El Papa canoniza al fundador de Opus ante 300.000 fieles
M¨¢s de 300.000 personas asisten en Roma al rito de santificaci¨®n de Josemar¨ªa Escriv¨¢ de Balaguer
El Papa recompens¨® ayer el apoyo incondicional que le ha prestado el Opus Dei en los largos a?os de su Pontificado, elevando a los altares a su fundador, Josemar¨ªa Escriv¨¢ de Balaguer, en una triunfal ceremonia que concluy¨® con un paseo entre la multitud a bordo del papam¨®vil en el que estuvo acompa?ado -cosa inusual- por el prelado de la Obra, Javier Echevarr¨ªa. M¨¢s de 300.000 personas presenciaron la canonizaci¨®n, la mayor multitud reunida en un acto de este tipo. El fundador del Opus Dei recibi¨® tambi¨¦n el homenaje de la jerarqu¨ªa cat¨®lica, con la presencia de m¨¢s de 450 obispos y cardenales, y de la clase pol¨ªtica, representada por 14 delegaciones. Las m¨¢s numerosas, la italiana, que sent¨® en primera fila a siete ministros, y la espa?ola.
El Papa, que apareci¨® en excelente forma f¨ªsica, salud¨® al final del acto a los participantes, llegados de los cinco continentes, y en especial a los miembros del Opus. La plaza de San Pedro reluc¨ªa bajo el sol suave de octubre, adornada con decenas de macizos de flores. La ceremonia se desarroll¨® con la precisi¨®n y la brillantez que caracteriza a la Iglesia cat¨®lica, con dos mil a?os de veteran¨ªa en estas lides. San Josemar¨ªa es el 465? santo creado por Juan Pablo II en sus casi 24 a?os de Pontificado y todo apunta a que no ser¨¢ el ¨²ltimo. Karol Wojtyla concelebr¨® la misa con varios cardenales entre ellos el de Madrid, Antonio Mar¨ªa Rouco Varela, el prelado del Opus, y el vascofranc¨¦s, Roger Etchegaray.
A la derecha del Pont¨ªfice tomaron asiento los cardenales, vestidos de rojo p¨²rpura, y los obispos de rosa violeta. A su izquierda, las delegaciones de los Gobiernos ordenadas por rango, y detr¨¢s la inmensa multitud que dio muestras de una disciplina casi militar a lo largo de las casi tres horas que dur¨® el rito cantado por 37 coros, entre ellos el de la Capilla Sixtina.
Juan Pablo II, rejuvenecido gracias al nuevo tratamiento que se le administra a base de p¨ªldoras de papaya, resisti¨® la larga ceremonia. Salud¨® en siete idiomas y en la homil¨ªa, le¨ªda en italiano y en espa?ol, resalt¨® las virtudes de un santo con el que demostr¨® sentirse en clara sinton¨ªa. 'Elevar el mundo a Dios y transformarlo desde dentro era el ideal del santo que hoy llega a los altares', dijo el Papa. 'Es necesario no dejarse atemorizar por la cultura materialista', a?adi¨®. 'San Josemar¨ªa', prosigui¨® el Pont¨ªfice, 'fue un maestro de la pr¨¢ctica de la oraci¨®n. Recomendaba siempre, primero oraci¨®n, luego expiaci¨®n, y en tercer lugar, mucho despu¨¦s, la acci¨®n'.
El camino a los altares de Escriv¨¢ de Balaguer (Barbastro, 1902-Roma, 1975) ha sido r¨¢pido, pero plagado de cr¨ªticas y resistencias. La causa, que recibi¨® un apoyo abrumador de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica, ha durado 21 a?os, un tiempo m¨ªnimo en t¨¦rminos vaticanos. El Opus ha tenido que defenderse de las acusaciones de favoritismo, pero, en los ¨²ltimos a?os, ha podido contraatacar con el ejemplo de otros casos de 'celeridad' en el ascenso al santoral, como el del padre P¨ªo, canonizado esta primavera, tras una causa de 18 a?os, y, sobre todo, en el proceso de madre Teresa de Calcuta, que ser¨¢ beata con toda probabilidad este mismo a?o, transcurridos apenas cinco a?os de su muerte.
