El lugar com¨²n del horizonte
No es lo mismo un clich¨¦ que un lugar com¨²n. Mientras que lo primero es un ligero gui?o, lo segundo es algo que necesit¨® a?os de perfecto a?ejamiento para ser reconocido como tal. Y uno de los mejores, perfectamente arom¨¢ticos y m¨¢s curtidos lugares comunes dentro de las letras norteamericanas son las ficciones del outsider. Ah¨ª se apuntan firmas y estilos aparentemente irreconciliables como los de Twain, Bukowski, Wolfe, Miller, Baldwin, Selby, Kerouac, Ellroy, JT Leroy y Johnson, pero que comulgan en un mismo tema: la odisea de un m¨¢s o menos tierno o duro reci¨¦n llegado a una ciudad con dentadura afilada.
Tom Spanbauer y su h¨¦roe William Parker no dudan en apuntarse a esta juerga ritual y ancestral desde el mismo inicio: 'Las cosas empiezan donde no sabes y terminan donde sabes. Cuando sabes es cuando preguntas, ?c¨®mo empez¨® esto? La Ci¨¦naga de los Lobos. As¨ª empez¨® esta historia. Cuando cruc¨¦ el r¨ªo East para meterme en el misterio, esta ciudad, la ciudad del j¨®dete. La Ci¨¦naga de los Lobos. O, como a lo mejor sabes, Manhattan'. Y agregan: 'Como todas las historias, es un misterio'.
LA CIUDAD DE LOS CAZADORES T?MIDOS
Tom Spanbauer Traducci¨®n de Mireia Porta Poliedro. Barcelona, 2002 663 p¨¢ginas. 25 euros
El misterio que marca a la esperada tercera obra de Tom Spanbauer -luego de la contenida nouvelle titulada Lugares remotos y de la ya legendaria y 'de culto' El hombre que se enamor¨® de la luna- es un misterio antiguo como el mundo o, por lo menos, como la literatura. Es el Misterio de la Iniciaci¨®n. As¨ª William Parker, 32 a?os, inseguro de su sexualidad, impotente y tartamudo, viaja desde Jackson Hole, Wyoming, y llega a la Nueva York de los primeros ochenta en busca de su primer amor y hermano de sangre, Charlie 2Lunas, para acabar encontr¨¢ndose con todo un picaresco reparto de personajes malditos y listos para ser arrasados por el hurac¨¢n del sida sin que por eso nadie se atreva a dejar de danzar por un segundo. Y eso es m¨¢s o menos todo y -como suele ocurrir en pel¨ªculas como 8 1/2, My Own Private Idaho y Mullholand Drive- es toda una visi¨®n del mundo a partir de rostros, satoris, detalles, flash-backs, vi?etas, epifan¨ªas, frases, sketches, alucinaciones y paisajes aparentemente desordenados que poco a poco van revelando una s¨®lida estructura interna en la que -otra vez- un forastero llega a la ciudad, se enamora, su amor muere, y ese forastero decide seguir viviendo en su memoria. La misma vieja historia revisitada con un talento que nos hace pensar que estamos disfrutando de un leg¨ªtimo cl¨¢sico modernista antes que de la ¨²ltima y ef¨ªmera variaci¨®n post. El mensaje de Spanbauer -la lecci¨®n que aprende William Parker- es simple y dura: al final no somos otra cosa que las historias que contamos sobre nosotros mismos. Entonces Parker -y Spanbauer- deciden que lo que mejor les va es la ¨¦pica caleidosc¨®pica donde s¨®lo queda 'matar al monstruo y salvar a la doncella'. De ah¨ª esta novela.
