El reto de aprender en la oscuridad
El 90% de los ni?os ciegos estudian en centros integrados y al mismo ritmo que los que ven
Cerca de 5.000 alumnos no universitarios son ciegos o deficientes visuales. La gran mayor¨ªa estudia en colegios ordinarios, junto a ni?os videntes. M¨¢s del 80% est¨¢n escolarizados en centros p¨²blicos. Y en las aulas universitarias hay adem¨¢s otros 870 ciegos. Su reto: la integraci¨®n social desde la infancia.
Un profesor de apoyo visita a cada ni?o dos o tres veces por semana en los centros ordinarios
Es importante asesorar a los docentes sobre c¨®mo tratar a un ni?o ciego
La ceguera no tiene por qu¨¦ suponer un l¨ªmite para el aprendizaje. Un ni?o ciego o deficiente visual es capaz de seguir el ritmo normal de un curso acad¨¦mico como cualquier otro ni?o. Por eso aprender¨¢ al mismo tiempo a sumar, a leer, a hacer ecuaciones de segundo grado, los r¨ªos, a redactar un an¨¢lisis de texto o las capitales del mundo. El m¨¦todo para aprender ser¨¢ distinto; la facultad, la misma. En vez de la vista, el ni?o ciego deber¨¢ aprender a acceder a la informaci¨®n a trav¨¦s del tacto y el o¨ªdo.
Las familias con hijos ciegos pueden optar por dos modelos educativos: matricular a su hijo en un centro espec¨ªfico para ciegos o hacerlo en un centro normal en r¨¦gimen de integraci¨®n y contando con el apoyo de un equipo especial. Unos 5.000 ni?os ciegos o con deficiencia visual estudian en centros ordinarios (infantil, primaria, secundaria, bachillerato y FP, y m¨¢s del 80% lo hace en uno de titularidad p¨²blica), frente a los 439 que lo hacen en uno especial. Adem¨¢s, unos 870 ciegos estudian en la universidad.
Educarlos en centros integrados o espec¨ªficos es el eterno debate. Los partidarios de que lo hagan en un centro especial se?alan que la ense?anza que imparten es de mayor calidad y m¨¢s individualizada. Por su parte, los defensores de una educaci¨®n integrada aseguran que estos centros especiales pueden convertirse en verdaderas 'jaulas de oro' donde los ni?os son muy felices a costa de vivir 'entre algodones' en vez de hacerlo en el mundo de los que ven, en el mundo real.
En Espa?a hay 61.600 ciegos o deficientes visuales, y casi todos est¨¢n afiliados a la ONCE, seg¨²n esta organizaci¨®n. Cada a?o, m¨¢s de 4.000 personas en Espa?a pierden la vista total o parcialmente. La organizaci¨®n cuenta con cinco centros de recursos educativos en Espa?a (en Madrid, Barcelona, Pontevedra, Sevilla y Alicante), y desde ellos se presta atenci¨®n tanto a ni?os en centros especiales (primaria, secundaria y FP) como integrados (todas las etapas). El objetivo ¨²ltimo es la integraci¨®n plena de las personas ciegas en la sociedad.
Todos los centros p¨²blicos y concertados ordinarios son te¨®ricamente de integraci¨®n. 'La tendencia normalizada es que un ni?o vaya al colegio de su barrio, el que est¨¢ cerca de su casa y al que van sus hermanos, que convivan con ni?os sin ninguna problem¨¢tica', explica la directora de educaci¨®n integrada del centro de recursos educativos de la ONCE de Madrid, Rosa Alfonso.
Pero no siempre es posible. Hay muchas de circunstancias que lo impiden. Los centros especiales suelen acoger generalmente a alumnos con m¨¢s dificultades para desarrollarse en un centro ordinario. Tanto porque necesitan transitoriamente de un apoyo especial en temas de rehabilitaci¨®n o lectoescritura, como porque tengan problemas familiares o no cuenten con el apoyo espec¨ªfico necesario en el centro ordinario donde les tocar¨ªa matricularse. 'En los centros espec¨ªficos la atenci¨®n es total y directa, mientras que en uno ordinario el estudiante s¨®lo cuenta con un apoyo tanto de material como de personal especializado', se?ala el director del centro especializado de Madrid, Justo Andr¨¦s Lozano.
Para que la educaci¨®n integrada funcione, ha de hacerse bien y con apoyos, asegura Alfonso. 'Los pilares b¨¢sicos son la familia, que debe de asumir el d¨¦ficit y ponerlo en su justa medida; el tutor del centro normalizado, que no debe angustiarse por tener un chico ciego en su clase; el equipo de apoyo y el resto de los alumnos'.
Los ni?os ciegos matriculados en centros ordinarios se sientan en la misma aula que el resto de sus compa?eros. Siguen las explicaciones de la profesora con sus libros traducidos al braille y cogen apuntes con la m¨¢quina de braille Perkins. De dos a tres veces en semana cuentan con el apoyo de un profesor especial dentro del aula que le ayuda a hacer fichas, a pasar a tinta lo que el ni?o ha escrito en braille o a adaptar dibujos en l¨¢minas en relieve. 'Lo ideal es que los alumnos necesiten cada vez menos del profesor de apoyo y est¨¦n cada vez m¨¢s integrados con el resto de los chicos', dice la directora del centro de recursos educativos de Madrid, F¨¢tima S¨¢nchez.
