'El teatro me est¨¢ dando una segunda vida'
Como celebraci¨®n de la reapertura del Teatro delle Muse de Ancona (Italia), despu¨¦s de 60 a?os de abandono, el Teatro Stabile delle Marche ten¨ªa previsto inaugurar anoche su primera temporada con un Como t¨² me desees (en coproducci¨®n con el Teatro Nuovo de Milan) muy especial y con una actriz que podr¨ªa revivir los lujos de Marta Abba y Greta Garbo. El papel que fue banco de pruebas de aquellas dos diosas de la escena lo encarna ahora Claudia Cardinale, que, por segunda vez, despu¨¦s de La Venexiana interpretada en Par¨ªs hace dos a?os, dirigida por Maurizio Scaparro, vuelve a pisar las tablas bajo la direcci¨®n, esta vez, de su compa?ero desde hace 30 a?os, el director cinematogr¨¢fico Pasquale Squitieri.
'Ya entonces Pirandello entendi¨® todo, es decir, que si uno no est¨¢ dentro de la imagen, sobre todo televisiva, no existe, y las personas est¨¢n dispuestas a cualquier cosa'
'La relaci¨®n con Visconti fue teatral; todos se acuerdan siempre de El gatopardo, pero Vaghe stelle dell'Orsa
PREGUNTA. Tras su gran triunfo personal de hace dos a?os en Par¨ªs con La Venexiana, dirigida por Scaparro, ahora interpreta el papel de la Desconocida en el Como t¨² me desees de Pirandello, un papel que encarnaron Marta Abba, la musa del dramaturgo, y Greta Garbo en la pantalla. ?Pens¨® en ello mientras se preparaba para el estreno?
RESPUESTA. S¨ª, lo s¨¦, pero no quiero pensarlo, quiero ser libre de dar mi propia interpretaci¨®n, ni siquiera he querido leer ensayos sobre esta obra teatral de Pirandello para que no me influyera ning¨²n juicio cr¨ªtico. No lo hago por presunci¨®n, desde luego, sino para estar de forma espont¨¢nea dentro del personaje que interpreto. Adem¨¢s, para m¨ª, el teatro es un descubrimiento reciente, s¨¦ muy poco de los autores y sus obras, vengo del cine y soy una ne¨®fita. Aunque hice un Pirandello cinematogr¨¢fico, Enrico IV, con Bellocchio. El teatro me est¨¢ dando una segunda vida. Para m¨ª, aceptar este trabajo supone un gran riesgo, pero me encantan los desaf¨ªos, nunca me han gustado las cosas demasiado f¨¢ciles. Cuando estoy a solas y leo mi texto me invaden los nervios pero, en cuanto subo al escenario, tomo posesi¨®n de mi personaje sin vacilaciones. Y de noche, mientras duermo, repaso so?ando los di¨¢logos, uno a uno; antes cre¨ªa que estaba loca, pero los actores de la compa?¨ªa me han tranquilizado al decirme que se trata de una obsesi¨®n profesional.
P. Los que la han convencido para que hiciera teatro han sido Maurizio Scaparro y su compa?ero, claro est¨¢, Pasquale Squitieri, que la dirige en este montaje de Como t¨² me desees. Sin embargo, el primero que advirti¨® su talento como futura actriz de teatro fue Giorgio Strehler, al que usted dijo no hace mucho tiempo.
R. Dije no, no por capricho, porque nunca me he dejado llevar por caprichos de diva. Sencillamente, no me sent¨ªa preparada para esta experiencia, y nunca me he lanzado a ninguna aventura si no estaba segura de mi misma. Hace dos a?os lleg¨® el momento de someterme a la prueba.
P. ?Qu¨¦ personaje es la Desconocida?
R. Una mujer a la que piden que se encarne en la imagen de otra mujer a la que se ve en una fotograf¨ªa, y que, al final, rechaza la identidad que los otros quieren asignarle y vuelve, con su amante escritor, a la vida de antes, llena de violencia y dependencia. Pero esta vez es ella quien decide, mientras que antes la sufr¨ªa; ha tomado conciencia de s¨ª misma y de lo que quiere ser. Ella cre¨ªa que el presunto viudo Bruno deseaba un cuerpo al que transferir el fantasma de su mujer para colocar en ¨¦l todos sus recuerdos, que buscaba una imagen afectiva perdida, pero, cuando se da cuenta de que lo ¨²nico que quiere ¨¦l es una herencia, deja de prestarse al juego y se va. Porque lo que ella busca es la identidad y la verdad y, al encontrarla, se encuentra a s¨ª misma.
