El frenes¨ª independentista del PNV
El Partido Nacionalista Vasco celebra un nuevo Alderdi Eguna empe?ado en una huida hacia adelante ante la presi¨®n pol¨ªtica y judicial
Con la que ha montado el lehendakari Juan Jos¨¦ Ibarretxe, la cita del Alderdi Eguna (D¨ªa del partido) de este a?o se presenta m¨¢s apasionante que nunca. Ah¨ª es nada, lanzar el programa m¨¢ximo independentista, justo cuando los partidos de ¨¢mbito nacional y Garz¨®n inician la ofensiva contra Batasuna y con ETA otra vez a la carga. El ¨¦xito de la convocatoria est¨¢ asegurado pero es posible que una sombra de preocupaci¨®n sobrevuele tambi¨¦n la fervorosa masa nacionalista porque la sorpresa ha sido grande y porque est¨¢ claro que m¨¢s de un afiliado ha debido quedarse perplejo ante el discurso de Ibarretxe en el Parlamento vasco.
Lo que es seguro es que llueva o haga sol, fr¨ªo o calor, la concentraci¨®n de hoy en las campas del Alto de Altube (?lava) se desarrollar¨¢ bajo el s¨ªndrome del 'chubasquero': obviamente, la culpa de lo que pasa en Euskadi, piensa la escuela tradicional del nacionalismo, la tiene Madrid y, ?qu¨¦ se cre¨ªan, que el PNV no iba a reaccionar? Seguramente, las decenas de miles de personas que se congregar¨¢n para o¨ªr y ver a sus l¨ªderes esperan que Xabier Arzalluz les repita hoy aquello de 'hemos pasado por peores momentos y aqu¨ª estamos', y tambi¨¦n esta frase que tanto repite ¨²ltimamente: 'Estamos como Cristo, ante dos ladrones, entre el PP-PSOE y ETA'.
'El asamblearismo extremo y el respeto a la direcci¨®n impide que prosperen las corrientes'
Por primera vez, el PNV tiene enfrente al Estado y a los dos grandes partidos
'Esto no se resolver¨¢ hasta que Arzalluz y Aznar se vayan', dice un ex cargo del PNV
Es iluso esperar que los afiliados disconformes con el rumbo adoptado tomen la iniciativa
Aunque la invocaci¨®n a los agravios y la apelaci¨®n al victimismo es un recurso sempiterno del nacionalismo, y ah¨ª el l¨ªder carism¨¢tico se mueve como pez en el agua, la trascendencia del momento parece exigir a los dirigentes del PNV una actuaci¨®n extraordinaria para tranquilizar a la parroquia y mantener al partido m¨¢s reactivo y compacto que nunca. La ley de Partidos Pol¨ªticos -contra la que el Gobierno vasco present¨® el viernes un recurso ante el Tribunal Constitucional- y, sobre todo, el auto del juez Baltasar Garz¨®n, que suspende las actividades de Batasuna, amenaza con cambiarle la suerte, constri?e su margen de maniobra y le obliga a actuar de protagonista ejecutor en un gui¨®n ajeno que considera abominable. 'Quieren que los vascos nos enfrentemos entre nosotros', claman sus dirigentes con Ibarretxe a la cabeza, como si ese enfrentamiento no existiera ya desde hace muchos a?os.
Desde que la Ertzaintza bloque¨®, por indicaci¨®n judicial, la gran manifestaci¨®n de Batasuna en Bilbao, el PNV se ha visto enredado en el dilema entre cumplir la ley o dar rienda suelta a sus apetencias pol¨ªticas. El momento le asusta y hay que decir que, aunque las v¨ªctimas han ca¨ªdo casi siempre en otro lado, tampoco este partido est¨¢ enteramente exento del miedo a ETA.
