Un corredor tremendo
Aitor Gonz¨¢lez, el ganador de la Vuelta, llena un hueco en el panorama del ciclismo espa?ol
Espa?a siempre ha producido escaladores, el producto m¨¢s f¨¢cil, el de la primera econom¨ªa, la de la pobreza y el hambre. Los ha producido como ha criado maratonianos y fondistas, hombres enjutos y secos, nacidos para sufrir en la tierra. Espa?a, el deporte espa?ol, entr¨® en la modernidad cuando fue capaz de dar al mundo a un tipo como Miguel Indurain, grande, bien alimentado, especialista contrarreloj, programado, poco dado a la fantas¨ªa del despose¨ªdo. De Indurain, de su estilo, del gran rodador que no se averg¨¹enza en el llano, que no sufre en los abanicos, que no se deja llevar por el viento, el ciclismo espa?ol disfrut¨® luego de Olano y Casero, por ejemplo. Otro signo de evoluci¨®n fue la aparici¨®n de Freire. Un clasic¨®mano, un sprinter. El abanico se completaba. Pero quedaba un hueco, el del ciclista compacto, el estilo Fignon o el estilo Hinault, el corredor que va deprisa por todos los terrenos, que tiene chispa para atacar a la corta y aliento para pensar a la larga. Faltaba un matador como Aitor Gonz¨¢lez, que va r¨¢pido, muy r¨¢pido, contrarreloj, que tambi¨¦n es r¨¢pido, muy r¨¢pido, en las llegadas con repecho, y no le pesa el culo subiendo, no se sufre vi¨¦ndole en la monta?a. Cuando asombr¨® a media docena de holandeses en el Tour de 2001, le bautizaron Speedy Gonz¨¢lez, admirativamente. Despu¨¦s de su exhibici¨®n en la Vuelta quiz¨¢s el apodo que mejor le vaya sea el de TerminAitor, porque as¨ª, sin dejar ning¨²n resquicio a la duda, se presenta ante la afici¨®n, a lo grande, arrasando a la concurrencia.
Ha llegado al ciclismo espa?ol procedente de ninguna parte. 'He salido del desierto', proclama
Aitor Gonz¨¢lez ha llegado al ciclismo espa?ol procedente de ninguna parte. 'He salido del desierto', proclama. No ha tenido detr¨¢s una cohorte de cuidadores, m¨¦dicos, descubridores y profetas. Llega sin fanfarrias. Y a¨²n es un producto impuro. Aitor Gonz¨¢lez debe de ser el ¨²nico corredor del mundo que no sabe lo que es el hypoxicator, el aparato de moda, una bombona de nitr¨®geno con una mascarilla que le permite al deportista simular la presi¨®n de ox¨ªgeno existente a la altura que se quiera, hasta los 6.000 metros. Y mientras este agosto pasado sus rivales alternaban las estancias en altura con el hypoxicator y entrenamientos de gran intensidad, ¨¦l se relajaba en Navacerrada. 'Sal¨ªa a entrenarse s¨®lo uno de cada cuatro d¨ªas', dec¨ªa Paco Mancebo, que coincidi¨® con ¨¦l all¨ª, y a¨²n se hac¨ªa cruces de la primera exhibici¨®n de Aitor en esta Vuelta pasada, un ataque demoledor a cuatro kil¨®metros de la cima de La Pandera. 'Hay que relajarse, y asimilar los entrenamientos descansando', dice Aitor, y sonr¨ªe, su famosa risa floja, sus ojos cantarines. La nueva imagen del ciclismo.
Como Aitor parece no darle importancia a nada, como es amigo de unos cuantos ciclistas famosos por ser amantes de la buena vida, como ¨¦l mismo afirma que es 'un poco tarambana' y que debe tomarse m¨¢s en serio el oficio, los chismorreos sobre sus andanzas, las an¨¦cdotas, casi siempre negativas, sobre sus relaciones con sus compa?eros, han sido el arma favorita de sus enemigos. Como cuando llega el pasado Tour y al d¨ªa siguiente de su gran etapa de Pontarlier siente que las piernas le duelen m¨¢s de la cuenta; est¨¢ subiendo la Madeleine, es consciente de que poco m¨¢s tiene que hacer en el Tour y decide retirarse alegando un dolor en la rodilla. Y por la noche, en la mesa de la cena, con sus compa?eros a¨²n digiriendo el men¨² alpino del d¨ªa y pensando en el del d¨ªa siguiente, les dice: 'Acabo de hablar con Perdi, que me tiene reservado un trocito de arena en la playa'. Son los mismos compa?eros a los que por la ma?ana hab¨ªa avisado de que ¨¦l era el nuevo l¨ªder y que le tendr¨ªan que subir el agua. 'Pero yo digo las cosas en broma y me lo toman todo en serio', repite Aitor. La venganza de sus compa?eros, que ganaron la general por equipos, consisti¨® en privarle del le¨®n que dio el Tour de premio. Pero Aitor, hombre de ideas fijas, no se qued¨® sin su le¨®n. Trajin¨® y al final lo consigui¨®.
TerminAitor no seguir¨¢ en el Kelme, el equipo que le paga 61.000 euros brutos al a?o, su mejor sueldo desde que lleg¨® al equipo alicantino, hace casi cinco a?os. Es el equipo de su tierra, una tierra a la que lleg¨® por casualidad. Vivi¨® hasta los 10 a?os en Guip¨²zcoa (naci¨® en Zumarraga hace 27 a?os) y se fue a San Vicente del Raspeig cuando emigraron sus padres para montar una granja de conejos. Empez¨® a salir en bicicleta por insistencia de su padre, que es campe¨®n de Espa?a de veteranos, y fue de los mejores amateur de su generaci¨®n. Su progresi¨®n en profesionales fue lenta, desapareci¨® del mapa, uno m¨¢s, hasta la temporada pasada. Fue un corredor tremendo el que gan¨® la Vuelta a Murcia y luego hizo so?ar a algunos directores que le vieron subir, valiente, decidido, sin miedo, El Portals d'Encamp. 'Ya por entonces empec¨¦ a recibir llamadas interes¨¢ndose por m¨ª', dice, 'pero los equipos espa?oles respetan siempre los contratos y a m¨ª me quedaba a¨²n un a?o con Kelme'.
Pero este a?o ya es libre para negociar. Y negocia. Y piensa tambi¨¦n a lo grande, en un escenario en el que su estilo pueda ser admirado por todo el mundo. Le preguntan si no le importar¨ªa aprender alem¨¢n (por el inter¨¦s del Telekom en ¨¦l, una vez marchado Ullrich), y ¨¦l dice que est¨¢ abierto a cualquier idioma. 'Pero yo ir¨¦ a donde sea con una condici¨®n, la de ser l¨ªder en exclusiva para las grandes pruebas, no quiero m¨¢s pol¨¦micas', dice. 'Adem¨¢s, despu¨¦s de ganar una Vuelta tengo curiosidad por el Tour, y me gustar¨ªa probar. Pero antes tendr¨¦ que cambiar, ser menos tarambana, ser m¨¢s serio, pero sin obsesionarme, que tampoco hay que ser Armstrong. Pero, s¨ª, unas cuantas cosas puedo hacerlas mejor'.
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