P. Pirandello intuye el poder de la fotograf¨ªa y se convierte en profeta de la sociedad de la imagen en la que hoy vivimos.
R. Ya entonces entendi¨® todo, es decir, que si uno no est¨¢ dentro de la imagen, sobre todo televisiva, no existe, y las personas est¨¢n dispuestas a cualquier cosa, se venden, y aqu¨ª estoy, como t¨² me desees.
P. ?Se advert¨ªa ya este poder de la imagen cuando empez¨® usted a hacer cine?
R. Supongo que la fotogenia fue mi mejor baza, pero, de joven, no me gustaba demasiado que me fotografiaran, porque en la foto del carnet de identidad siempre sal¨ªa muy morena. Empec¨¦ en el centro experimental de cinematograf¨ªa de Roma, en una ¨¦poca en la que era una aut¨¦ntica salvaje, llegu¨¦ al examen sin abrir la boca, me fui dando un portazo y me dieron una beca de estudios precisamente por mi temperamento. Ahora bien, ya entonces exist¨ªan todas las premisas para esta locura que ha culminado hoy en la conversi¨®n de las tragedias en espect¨¢culo: hasta el atentado de las Torres Gemelas se ha transformado en un drama de im¨¢genes. Cine. Una locura.
P. Usted trabaj¨® con Federico Fellini y con Luchino Visconti, dos genios de car¨¢cter totalmente opuesto.
R. La relaci¨®n con Visconti fue teatral; todos se acuerdan siempre de El gatopardo, pero Vaghe stelle dell'Orsa [Sandra] me hurg¨® en el fondo del alma. Con Fellini, en cambio, todo era improvisaci¨®n, no ten¨ªamos ni siquiera una copia de las hojas que nos pasaba de vez en cuando, sobre las que escrib¨ªa los di¨¢logos que deb¨ªamos decir... Con Visconti eso era imposible, hab¨ªa que discutir con ¨¦l cada abrir y cerrar de ojos. Dicen que era un c¨ªnico, pero a m¨ª me trataba con enorme ternura.
P. Para el montaje de este Como t¨² me desees, el director utiliza fragmentos sacados de algunas de sus pel¨ªculas menos conocidas, como La Viaccia y Celos a la italiana. Cuando se ve joven, ?siente nostalgia?
R. No, no, nunca. Me alegro, eso s¨ª, por los recuerdos que me remiten a aquel momento. No siento nostalgia porque quiero que el tiempo pase, que deje sus huellas, y por eso nunca he recurrido a la cirug¨ªa est¨¦tica y tengo todas mis arrugas: quieren decir que he vivido con intensidad... y para ser no como t¨² me desees, sino como yo me deseo.
P. Para el final de este montaje, el director ha previsto la entrada de una doble, una sosias, una mu?eca de esas que se construyen para satisfacer placeres onanistas. No una mu?eca hinchable sino una mu?eca de alta tecnolog¨ªa, en l¨¢tex y con microchips que le permiten 'hablar'. Pero esta mu?eca tendr¨¢ los rasgos de Claudia Cardinale. Inquietante, ?no?
R. Todav¨ªa no la he visto y no s¨¦ cu¨¢l ser¨¢ mi reacci¨®n. En realidad, ya tengo una doble, en Hollywood. Sacaron un molde de mi rostro y mi cuerpo y est¨¢ en los estudios Universal. Por supuesto, una estatua de cera es una cosa muy distinta. Estas mu?ecas se pueden comprar por Internet, y es posible escoger todos los atributos posibles de un cat¨¢logo de millares de im¨¢genes. Me parece inaceptable, y lo digo tambi¨¦n como embajadora de la Unesco para la mujer. Pero si existe la oferta quiere decir que existe la demanda, hay prostitutas y chaperos porque hay personas que los utilizan. Los hombres que compran las mu?ecas son unos enfermos que buscan el dominio absoluto de la mujer, hasta convertirla en puro objeto de placer.
P. Esta pr¨¢ctica onan¨ªstica ya exist¨ªa en la antig¨¹edad: Tiberio hac¨ªa el amor con una copia de la Venus de Milo. ?Pero qu¨¦ erotismo se puede encontrar en una mu?eca de alta tecnolog¨ªa?
R. A m¨ª me parece que ninguno, s¨®lo una soledad inmensa. Lo m¨¢s dram¨¢tico es que ahora, despu¨¦s de haber logrado fabricar mujeres que parecen reales, han empezado a producir tambi¨¦n ni?os artificiales, de tama?o natural.