As¨ª que las previsibles llamadas a rebato de Arzalluz y la consigna de 'prietas las filas' guardan por una vez correspondencia con la alarma desatada en el partido. Los recursos y querellas por prevaricaci¨®n del Parlamento y el Gobierno vasco, el clima de rebeli¨®n instalado en las instituciones auton¨®micas, la proclamaci¨®n parlamentaria de que el auto judicial es 'nulo de pleno derecho' responden, en su acusada teatralidad, al deseo de romper el cors¨¦ judicial y a las ganas de aplicar la vieja m¨¢xima foral 'se obedece pero no se cumple'. Obedece al temor a que los acontecimientos se encadenen fatalmente desbaratando el precario equilibrio del proyecto Ibarretxe. Es una huida hacia delante en toda regla que ha estado larv¨¢ndose durante los ¨²ltimos a?os y que encuentra ahora su momento de oportunidad.
Y es que por primera vez en la democracia espa?ola, el nacionalismo vasco en el poder se ha encontrado enfrente a un Estado y a los dos grandes partidos. Ha perdido la condici¨®n de privilegiado ex¨¦geta del conflicto de que disfrut¨® desde los albores de la Transici¨®n y muchos espa?oles y no pocos vascos descubren en ¨¦l m¨¢s una parte del problema que una parte de la soluci¨®n. 'No asustarse, hay que resistir y contraatacar', ¨¦stas son las instrucciones del presidente del PNV.
Lo que se inagura ahora, con Ibarretxe como gran figura del nacionalismo, es un panorama completamente nuevo, rupturista, que metaboliza al en otro tiempo denostado 'derecho de autodeterminaci¨®n' planteado por ETA. La preocupaci¨®n es enorme porque, aunque el programa independentista expuesto por Ibarretxe resulta en su literalidad de una claridad meridiana, no est¨¢ nada claro si el camino emprendido conduce a la patria feliz con que sue?an los nacionalistas o a un barranco de crispaci¨®n y m¨¢s violencia. A 15 meses de su anunciada jubilaci¨®n, Arzalluz le ha dejado en herencia a Ibarretxe una puerta entreabierta a la independencia, pero s¨®lo entreabierta; as¨ª que nadie sabe, en realidad, qu¨¦ les espera a los vascos.
Abandonada la idea de acabar con ETA por la v¨ªa policial y judicial, el nacionalismo en el poder f¨ªa la soluci¨®n del problema de la violencia a la creencia de que el terrorismo vasco se disolver¨¢ en alg¨²n punto del trayecto soberanista, quiz¨¢, cuando la temperatura del contexto pol¨ªtico y social le permita integrarse con naturalidad. Aunque el momento es delicado, el PNV y el Gobierno vasco conf¨ªan en capear los temporales venideros navegando entre las dos aguas de la legalidad y de la desobediencia civil.
Durante estas d¨¦cadas, Arzalluz, ha mantenido bien engrasada la capacidad reactiva de su partido frente a 'la bota de Madrid', ha adoctrinado sistem¨¢ticamente a las bases en la conjugaci¨®n simult¨¢nea de dos posiciones en apariencia antag¨®nicas: el pragmatismo y el doctrinalismo ideol¨®gico, el institucionalismo y la din¨¢mica y est¨¦tica, tan preciada por el nacionalismo, de 'un pueblo en marcha'.
Ese doble lenguaje, que responde a las dos almas hist¨®ricas del nacionalismo vasco, le ha permitido mantener viva la llama de un agravio permanente sin b¨¢lsamo posible, jugar el doble papel, tan provechoso, de Gobierno en Euskadi y oposici¨®n en Espa?a, rentabilizar el supuesto miedo de los espa?oles a que los vascos se vayan de Espa?a, defenderse pol¨ªticamente del mundo de ETA e instrumentalizar a su favor la tesis de que, como el conflicto vasco hunde sus ra¨ªces en un mundo ignoto, inaprehensible, no caben los an¨¢lisis y soluciones al uso inspirados en la modernidad o en la aplicaci¨®n de las puras reglas del Estado democr¨¢tico.
Es un discurso que ha hecho escuela en el conjunto del nacionalismo y maniatado sucesivamente a los dirigentes y cargos institucionales menos radicales. 'A Xabier [Arzalluz] le basta con ir a un batzoki y dar cuatro gritos, o soltar una perla en su art¨ªculo dominical en Deia [peri¨®dico del PNV] para que tengamos que andar con cuidado de que no nos corran a boinazos', indica un militante identificado con lo que Arzalluz ha calificado como 'michelines del partido'.
