El Greco, retratista
En la exposici¨®n titulada El Greco: Apostolados se han reunido, por primera vez, buena parte de las piezas que forman las tres series conservadas en Espa?a sobre este asunto. Contando con el comisariado de Alfonso E. P¨¦rez S¨¢nchez, cuya reputaci¨®n cient¨ªfica sobre la ¨¦poca, el artista y el tema es indudable, esta convocatoria se presenta como una cita art¨ªstica imprescindible. No se trata ya s¨®lo de la importancia de El Greco (Cand¨ªa, Creta, 1541-Toledo, 1614), un artista genial que ha alcanzado su prestigio y su popularidad m¨¢ximos en nuestra ¨¦poca, sino del punto de vista con que, en esta ocasi¨®n, es abordada su obra, porque, a trav¨¦s de las series de los Apostolados espa?oles, se hacen aportaciones nuevas para su mejor conocimiento en s¨ª y en relaci¨®n a la evoluci¨®n de su estilo y a la t¨¦cnica pict¨®rica de este original¨ªsimo creador, que es pieza basamental en la formaci¨®n de la Escuela Espa?ola. No es tampoco desde?able lo que se nos aporta al respecto sobre un tema iconogr¨¢fico, que es medular en la cultura espa?ola de la Contrarreforma.
EL GRECO: APOSTOLADOS
Fundaci¨®n Pedro Barri¨¦ de la Maza. Cant¨®n Grande, 9 A Coru?a. Desde el 3 de octubre hasta el 1 de diciembre
Las tres series de los Ap¨®stoles, objeto principal de la exposici¨®n, son: la que perteneci¨® a la colecci¨®n del marqu¨¦s de San Feliz, hoy propiedad del Museo de Bellas Artes de Oviedo; la del Museo de El Greco de Toledo y la que se descubri¨®, al final de la guerra civil, en la iglesia de Almadrones en Guadalajara, cuatro de cuyos ocho lienzos pasaron al Museo del Prado. Aunque existen otros ejemplares de cuadros de ap¨®stoles pintados por El Greco dispersos por varios museos extranjeros, s¨®lo aqu¨ª cabe la posibilidad de, como se ha hecho en la presente muestra, confrontarlos de forma serial, como elementos de respectivos conjuntos. La oportunidad ha sido aprovechada para, en primer lugar, deslindar con mayor precisi¨®n lo realizado, en cada caso, por la propia mano de El Greco y lo que es de su taller, pero, adem¨¢s, aclarar el aut¨¦ntico orden cronol¨®gico de su creaci¨®n, lo que nos da una informaci¨®n preciosa complementaria para ahondar en la evoluci¨®n del pintor, tradicionalmente dividida en dos periodos estil¨ªsticamente muy diversos. Al estudio cient¨ªfico se ha a?adido la aportaci¨®n t¨¦cnica de lo analizado por uno de los restauradores espa?oles que ¨²ltimamente m¨¢s han trabajado en la obra de El Greco: Rafael Alonso.
En todo caso, al margen de estas cuestiones cient¨ªfico-t¨¦cnicas, aqu¨ª resplandece, con toda su fuerza luminosa, El Greco como retratista, quiz¨¢ el m¨¢s indiscutiblemente admirado ya por sus contempor¨¢neos y tambi¨¦n, al cabo de los siglos, por nosotros. Luego, en funci¨®n de la dataci¨®n de cada una de las series, que P¨¦rez S¨¢nchez sit¨²a en el siguiente orden cronol¨®gico: la primera, la del Museo de Oviedo; la segunda, la de la iglesia de Almadrones, y la tercera, la del Museo de Toledo, se aprecian los cambios de gama, t¨¦cnica y factura. Nos encontramos, as¨ª, pues, con la posibilidad de comprobar en directo el testimonio de lo que fue trayectoria art¨ªstica completa de El Greco en su fundamental estancia espa?ola. Instalado en nuestro pa¨ªs en 1577, con 36 a?os, El Greco, que previamente hab¨ªa tenido pasado por centros art¨ªsticos de la importancia de Venecia y Roma, madur¨® su genio en nuestro pa¨ªs durante otros 37 a?os, los art¨ªsticamente definitivos, con lo que no hace falta ponderar lo que significa el abordaje visual p¨²blico de unas series, pintadas entre sucesivamente 1585 y 1614, el a?o de su muerte, un recorrido, por tanto, fundamental.
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