque en esos a?os cincuenta no bastaba con que uno no fuera comunista, hab¨ªa que ser anticomunista'.
El espionaje a sus propios compatriotas espa?oles, combatientes derrotados como ¨¦l en la lucha antifranquista, proyecta sobre Gal¨ªndez una imagen que, seg¨²n Gregorio Mor¨¢n (Los espa?oles que dejaron de serlo) y otros autores, no se corresponde exactamente con su personalidad pol¨ªtica. 'Hay en Gal¨ªndez un l¨®gico y coherente anticomunismo, consecuente con su mundo ideol¨®gico dem¨®crata cristiano, pero ¨¦l distingue entre un anticomunismo positivo y otro negativo'. Es cierto, desde luego, que, frente al racismo que destilan otros art¨ªculos publicados en esos a?os en la revista Alderdi (Partido), Gal¨ªndez proclama que 'ser vasco no supone superioridad alguna sobre los dem¨¢s pueblos', llama la atenci¨®n sobre la necesidad de tener una pol¨ªtica social y afirma que 'los anticomunistas parece que s¨®lo saben luchar contra el comunismo olvidando que hay cosas concretas por defender'. Y en la misma publicaci¨®n escribi¨® en marzo de 1954: 'Yo combat¨ª con las armas en la mano al fascismo y me opongo con igual energ¨ªa al comunismo, porque defiendo la libertad y soy al¨¦rgico a lo que suponga dictadura. Por eso mismo cada d¨ªa me preocupan m¨¢s ciertos giros ideol¨®gicos que est¨¢ tomando la guerra fr¨ªa, especialmente en Hispanoam¨¦rica'.
?Como se explica entonces, en el plano de la moral personal, la actuaci¨®n de Gal¨ªndez? Se sabe, por los informes del FBI desclasificados, que rehuy¨® mientras pudo la tarea de espiar a sus compatriotas comunistas. 'Este informador prefer¨ªa hacer informes sobre actividades distintas a las de los comunistas. A cambio de esta preferencia, se acord¨® que no escondiera tampoco ninguna informaci¨®n relativa a las actividades comunistas. Est¨¢ considerado como un informador importante del Partido Comunista', se indica en el mismo informe, en el que se le define como 'un individuo extremadamente inteligente' que 'evita que su tendencia personal a subestimar a determinados individuos y grupos influya en sus informes de los hechos'. Se sabe igualmente que los planteamientos de Gal¨ªndez chocaban con las posiciones de Ant¨®n Irala y de Jos¨¦ Michelena, responsables de la red de espionaje del PNV, y que, probablemente, coincid¨ªan bastante m¨¢s con las de Juan Ajuriaguerra, l¨ªder del partido en Euskadi y Espa?a, donde el PNV dispon¨ªa de su red de informaci¨®n. Ajuriaguerra recel¨® siempre de esa colaboraci¨®n ciega con los americanos. Ten¨ªa sus motivos, y no s¨®lo porque la Sexta Flota fondeaba en los puertos espa?oles y porque Eisenhower se montaba en el Mercedes-Benz que Hitler le regal¨® a Franco.
Doble espionaje
Seg¨²n el escritor y periodista Gregorio Mor¨¢n, el propio Ajuriaguerra cont¨® a sus colaboradores m¨¢s pr¨®ximos que los militantes comunistas en una gran factor¨ªa bilba¨ªna hab¨ªan sido detenidos porque los norteamericanos hab¨ªan pasado a la polic¨ªa espa?ola los datos de un informe hecho por los nacionalistas. 'El PNV estaba siendo utilizado no para la liberaci¨®n de Euskadi, sino para la pol¨ªtica exterior de Estados Unidos'. El historiador Ludger Mees opina tambi¨¦n que si Ajuriaguerra abandon¨® temporalmente el PNV en 1953 -un hecho silenciado y todav¨ªa poco conocido- fue precisamente por la 'falta de control' real sobre las actuaciones de los servicios vascos en Latinoam¨¦rica. 'O acabamos con esto o me voy', le emplaz¨® al lehendakari Aguirre.
