Masacre en el Bernab¨¦u
Aitor Gonz¨¢lez arrasa a Heras a m¨¢s de 50 kil¨®metros por hora y gana su primera Vuelta
Roberto Heras, de pie, vestido de corredor, menudo, intenta sonre¨ªr. Faltan a¨²n tres horas para la carrera. Est¨¢ en el hotel. Acaba de comer. En el pasillo hacia su habitaci¨®n recibe ¨¢nimos. 'Gracias por venir', les dice a los pocos periodistas que se le acercan. Lo dice como si tuviera una dolorosa cita con el dentista; lo dice como un condenado. 'Gracias por venir a darme ¨¢nimos'. Qu¨¦ moral. Roberto Heras, que se prepara para perder la Vuelta a Espa?a, no tiene cita con el dentista, Roberto Heras acaba de entrenarse por el recorrido de la ¨²ltima contrarreloj de la Vuelta. Qu¨¦ masacre.
Aitor Gonz¨¢lez sali¨® el s¨¢bado por la tarde del parque de la Warner y en vez de subirse a la monta?a rusa se fue a ver la contrarreloj. El recorrido era perfecto, bestial, toboganes en lugar de repechos, cuestas que hay que subir a tope y seguir dando pedales despu¨¦s; recorrido de altos desarrollos, no de ligerezas, no de corredores explosivos. Lo suyo. Qu¨¦ gusto. Durmi¨® de un tir¨®n. Por la ma?ana, despu¨¦s de desayunar, se volvi¨® a la cama, que es su costumbre. Total, hasta casi las cinco de la tarde no ten¨ªa que actuar. Le buscaron los t¨¦cnicos del equipo, le encontraron en la cama, qu¨¦ haces aqu¨ª, venga, sal a hacer algo. Apremios innecesarios. Aitor Gonz¨¢lez ya sab¨ªa bien lo que hac¨ªa. Ya estaba preparado para ganar la Vuelta.
La prensa, en el medio. En sus previas unos recordaban aquel tan desparejo duelo de Montoya contra Rominger por Fuenlabrada en la Vuelta del 92, el escaladorcito murciano avasallado por la m¨¢quina suiza; otros, m¨¢s amables, prefer¨ªan recordar la Vuelta pasada, aquel Casero-Sevilla pero corregido y aumentado: el mejor escalador del mundo (en septiembre de 2002) contra el mejor contrarrelojista del mundo (en septiembre de 2002). Algunos, ut¨®picos, se explayaban hablando de desarrollos, cadencias, t¨²neles de viento, experiencias del astronauta Armstrong transmitidas al bejarano Heras. Jos¨¦ Miguel Ech¨¢varri hablaba de aquel Giro del 92, cuando Indurain, que iba de rosa, dobl¨® a Chiappucci y ¨¦l, el director del Banesto, que iba en el coche detr¨¢s del gigante navarro, se sinti¨® por un momento al mando de una aspiradora gigante que lo iba chupando todo, la calle, los ¨¢rboles, la gente, y al pobre Chiappucci.
Y sin ser her¨¦tico, sino po¨¦tico, el Aitor de ayer le record¨® al Indurain de entonces. A ¨¦l y a muchos.
Fue la perfecci¨®n demoledora. Hab¨ªa salido Sevilla antes. Qu¨¦ desastre. La racaner¨ªa de su equipo a la hora de comparar material se cruz¨® en su camino. El manchego, que intentaba defender, y no pudo, su tercera plaza del embate de Beloki, pinch¨® a los cuatro kil¨®metros; cambi¨® de bici, pero se le enganch¨® la manga izquierda en el apoyocodos, y ¨¦ste, de mala calidad ('los pedimos de aluminio, pero el equipo dice que son muy caros, que no hay presupuesto', se quejaba un corredor que tambi¨¦n hab¨ªa roto la pieza), se parti¨® por la mitad. Con la tercera bicicleta tuvo mejor suerte, pero no mucha: se le fastidi¨® el cambio. Hab¨ªa salido Beloki, qu¨¦ regular, qu¨¦ perseverante. Y sali¨® Aitor: qu¨¦ bestia. Dobl¨® los brazos en escuadra, coloc¨® el cuello paralelo a la barra de la bicicleta, clav¨® el torso en el sill¨ªn y empez¨® a mover las piernas. S¨®lo las piernas. Bielas perfectas. Una m¨¢quina que empez¨® a trasegar, sin estados de ¨¢nimo, los repechos y los toboganes, las cuestas y los kil¨®metros. El desarrollo, brutal: 55 x 11. La velocidad, bestial: 51,6 kil¨®metros por hora de media. Tan perfecto que s¨®lo pensar en la posibilidad de una aver¨ªa era un pecado imposible. 'Yo pens¨¦ en aventajarle a Heras en dos segundos por kil¨®metro y ganar la Vuelta por poco', dijo Aitor. 'Pero al parecer Roberto no ha tenido su d¨ªa'.
No lo tuvo. El bejarano, el escalador para quien no est¨¢n hechos los desarrollos monstruosos, el hombre de la pedalada ligera, alada, en cuanto la carretera pasa al 10%, choc¨® contra todo. Aguant¨® hasta los 22 kil¨®metros, donde ya perdi¨® el 1m 8s con que sali¨® de ventaja. Dio chepazos, intent¨® animarse, cambiar de ritmo, meterse en carrera. Pero estaba perdido. Sali¨® derrotado. Sali¨® pensando en que la Vuelta se le hab¨ªa escapado quiz¨¢s en Sierra Nevada, donde perdi¨® 47s con Aitor; que se le hab¨ªa ido por no tener un equipo a la altura de sus necesidades. Sali¨® pensando en qu¨¦ injusto es a veces el ciclismo, que le hizo pasar por el calvario de tener que subir la Castellana derrotado, componiendo una figura triste, de amarillo, despu¨¦s de la exhalaci¨®n de Aitor.
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