En esta compleja y disciplinada formaci¨®n pol¨ªtica, un movimiento en realidad, que aglutina a soberanistas pactistas, soberanistas independentistas y autonomistas -hay un PNV estatutista- no existen verdaderas corrientes, ni tenencias organizadas. 'Es precisamente el asambleariasmo extremo del partido y el respeto reverencial a la direcci¨®n, lo que impide que prosperen las corrientes. La capacidad cr¨ªtica est¨¢ anulada desde el origen y lo que funciona son las listas y documentos que caen desde la direcci¨®n', sostiene un militante cr¨ªtico.
'El gran giro estrat¨¦gico que conllevaba la ponencia Ser para decidir fue adoptado sin que se produjera un verdadero debate en el partido', a?ade, 'porque las enmiendas se quedaron estancadas en las organizaciones de base. Las referencias existentes en el panorama interno del PNV quedan as¨ª limitadas a determinadas personalidades, a peque?os grupos y a algunas familias pol¨ªticas. Bajo la aparente uniformidad general y el disciplinado prop¨®sito com¨²n de no dividir al partido con declaraciones estridentes, laten actitudes distintas sobre la manera de abordar el futuro. ?ste es, entre otros posibles, el mapa orogr¨¢fico actual del PNV, ilustrado por un nacionalista:
- La familia natural y pol¨ªtica de Luis Mar¨ªa Retolaza, ex consejero de Interior del Gobierno vasco, dirigente hist¨®rico del nacionalismo. 'Anteponen el partido a todo lo dem¨¢s y piensan que la autoridad de la direcci¨®n est¨¢ por encima de las instituciones. El Gobierno cambia o desaparece, pero el PNV permanece. Creen que el PNV es como la Iglesia, que existir¨¢ siempre. Conectan con la cultura de partido de Juan Ajuriaguerra. A ese c¨ªrculo pertenece m¨¢s o menos gente como el director general de la C¨¢mara de Comercio de Bilbao. Juan Luis Lascurain'.
- El sector econ¨®mico. 'El que mejor lo representa es Jos¨¦ Luis Zaldibegoitia, el presidente de la sociedad de capital riesgo Talde y miembro del EBB (Ejecutiva nacional). Est¨¢n por mantener a Euskadi integrada en Espa?a. Dicen en voz baja: 'As¨ª no se puede seguir'. Son moderados, bien relacionados con el mundo de las finanzas y de la empresas. Sostienen que los extremismos perjudican los intereses del partido.
- La l¨ªnea institucional. 'Ah¨ª est¨¢n el diputado general de Vizcaya, Josu Bergara, y el propio I?aki Anasagasti, portavoz en las Cortes. Llevan muchos a?os en la vida institucional y eso marca car¨¢cter. Quieren que el PNV siga siendo una fuerza eminentemente institucional. Buscan estabilidad. Piensan que fuera de las instituciones no hay nada'.
- Los reconductores. 'Proponen reconducir la situaci¨®n generada en Lizarra. Son gentes como Jos¨¦ Alberto Pradera, el ex diputado general de Vizcaya, y miembros actuales del BBB (Ejecutiva de Vizcaya). Recelan de las alianzas con EA porque les da un marchamo de radicalismo que no desean. Preferir¨ªan un PNV m¨¢s moderado, m¨¢s equilibrado. Se puede incluir ah¨ª a Xabier Irala, presidente de Iberia y ahora miembro del consejo de administraci¨®n de la BBK (Caja de Ahorros de Vizcaya)'.
- El recuerdo de Ajuria Enea. 'Es un grupo formado por el equipo del ex lehendakari Jos¨¦ Antonio Ardanza y aquellos ex consejeros que consiguieron el autogobierno actual. Representan el esp¨ªritu del Pacto de Ajuria Enea'.
