Abuelos por horas
Un grupo de jubilados, voluntarios de la Cruz Roja, se encargan de llevar a la guarder¨ªa a los hijos de las reclusas de Aranjuez
'Te llamo desde un tel¨¦fono. Estoy en la calle'. Esto es lo que un ni?o de tres a?os le dijo a Andr¨¦s, el voluntario que durante los meses precedentes le llevaba de la mano desde la c¨¢rcel de Aranjuez hasta la guarder¨ªa. El chiquillo le llam¨® nada m¨¢s salir de la prisi¨®n en la que conviv¨ªa con su madre para irse a vivir a un piso tutelado. Y ayer Andr¨¦s recordaba este episodio con l¨¢grimas en los ojos. ?l y otros nueve jubilados, junto a otros voluntarios de Cruz Roja, acompa?an ahora todos los d¨ªas a cuatro ni?os, hijos de presas del centro penitenciario Madrid 6 (Aranjuez) hasta su guarder¨ªa.
S¨®lo son cuatro chiquillos, porque ¨¦sas son las plazas reservadas para ellos en el centro de educaci¨®n infantil que el Gobierno regional tiene en la localidad. En el m¨®dulo de mujeres de la c¨¢rcel viven 11 menores.
En septiembre pasado, Cruz Roja se qued¨® sin voluntarios suficientes para acompa?ar a los chicos (todos menores de tres a?os, ya que ¨¦sta es la edad m¨¢xima hasta la que pueden convivir con sus madres) desde la prisi¨®n a la escuela y, m¨¢s tarde, desde ¨¦sta de vuelta a casa.
Cruz Roja hall¨® en el centro de mayores Real Sitio soluci¨®n a su problema: seis hombres y tres mujeres, todos mayores de 60 a?os, hacen de canguros para los cuatro hijos de presas durante los apenas 20 minutos que separan la guarder¨ªa del centro penitenciario. Se levantan todos los d¨ªas a las ocho de la ma?ana para ir hasta el penal en un peque?o autob¨²s donde los recogen de los brazos de sus madres. 'Cu¨ªdamela bien, que te dejo a mi hija', les piden ellas.
Andr¨¦s decidi¨® meterse en el proyecto cuando se enter¨® de que Cruz Roja ten¨ªa problemas para cumplir este servicio. 'No pod¨ªa permitir que estos ni?os se asustaran cuando salieran de la c¨¢rcel a los tres a?os y vieran por primera vez la calle'. 'Ni siquiera al principio sintieron recelo de nosotros. Se alegraban mucho de vernos', cuenta Andr¨¦s. 'Una vez que se empieza ya no se puede parar, porque los chiquillos nos dan mucho m¨¢s que nosotros a ellos'.
La primera vez que Luz y Remedios, otras dos voluntarias, entraron en la c¨¢rcel les impresion¨® que no se pudiera avanzar a trav¨¦s de los m¨®dulos sin que las puertas se fueran cerrando tras sus pasos.
'A veces las madres nos preguntan que si el ni?o ha comido, que si se ha mareado, que si se ha portado bien en el colegio... Por eso, las profesoras de la guarder¨ªa meten en sus cuadernitos un informe todos los d¨ªas para contar a las mam¨¢s la evoluci¨®n de sus hijos. Tenemos un trato muy correcto con ellas, pero no sabemos por qu¨¦ est¨¢n en la c¨¢rcel', explican.
El viaje en autob¨²s hasta la guarder¨ªa es muy animado. 'Los ni?os lo miran todo, sobre todo los perros y los coches', cuenta Luz. Los peque?os cambian mucho su car¨¢cter desde que van por primera vez a la guarder¨ªa hasta que se acaba el curso. Al principio son retra¨ªdos, y al final del calendario escolar acaban comport¨¢ndose como cualquier otro ni?o. Carmen lo sabe muy bien porque lleva ya dos a?os en el proyecto y trabaja adem¨¢s como limpiadora en el centro educativo. Y por eso Marta, una de las hijas de las reclusas, sonr¨ªe cuando la ve a lo lejos. 'Algunos saben que est¨¢n encerrados, que no viven como otros ni?os. Otros no lo notan porque son demasiado peque?os', dice.
Las normas que rigen la relaci¨®n de estos abuelos con sus nietos son muy estrictas. No les pueden regalar juguetes ni nada que provenga del exterior (incluyendo comida y medicamentos), ni tampoco pueden dar nada a sus madres.
'Los ni?os nos cogen mucho apego, pero no tanto como nosotros a ellos', reconoce Carmen. A pesar del cari?o mutuo, los voluntarios no pueden volver a ver a los ni?os cuando salen de la c¨¢rcel.
'A veces las madres llaman muy agradecidas y nos dicen c¨®mo est¨¢n y c¨®mo les va. Pero son casos aislados', reconocen.Son las cuatro de la tarde en la escuela infantil de Aranjuez y todos los ni?os esperan a sus madres para volver a casa. Sin embargo, cuatro de ellos saben que ser¨¢n otros los que los lleven hasta sus mam¨¢s: Marta, ?ngel, Lara y Mar¨ªa (nombres supuestos) van de la mano de los voluntarios y no se pierden de vista unos a otros.
Para ellos, como para otros ni?os, la mejor hora del d¨ªa es la que vuelven a su casa, aunque la suya sea una prisi¨®n.
Fiesta de carnaval tras las rejas
Rafael Aguilar es el director de recursos humanos de Cruz Roja en Aranjuez y uno de los coordinadores del proyecto para acompa?ar a los ni?os de la c¨¢rcel hasta la guarder¨ªa. Su intenci¨®n ahora es que Cruz Roja pueda trabajar m¨¢s con estos menores dentro de la c¨¢rcel. 'Hay un proyecto que se est¨¢ estudiando para ense?ar a las madres a jugar con sus hijos, ense?arles canciones infantiles y t¨¦cnicas para relacionarse con ellos de la mejor manera posible', explica. La organizaci¨®n a la que representa se encarga ahora dentro de la c¨¢rcel de montar la fiesta de Reyes y la de carnaval. En ¨¦stas los ni?os reciben regalos y se disfrazan como cualquier otro en esa ¨¦poca. Adem¨¢s, la ONG Horizonte lleva a los 11 ni?os del m¨®dulo familiar a comer todos los domingos al campo. 'Tambi¨¦n hacemos excursiones', contin¨²a Rafael. Todo para que los ni?os no se sientan diferentes'. Dentro de la c¨¢rcel los menores tienen su guarder¨ªa y parque infantil. Y en verano, piscina. 'Las personas que lo vemos desde dentro sabemos que los ni?os tienen un trato exquisito dentro de la c¨¢rcel por parte de los funcionarios. Pero necesitan acostumbrarse al exterior', concluye Aguilera.
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