'Durante la Guerra Mundial, el nacionalismo y el conjunto de las fuerzas antifranquistas pensaron que la derrota nazi traer¨ªa consigo la ca¨ªda del franquismo', explica el historiador. 'Fue un momento de euforia en el que el PNV crey¨® que los americanos pod¨ªan contribuir decisivamente a conseguir la independencia de Euskadi. El propio presidente Jos¨¦ Antonio Aguirre puso en marcha la colaboraci¨®n con el Departamento de Estado norteamericano', indica. 'La red nacionalista en Europa y Latinoam¨¦rica era muy activa y tuvo muchos ¨¦xitos en la lucha contra los alemanes, mucho m¨¢s que contra el comunismo, desde luego, porque aunque se desconocen los informes que suministraba la red vasca hay evidencias de que los servicios secretos se quejaron de la escasa eficacia de la red vasca en Latinoam¨¦rica. De hecho', a?ade, 'en agosto del 46 los norteamericanos les redujeron el dinero a la mitad, y al ver que EE UU perd¨ªa inter¨¦s en ellos, Ant¨®n Irala y el consejero del Gobierno vasco en el exilio Jos¨¦ Mar¨ªa Lasarte propusieron sustituir a los agentes nacionalistas por otros de la misma red vasca, pero con mayor penetraci¨®n en los ambientes comunistas. Llegaron, incluso, a ofrecerse a trabajar gratis para los americanos'. Ludger Mees sostiene que existe base documental suficiente como para afirmar que la red vasca de espionaje exterior estuvo activa, al menos en Argentina, hasta 1973.
A su juicio, el dinero, muy importante al principio para mantener la organizaci¨®n en el exilio, fue perdiendo importancia en la medida en que la contribuci¨®n de los colectivos vascos empezaba a cubrir las necesidades b¨¢sicas. Mucho tiempo despu¨¦s, sin embargo, Juan Ajuriaguerra todav¨ªa organizaba algunas trifulcas internas a cuenta de la falta de transparencia de los dineros del partido. En su libro, Ulasewiez indica que, aunque Gal¨ªndez resid¨ªa a unos pasos de la elegante Quinta Avenida, en realidad viv¨ªa de una manera casi asc¨¦tica, y que sus ingresos anuales no superaban los 3.600 d¨®lares, datos que no respaldan la imagen de bon vivant que ten¨ªa en algunos c¨ªrculos.
Pero el detective Ulasewiez escribe tambi¨¦n que los informes financieros que Gal¨ªndez entregaba anualmente al Departamento de Justicia de Washington acreditaban que entre 1950 y el a?o de su muerte, 1956, hab¨ªa recibido y distribuido m¨¢s de un mill¨®n de d¨®lares. 'Nadie hab¨ªa sospechado nada puesto que en su ficha como agente del Gobierno vasco en el exilio figuraba entre sus actividades el recibo y la distribuci¨®n de contribuciones econ¨®micas a la causa vasca' (...) 'No obstante, despu¨¦s de su desaparici¨®n, el inter¨¦s de la CIA por Gal¨ªndez empez¨® a suscitar sospechas de que ¨¦ste era en realidad un pagador de agentes de la CIA camuflados dentro de la resistencia vasca, que operaban en secreto en Europa, Suram¨¦rica y Centroam¨¦rica. Segu¨ª la pista de la distribuci¨®n de parte del dinero que Gal¨ªndez recog¨ªa, y descubr¨ª que manten¨ªa dos cuentas bancarias en Ginebra (Suiza). El banco ten¨ªa instrucciones de transferir el dinero a varias cuentas'.
Eso explica, quiz¨¢, que un agente de la CIA penetrara en el piso de Gal¨ªndez, antes de que se hubiera informado de su desaparici¨®n, y vaciara el malet¨ªn marr¨®n que llevaba casi siempre consigo. Eso puede explicar tambi¨¦n el meticuloso registro y la incautaci¨®n de archivos practicados posteriormente en la delegaci¨®n del Gobierno vasco en Nueva York.
Pese a sus intensas actividades acad¨¦micas -era profesor de la Universidad de Columbia-, pol¨ªticas y sociales, Gal¨ªndez no abandon¨® nunca sus ataques al r¨¦gimen de Trujillo. En los meses previos a su asesinato, era casi de dominio p¨²blico que Gal¨ªndez preparaba una tesis demoledora de 700 p¨¢ginas sobre el car¨¢cter criminal del r¨¦gimen trujillista, tesis publicada tres meses despu¨¦s del asesinato. Buen conocedor de la idiosincrasia de Le¨®nidas Trujillo, el escritor dominicano Bernardo Vega cree que en el ¨¢nimo de venganza del dictador debieron de pesar m¨¢s los art¨ªculos en los que Gal¨ªndez expon¨ªa que Ramfis Trujillo era un hijo adulterino. Es posible. En todo caso, Trujillo trat¨® de hacerse con el libro ofreciendo 100.000 d¨®lares y agentes del FBI aconsejaron a Gal¨ªndez que desistiera. El mensaje fue todav¨ªa m¨¢s expl¨ªcito: 'Si sigues adelante, no podremos protegerte, tendremos que prescindir de tus servicios'. La nueva pol¨ªtica norteamericana pasaba por la colaboraci¨®n y el sostenimiento de las dictaduras anticomunistas y el dictador dominicano gozaba de la protecci¨®n de los servicios secretos norteamericanos en sus viajes por el extranjero.