Otra tarea importante de los profesores de apoyo consiste en asesorar a los profesores del centro sobre c¨®mo tratar al alumno ciego. 'Si est¨¢ ense?ando a sumar en la pizarra, les decimos que todo lo que escriba lo diga en alto y no se limite a decir 'esto m¨¢s esto', explica S¨¢nchez. Tambi¨¦n les proporcionan recursos para, por ejemplo, explicar c¨®mo es un tri¨¢ngulo: 'Les sugerimos que cojan un papel, lo doblen y hagan con ¨¦l un tri¨¢ngulo que el ni?o ciego pueda tocar', prosigue.
En los colegio espec¨ªficos, las aulas no superan los 10 alumnos. Todo est¨¢ adaptado para los ciegos, y muchos profesores tambi¨¦n lo son. El material de estudio es en braille; los mapas est¨¢n en relieve; cuando estudian el cuerpo humano, lo hacen con un esqueleto que pueden ir desmontando. Lo tienen todo a mano, no como los que estudian en centros normales que deben esperar a que su profesora de apoyo se los lleve.
Los expertos apuntan que los ni?os ciegos que estudian en colegios normales deben quedar de vez en cuando con otros chicos ciegos. 'Es la ¨²nica manera de que sienta de igual a igual, pueda compartir experiencias y problemas a fin de reafirmarse', dice la directora del centro de recursos educativos de Madrid.
Porque la diferencia est¨¢ ah¨ª, latente. 'Un ni?o ciego nunca aprender¨¢ qu¨¦ es el rojo, pero s¨ª que existen muchos colores', explica S¨¢nchez. 'Por eso, de peque?os, en clase de Pl¨¢stica colorean dibujos que est¨¢n en relieve: practican destreza manual y no se sienten diferentes a sus compa?eros'. Pero la diferencia hay que vivirla, tanto si son ciegos o no. Porque, como dice Justo Andr¨¦s Lozano: 'Si se quiere integrar a un ni?o en la sociedad, de nada sirve desintegrarle cuando se le est¨¢ educando'.
Los otros aprendizajes: gesticular y afeitarse
Para un ni?o ciego aprender a hacer una ecuaci¨®n de segundo grado es importante, pero mucho m¨¢s lo es aprender a ser independiente. Desde que se detecta la ceguera de nacimiento o desde que se pierde, hay que empezar a trabajar para conseguir la mayor autonom¨ªa posible de estas personas. Y de eso se ocupa el servicio de rehabilitaci¨®n integral de la ONCE, especialistas videntes que ense?an a los ciegos y deficientes visuales, entre otras cosas, a comer, a vestirse, a doblar la ropa, a distinguir las prendas, a afeitarse, a ordenar el cuarto, a maquillarse, a planchar, a utilizar los fogones. Desde el primer mes de vida se puede estimular a un ni?o ciego: jugando con ¨¦l a base de sonidos para que mueva la cabeza, habl¨¢ndole y toc¨¢ndole mucho para que sea consciente del mundo exterior. Este servicio se ocupa, adem¨¢s, de ense?arles a orientarse, a moverse, bien con el bast¨®n o con el perro gu¨ªa (este ¨²ltimo a partir de los 18 a?os). Tambi¨¦n a estimularles la vista. La mayor¨ªa de las personas ciegas cuentan con un resto visual. Algunas son capaces de leer y escribir muy de cerca y otros de moverse porque pueden distinguir bultos. Otro de los recursos que se les ense?a son las habilidades sociales: gestos, posturas, autoafirmaci¨®n, actitud de escuchar, estrategias para colocarse entre dos personas. La rehabilitaci¨®n se hace paso a paso e individualmente seg¨²n se va desarrollando la persona y va teniendo m¨¢s necesidad de autonom¨ªa. La vida normalizada de un ni?o ciego depende mucho de la actitud de la familia. 'Lo primero es la aceptaci¨®n', dice la directora del centro de recursos de la ONCE en Madrid, F¨¢tima S¨¢nchez. 'Nos ha pasado muchas veces que los padres se empe?an en decir 'pero si mi hijo ve un poco', cuando no es as¨ª. Hay que tener en cuenta que un ni?o ciego no tiene l¨ªmites para aprender, por eso, hay que exigirles hasta d¨®nde pueden llegar y evitar superprotegerles', a?ade. Y es que ocurre a veces que el equipo de rehabilitaci¨®n ense?a a un ni?o el camino de su casa a la panader¨ªa y luego su familia es incapaz de dejarle que lo haga ¨¦l solo. De ah¨ª que S¨¢nchez insista: 'Es muy duro tener un ni?o ciego, pero los padres deben ir soltando amarras y hacer sentir ¨²tiles a sus hijos'.
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