P. ?Ni?os?
R. La primera vez que vi uno de estos 'ni?os' me qued¨¦ estupefacta. Estaba en un avi¨®n y una se?ora ten¨ªa en brazos a un ni?o que parec¨ªa real, pero luego nos dimos cuenta de que era un mu?eco animado que se mov¨ªa y se pon¨ªa de pie accionado por un mecanismo. Todos los pasajeros estaban desconcertados. Despu¨¦s, este verano, en Capri, vi a una pareja de hombres que llevaban a otro de esos 'ni?os' y le extend¨ªan crema solar sobre su piel de l¨¢tex. Pero era artificial, ?se da cuenta?
P. Estamos traspasando la frontera entre lo humano y lo inhumano, ?Qu¨¦ siente usted?
R. Siento desesperaci¨®n. La humanidad va a la deriva. ?Llegar hasta fabricar ni?os artificiales! Es aterrador. Yo me pregunto, con todos los hu¨¦rfanos que se pueden adoptar, incluso a distancia, ?c¨®mo es posible rebajarse hasta este punto?
P. ?C¨®mo es tener de director a su compa?ero, en un texto que, entre otras cosas, indaga en las relaciones de pareja?
R. Nuestra relaci¨®n tiene ya 30 a?os, le quiero y le admiro por su cultura, su inteligencia, su lucha permanente por sus ideas; no rinde nunca las armas, es muy controvertido, pero es una persona viva, muy viva. Nunca he visto a Pasquale renunciar a luchar por sus ideas. Yo tampoco lo hago, por cierto.
P. De hecho, ha firmado una petici¨®n a favor de la paz entre Israel y Palestina que le ha supuesto recibir amenazas.
R. Enviadas a trav¨¦s de Internet, por un grupo de jud¨ªos integristas, a todos los que hab¨ªamos firmado. Me da asco ver que hoy hay tantas mujeres que combaten en muchos ej¨¦rcitos: nosotras no podemos estar a favor de la cultura de la guerra. Nosotras, que damos vida, no podemos dar muerte.
P. En su opini¨®n, ?una mujer de uniforme es una mujer que traiciona su propia naturaleza?
R. S¨ª. La igualdad entre hombre y mujer no puede prescindir de las diferencias entre las dos naturalezas, y es un camino que deben recorrer juntos para completarse mutuamente. La mujer no puede renunciar a ser madre.
P. ?Qu¨¦ tipo de mujer cree usted que quiere hoy el hombre?
R. Preferiblemente disponible, joven, y en cuanto la joven envejece, ¨¦l tiene preparada a otra de recambio. No todos piensan as¨ª, claro. Pero, por cada mujer que dice no, hay 100.000 que dicen s¨ª. No hay m¨¢s que ver la publicidad y la televisi¨®n: senos y nalgas por todas partes. Todo est¨¢ en venta. Qu¨¦ l¨¢stima que las mujeres hayamos renunciado al misterio del cuerpo y lo hayamos malvendido de este modo.
A la medida de su musa
CUANDO, A LOS 58 a?os, el dramaturgo italiano Luigi Pirandello conoce a la joven actriz milanesa Marta Abba, que entonces tiene 25, le parece de pronto la aut¨¦ntica encarnaci¨®n de la belleza que hab¨ªa atribuido a las protagonistas de sus dramas. Desde entoncs escribe con la mente puesta en ella y 'produce' textos para su joven musa. Uno de los frutos de ese sue?o es Come tu mi vuoi , con la que Marta Abba triunf¨® desde 1930, a?o de su estreno en el Filodrammatici de Mil¨¢n, hasta 1935, cuando se fue a Estados Unidos. Entre las numerosas obras de Pirandello, Como t¨² me desees (de la que se extrajo el argumento de un filme interpretado por Greta Garbo y Erich von Stroheim) es una de las obras menos representadas en nuestros d¨ªas (Strehler hizo un montaje en 1988, en el Piccolo Teatro, con Andrea Jonasson), pese a que los temas que aborda el texto son, como ocurre siempre con Pirandello, de una modernidad total y llena de significado para nuestra ¨¦poca: la escisi¨®n de la personalidad, el problema de la identidad y la ficci¨®n, el problema del poder excesivo de la imagen en lo que ahora es una sociedad de masas.
'Cuando conceb¨ª el montaje de este texto, reflexion¨¦ sobre el hecho de que el cine no es m¨¢s que teatro filmado', dice Pasquale Squitieri. ' El cine necesita primeros planos y actores que expresen sus emociones. Por tanto, es teatro. Y, si el cine le ha robado al teatro, ?por qu¨¦ no permitir que el teatro haga lo mismo con el cine, y por qu¨¦ no centrar Como t¨² me desees en la Cardinale, que ha tenido otras vidas y otras identidades en la pantalla?', se pregunta.
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