La ¨²ltima vez
Gal¨ªndez fue visto por ¨²ltima vez a las 22.30 horas de la noche del 12 de marzo de 1956 en la estaci¨®n de metro de Columbus Circle. Acababa de dar clase en la Universidad y se dirig¨ªa a su casa. Testimonios confidenciales recogidos posteriormente permiten establecer que fue sacado de su apartamento por personas de su confianza -los investigadores apuntan a ex agentes de los servicios secretos-, drogado y trasladado en avioneta a la Rep¨²blica Dominicana, y de all¨ª en un avi¨®n militar hasta el rancho particular de Trujillo, la Hacienda Fundaci¨®n, donde se habr¨ªa encontrado con el dictador antes de pasar a manos de sus torturadores. Los sicarios de Trujillo le sacaron, presuntamente, los ojos, le cortaron la lengua, le arrancaron las u?as y le machacaron los huesos lentamente con un mazo. Luego quemaron el cad¨¢ver y lo echaron a los tiburones. Ten¨ªa 41 a?os de edad.
El principio del fin de Trujillo
El asesinato de Gal¨ªndez marc¨® el principio del fin de Trujillo. El joven piloto Gerald Lester Murphy, que hab¨ªa sido contratado por el ex agente del FBI y de la CIA, J. J. Frank para sacar del pa¨ªs a 'una persona muy enferma que antes de morir quer¨ªa visitar a su madre en la Rep¨²blica Dominicana', descubri¨® posteriormente en las fotograf¨ªas de una revista que el supuesto enfermo era, en realidad, el desaparecido Jes¨²s Gal¨ªndez. Los esbirros del dictador se embarcaron entonces en una cadena de asesinatos que empez¨® con el propio Murphy. La desaparici¨®n de este ciudadano norteamericano puso tras la pista de Trujillo a un senador amigo de la familia del piloto, y esa presi¨®n llev¨® al dictador a multiplicar sus cr¨ªmenes, hasta nueve, en su af¨¢n por borrar la pista. El c¨ªrculo se cerr¨® fatalmente contra ¨¦l, con la aquiescencia de los servicios norteamericanos, el 30 de mayo de 1961, acribillado a balazos por el hermano de una de sus v¨ªctimas.
A estas alturas parece ya evidente que si Jes¨²s Gal¨ªndez fue entregado a los esbirros trujillistas el 12 de marzo de 1956 en el centro de Manhatan no fue s¨®lo para satisfacer la conocida vesania criminal de su jefe, sino tambi¨¦n para eliminar a un testigo inc¨®modo, un obst¨¢culo en el espectacular giro estrat¨¦gico que llev¨® a Estados Unidos a quebrar su actitud frente al r¨¦gimen de Franco. En el documental Gal¨ªndez, el abogado norteamericano Stuart A. McKeever, viejo investigador del caso, apuntala la teor¨ªa de que su desaparici¨®n fue una operaci¨®n urdida por gentes vinculadas a los servicios secretos norteamericanos. Los polic¨ªas que investigaron el caso y los fiscales que intervinieron en la vista contra los agentes norteamericanos implicados comparten ese juicio.
En la misma cinta documental, el principal acusado norteamericano del caso, el ex agente del FBI y de la CIA, J. J. Frank aparece en la tribuna que Franco y Trujillo ocuparon cuando el dictador dominicano lleg¨® a Madrid. Son im¨¢genes, tomadas del NO-DO (noticiero cinematogr¨¢f¨ªco de la ¨¦poca franquista), que a la luz de las evidencias posteriores adquieren gran significaci¨®n.
Queda la duda de si la eliminaci¨®n del testigo inc¨®modo que fue Gal¨ªndez fue una operaci¨®n a dos o tres bandas porque tambi¨¦n el r¨¦gimen franquista pod¨ªa estar interesado en la desaparici¨®n del delegado del Gobierno vasco en la ONU y en el Departamento de Estado, que trataba de evitar por todos los medios que Estados Unidos normalizara sus relaciones con Madrid. Aunque en los archivos espa?oles no hay, por lo visto, indicio alguno que avale un inter¨¦s en el caso, el documental Gal¨ªndez deja abierta la hip¨®tesis de que ¨¦ste fuera el precio pagado por la pol¨ªtica exterior de EE UU a sus pactos militares con Franco.
De lo que s¨ª existe certeza es de que Gal¨ªndez no encontr¨® nunca el reposo so?ado en la colina de Larreobe del valle de Amurrio. 'Ruego a quien se haga cargo de mi cuerpo y bienes', dej¨® escrito, 'que mis restos sean llevados un d¨ªa a Amurrio, en la finca de mi padre, en la parte donde se divisan las monta?as de mi patria'.
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