- La comunicaci¨®n con ETA-Batasuna. 'El mejor representante es Gorka Agirre por los contactos que ha mantenido con ese mundo truculento. Est¨¢ casado con una hija de Retolaza pero respira por la l¨ªnea de Joseba Egibar que es Lizarra puro y aparece como heredero natural de Arzalluz. Su problema es que hay mucha gente a la que le gustar¨ªa cerrarle el paso'.
- Los guipuzcoanos. 'La mayor¨ªa de la Ejecutiva provincial (GBB) no respalda actualmente a Egibar, est¨¢ m¨¢s pr¨®xima a Rom¨¢n Sudupe, el actual diputado general. Es un nacionalismo m¨¢s templado, abierto a pactar con los socialistas. De hecho, pact¨® con el PSE los presupuestos de la Diputaci¨®n a pesar del criterio de su partido y sin el respaldo de Ibarretxe'.
- Los alaveses. 'Casi todos son moderados. Est¨¢ el ex consejero Juan Ram¨®n Guevara e I?aki Generabarrena, la nueva esperanza en esa provincia a reconquistar. Juan Mar¨ªa Ollora, al que algunos cr¨ªticos denominan 'el aprendiz de brujo' porque teoriz¨® 'el ¨¢mbito vasco de decisi¨®n', se encuentra actualmente apartado de los ¨®rganos de decisi¨®n'.
A estas alturas y 'con lo que est¨¢ lloviendo', es iluso esperar a que los afiliados disconformes con el rumbo adoptado en Lizarra tomen la iniciativa. No lo han hecho en momentos m¨¢s propicios -con las excepciones notables, del ex consejero de Cultura, Joseba Arregui, y del ex diputado general de ?lava, Emilio Guevara- y no cabe esperar que lo hagan en las actuales circunstancias. 'Ahora prima m¨¢s que nunca el sentimiento de estar siendo agredidos brutalmente por el PP, hay api?amiento interno y miedo a desentonar, prevenci¨®n, incluso, a ser visto en compa?¨ªa de gente tibia. La disidencia no se tolera. Hay miedo a criticar a la direcci¨®n porque pasas a ser considerado un traidor', confirman militantes cr¨ªticos. Algunos hablan incluso de 'caza de brujas'. En todo caso, tras la expulsi¨®n de Emilio Guevara, todos en el PNV saben cu¨¢l es el precio a pagar por el uso en la prensa de la met¨¢fora 'rebeli¨®n a bordo'.
La pregunta es: ?por qu¨¦ se ha adoptado este rumbo si las tres ejecutivas regionales est¨¢n en manos de los te¨®ricos sectores moderados?. 'Por el proceso de radicalizaci¨®n abierto en Lizarra, por el peso imponente de Arzalluz, por el radicalismo ideol¨®gico del propio Juanjo [Ibarretxe], por la presi¨®n de Eusko Alkartasuna (EA) y el marcaje del sindicato ELA', responde un antiguo cargo institucional del PNV. 'En lugar de extraer las lecciones de la experiencia de Lizarra, de reconocer que fuimos nosotros los primeros en agitar el vaso y provocar la tormenta, muchos en mi partido han optado por la huida hacia delante. Y el caso es que tampoco sabemos muy bien a d¨®nde vamos. Esto no se resolver¨¢ hasta que Aznar y Arzalluz desaparezcan de la pol¨ªtica, porque adem¨¢s creo que hay algo personal entre ellos. Ojal¨¢ los socialistas lleguen pronto al poder'. Y apostilla pesaroso: 'Auque tampoco estoy muy convencido de que las cosas puedan ya arreglarse'.
Los exitosos resultados de Ibarretxe en las elecciones auton¨®micas del 13 de mayo de 2001 -'una aut¨¦ntica rebeli¨®n nacionalista ante la agresi¨®n del PP'- suponen un argumento mayor: '?Y por qu¨¦ cambiar si nos ha ido tan bien?'.
