Crisis de la Bolsa: la enfermedad dogm¨¢tica
LA MAYOR PARTE de los indicadores econ¨®micos est¨¢n en rojo; la Bolsa, con algunos picos de sierra, amenaza con desfondarse; algunos analistas prev¨¦n un cercano pinchazo de la burbuja inmobiliaria. ?Cu¨¢les son las causas de algo que no tiene una definici¨®n clara y cuya profundidad es superior a lo pronosticado? Hay distintos tipos de justificaciones: sociopol¨ªticas (Irak, Brasil...), empresariales (malos resultados), de confianza (contabilidad creativa corporativa) y macroecon¨®micas (tendencia a la deflaci¨®n).
Se est¨¢ forjando un consenso sobre el agotamiento de las pol¨ªticas monetarias y la necesidad de activar las pol¨ªticas presupuestarias para estimular la demanda. As¨ª lo entendi¨® la Administraci¨®n de EE UU, que ha pasado del super¨¢vit al d¨¦ficit (asunto distinto es a qu¨¦ se est¨¢ dedicando el gasto p¨²blico adicional y a qui¨¦n se han bajado los impuestos), y as¨ª lo empiezan a entender los principales pa¨ªses europeos que en cuanto lo han necesitado se han desprendido del cors¨¦ del d¨¦ficit cero. Una publicaci¨®n tan ortodoxa como The Economist acaba de sugerir que hoy el problema principal es la deflaci¨®n, y que los que deben gobernar la econom¨ªa (pol¨ªticos y banqueros centrales) est¨¢n mal preparados para entenderlo porque se han entrenado en la lucha contra la inflaci¨®n. La lecci¨®n es que 'la pol¨ªtica presupuestaria debe jugar un papel m¨¢s relevante... En la UE, esto se traduce en quitar el cors¨¦ presupuestario y reescribir el Pacto de Estabilidad atendiendo al momento del ciclo... Es mucho peor amarrarse a una pol¨ªtica errada que admitir la equivocaci¨®n y corregirla. Hay que tomar medidas extraordinarias en todo el mundo...'.
Mientras los focos de la inestabilidad se posan en Lula, sigue sin haber una respuesta coordinada de las pol¨ªticas econ¨®micas frente a la crisis y contin¨²an goteando los esc¨¢ndalos empresariales, con detenciones incluidas
Las pol¨ªticas de equilibrio presupuestario fueron dise?adas para las sociedades sin necesidades. Ahora no es el caso de casi ninguna. El d¨¦ficit cero s¨®lo es defendido hoy por los protagonistas de una enfermedad dogm¨¢tica muy acentuada, y por los gobernantes que habiendo hecho del mismo la prioridad de su pol¨ªtica econ¨®mica se encuentran con que sus hom¨®logos est¨¢n m¨¢s atentos al bienestar de los ciudadanos con problemas (crecimiento d¨¦bil, aumento del paro, infraestructuras...).
El otro elemento m¨®vil es la corrupci¨®n empresarial, que sigue dando noticias por goteo. Muchos observadores se preguntaban por qu¨¦ la justicia no actuaba contra los gestores de Enron, paradigma de las malas pr¨¢cticas contables. Volvamos a las palabras de Krugman el pasado mes de enero: 'Fue un acontecimiento traum¨¢tico. La percepci¨®n que ten¨ªamos los norteamericanos del mundo y de nosotros mismos cambi¨® a una valocidad incre¨ªble. Parec¨ªa como si hasta entonces hubi¨¦ramos vivido en una especie de inocencia ciega, sin conciencia de los peligros reales que acechaban. No, no estoy hablando del 11 de septiembre. Estoy hablando del esc¨¢ndalo Enron'.
Pues bien, la semana pasada fue encausado el antiguo director financiero de la firma tejana, acusado de fraude, lavado de dinero y manipulaci¨®n. En el mismo documento acusatorio en el que se le responsabiliza, aparece tambi¨¦n citado como presunto falsario el antiguo consejero delegado de Enron, Jaffrey Skilling. Desde entonces, decenas de empresas han sido acusadas de contabilidad creativa y de frenar la confianza de los inversores y los consumidores. Hace unos d¨ªas, el fiscal general de Nueva York demand¨® a Bernie Ebbers, ex presidente de WorldCom, para que devuelva los millones de beneficios obtenidos por la concesi¨®n de acciones previas a la salida a Bolsa de algunas empresas tecnol¨®gicas. Junto a Ebbers, el fiscal ha demandado a cuatro directivos de Qwest, Metromedia y Mcload por obtener concesiones privilegiadas de acciones por parte del banco de negocios Salomon Smith Barney, filial de Citigroup.
Con esta coyuntura y con estas anormalidades en la comunidad de negocios americana, ¨¦sta echa la culpa de la volatilidad de los mercados a Lula.
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