Ayer, la secci¨®n italiana del movimiento Somos Iglesia, uno de los m¨¢s cr¨ªticos con la que consideran l¨ªnea ultraconservadora de Juan Pablo II, difundi¨® un comunicado en el que lamenta una canonizaci¨®n, 'controvertida, que divide al mundo cat¨®lico y aparece discutible tanto por las virtudes personales de Escriv¨¢, descrito por algunos como 'vanidoso e iracundo', como por la Obra, que funciona como un cuerpo separado dentro de la Iglesia' y a?ade que es 'una asociaci¨®n poco transparente que se comporta como un grupo de poder compacto dentro de la sociedad y en el mundo econ¨®mico'. La l¨ªnea del Opus es descrita como 'contraria a la inspiraci¨®n del Concilio Vaticano II'. El Papa se refiri¨® en su homil¨ªa a este aspecto discutido del Opus. 'No faltan incomprensiones y dificultades para quienes intentan servir al Evangelio. El se?or purifica con la cruz a los que llama a su servicio. Pero en la cruz, dec¨ªa san Josemar¨ªa, encontramos la luz y la paz'.
Entre las decenas de miles de personas, todas bien vestidas, con una notable proporci¨®n de j¨®venes, se escuchaba sobre todo hablar espa?ol. No en vano la delegaci¨®n 'patria' del nuevo santo se acercaba a las 100.000 personas, a las que hab¨ªa que a?adir no menos de 20.000 latinoamericanos. Hab¨ªa 800 kenianos, y cifras no precisadas de franceses, portugueses y alemanes, estadounidenses, canadienses, australianos, y japoneses, hasta un total de 84 pa¨ªses distintos. Dentro de Europa, la Obra ha encontrado dificultades casi insalvables en B¨¦lgica y, sobre todo, Holanda.
Los feligreses m¨¢s animados resultaron ser, una vez m¨¢s, los mexicanos que pusieron un poco de calor en la rigidez de la masa que lleg¨®, vio, aplaudi¨® y se fue, dejando la plaza de San Pedro y aleda?os como una patena.
El car¨¢cter secreto
Las cr¨ªticas al Opus Dei se basan sobre todo en el car¨¢cter secreto de la organizaci¨®n (aunque en eso sintonizaba plenamente con el hermetismo que caracteriza al gobierno de la Iglesia cat¨®lica), en el culto personal a Escriv¨¢, y en el conservadurismo de sus posiciones.
'El Opus ha tenido siempre un car¨¢cter preconciliar', declaraba ayer al diario romano La Repubblica el te¨®logo espa?ol, Jes¨²s L¨®pez S¨¢ez. De hecho, el enfrentamiento entre el Opus Dei y la renovaci¨®n eclesi¨¢stica es un dato constante a lo largo de todo el Concilio y en la etapa posterior.
El soci¨®logo Alberto Moncada, que fue miembro de la Obra, dec¨ªa que el Concilio pon¨ªa muy nervioso a Escriv¨¢ que pensaba 'que el mism¨ªsimo diablo se hab¨ªa instalado en la c¨²pula de la Iglesia'.
L¨®pez S¨¢ez manifiesta tambi¨¦n su contrariedad por el estilo interno de la organizaci¨®n que califica de 'dictatorial': 'Creen alcanzar la perfecci¨®n a trav¨¦s de la sumisi¨®n total y la obediencia ciega. En 1981, el cardenal Basil Hume intervino para recomendar a los responsables del Opus en Gran Breta?a el respeto por la libertad individual para entrar y salir de la instituci¨®n'.
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