La lectura de La ciudad de los cazadores t¨ªmidos producir¨¢ en lectores poco aventureros la incomodidad de ver a alguien pase¨¢ndose por la cuerda floja a gran altura y sin red. Esos que cierran los ojos a la haza?a y suelen pronunciarse adjetivos consoladores como 'experimental', 'arriesgada' y 'excesiva'. No son ¨¦sos los destinatarios que busca y necesita esta novela sin guiones de di¨¢logo -pero con conversaciones inolvidables-, sino aquellos que se atrevan a disfrutar de ese gozo al que s¨®lo se accede cuando la entrega es absoluta y el v¨¦rtigo enseguida muta a equilibrio perfecto. Es ah¨ª cuando las pupilas no pueden dejar la p¨¢gina sin importar la profundidad del abismo; porque no hay nada m¨¢s profundo que una historia digna de ser contada, una historia que no puede montarse de otra manera o con otros modales que los que ha sabido ense?arles ese jinete que es su due?o y escritor.
Bob Dylan -otro forajido norteamericano que un d¨ªa dej¨® su ovina Duluth para tambi¨¦n llegar a 'la Ci¨¦naga de los Lobos', a 'la ciudad del j¨®dete'- advierte en una de sus canciones que 'para vivir fuera de la ley tienes que ser honesto'. ?sa -por suerte para nosotros- es la canci¨®n que cantan Tom Spanbauer y William Parker desde la primera hasta la ¨²ltima l¨ªnea de La ciudad de los cazadores t¨ªmidos cuando se alejan hacia el lugar com¨²n del horizonte, como cowboys de medianoche, cabalgando sobre el m¨¢s puro y blanco y sano de todos los caballos.
Vida de este virus
HAY ALGO parad¨®jicamente terrible y afortunado en el hecho de que la literatura gay -hasta entonces preocupada por cuestiones como el salir o no del armario- se haya visto fortalecida con la llegada de una enfermedad mortal. De golpe, el dilema no estaba en seguir escondi¨¦ndose o no, sino, simplemente, en seguir vivo y que la enfermedad no te encontrara. Diversos autores abordaron los d¨ªas y noches de la peste con ¨®pticas muy diferentes pero, siempre, consiguiendo novelas poderosas. As¨ª fueron el intimismo de David Leavitt, la cr¨®nica de Edmund White, el lirismo de Michael Cunningham, el vaudeville de Allan Gurganus, la melancol¨ªa de Peter Cameron y el g¨®tico-freak de James Purdy a quien el autor de La ciudad de los cazadores furtivos -comenzada antes que El hombre que se enamor¨® de la luna- tanto le debe. Tom Spanbauer (Idaho, 1946) demor¨® diez a?os en escribir esta novela que combina todas las variantes anteriores y donde el sida es descrito como 'un drag¨®n agazapado' amenazando desde el coraz¨®n de un libro que no se conforma con ser nada m¨¢s que un registro de bajas. No hace mucho Spanbauer explic¨® el porqu¨¦ de la demora en una entrevista con el escritor JT Leroy, uno de sus alumnos en un taller al que tambi¨¦n asisti¨® Chuck Palahniuk: 'Me diagnosticaron sida. VIH positivo. Entr¨¦ en el hospital el 1 de diciembre de 1996 y demor¨¦ siete meses en volver a escribir una palabra. No ten¨ªa fuerzas, pero sent¨ª que deb¨ªa continuar con la novela. Se lo deb¨ªa a mis muertos. El libro abarca desde 1983 hasta 1988. Antes de que llegaran las drogas m¨¢s o menos milagrosas. Yo viv¨ª para contarlo, y entonces me jur¨¦ no morirme hasta que lo contara. Ya lo hice y ahora descubro que no he muerto. Y que no tengo la energ¨ªa como para empezar otro libro. En realidad tengo unas cuantas p¨¢ginas. Es un proyecto muy ambicioso en el que quiero crear todo un universo y un nuevo lenguaje para narrarlo. Ojal¨¢ me quede energ¨ªa. Y esperanza. Tuve que buscar mucho para encontrar algo de esperanza en La ciudad de los corazones t¨ªmidos. Espero que esa esperanza se note y que le sirva a alguien'.
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