Desde el pacto de Lizarra, el tradicional equilibrio interno del PNV ha ido quebr¨¢ndose paulatinamente de la mano de Ibarretxe. La renovaci¨®n de los cargos ha permitido dar entrada en las altas esferas del partido y en las instituciones a representantes de la nueva generaci¨®n independentista, esa que no tiene 'complejos', que considera obvio, elemental, que ser vasco y espa?ol son t¨¦rminos excluyentes. El nacionalismo vasco llevaba ya a?os psicol¨®gicamente instalado en un terreno post estatutario y pre autodeterminista, con la ¨²nica duda de si el soberanismo necesitaba apoyarse o no en un marco estatal, para no quedar fuera de la Uni¨®n Europea.
Por debajo de las actuaciones de superficie, ha ido acentuando sus rasgos independentistas. Basta con ver el desd¨¦n con que los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos tratan lo espa?ol, la desesperada b¨²squeda, allende los mares si hace falta, de personajes dispuestos a certificar las bondades del Gobierno vasco o, tanto da, la maldad del Gobierno central. Es un comportamiento que el nacionalismo acepta con toda naturalidad.
Lo que ha cambiado desde Lizarra y la tregua de ETA es que el soberanismo, para conseguir integrar al nacionalismo violento, ha adquirido vida propia y te?ido al partido. Las razones que los menos radicales exponen en las discusiones internas, ceden ante el frenes¨ª soberanista.
La acumulaci¨®n de fuerzas nacionalistas dise?ada en Lizarra ha seguido estando en pie, aunque el compromiso electoral de no pactar con Batasuna mientras no condene la violencia adoptado por Ibarretxe en la campa?a del 13 de mayo, dificulta y no poco el desarrollo del proyecto. Lo dificulta hasta el punto de que el PNV tiene un problema de gobernabilidad institucional. No consigue aprobar los Presupuestos del Gobierno vasco y puede tropezar con grandes dificultades, tanto en las diputaciones de Vizcaya y Guip¨²zcoa como en los ayuntamientos.
As¨ª las cosas, puesto que no pueden pactar con el brazo pol¨ªtico de ETA en los altos ¨®rganos institucionales, menos a¨²n tras la suspensi¨®n judicial de ese partido, el objetivo primordial ahora es vaciar el electorado de Batasuna para volver a cosechar en las pr¨®ximas elecciones municipales los 605.000 que le dieron la victoria. 'La alianza con EA est¨¢ asegurada', dicen fuentes del PNV, 'porque de lo que se trata en las pr¨®ximas elecciones es de mostrar la pujanza del nacionalismo'. Eso conlleva ganarse a pulso los votos de Batasuna, dosificar los gestos de desacato y el respeto a la ley, movilizar al nacionalismo en la calle. 'La ley da para mucho, y el pueblo para mucho m¨¢s', ha dicho Arzalluz. El PNV conf¨ªa en que el partido no pagar¨¢ en las urnas la radicalizaci¨®n actual. 'El voto moderado no se nos va a escapar porque la agresividad de la pol¨ªtica del PP act¨²a de muro de contenci¨®n'.
El lehendakari sue?a ahora con la mayor¨ªa absoluta. Piensa que esa mayor¨ªa nacionalista le otorgar¨¢ la centralidad pol¨ªtica y le legitimar¨¢ para, en nombre del pueblo vasco, aguantar el enorme desaf¨ªo que acaba de lanzar. En ese escenario hipot¨¦tico, la negativa del Gobierno a aceptar el estatuto soberanista dar¨ªa paso a la consulta popular que el Ibarretxe tiene en cartera y abrir¨ªa un conflicto institucional de primera magnitud que s¨®lo se cerrar¨ªa con el reconocimiento de la autodeterminaci¨®n una cl¨¢usula de desenganche del Estado jur¨ªdicamente inspirada en las disposiciones adicionales del Estatuto y de la Constituci¨®n. Decidido a oponerse, a lo que considera 'abusos judiciales', Ibarretxe persigue obsesivamente que este tr¨¢nsito se haga 'desde la legalidad a la legalidad', o como dice tambi¨¦n alguno de sus cr¨ªticos 'al menos con apariencia de ello'.
Aunque los m¨¢s entusiastas de su partido y los dirigentes de ELA y Batasuna se muestran dispuestos a arriesgar la autonom¨ªa en el empe?o, el l¨ªmite del programa independentista de Ibarretxe reside en la conservaci¨®n del poder .
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