Hong Kong, el laberinto vertical
Instant¨¢neas sorprendentes de la ciudad china y su bah¨ªa
Pocos lugares tan rom¨¢nticos como la bah¨ªa de Hong Kong. Las luces de ne¨®n del bosque de rascacielos de la isla parecen enzarzadas en un juego de se?ales con las de la pen¨ªnsula de Kowloon, hasta zambullirse juntas en las aguas que siguen surcando los transbordadores, impasibles al desarrollo fren¨¦tico de esta antigua colonia brit¨¢nica que no deja de construir t¨²neles bajo ellas.
No cabe ni un alfiler entre tanto edificio, pero los hongkoneses tienen la extra?a habilidad de hacer posible lo imposible, y cada vez que se vuelve a la ciudad, el paisaje ha cambiado. ?Tirar torres de m¨¢s de 30 pisos? ?Fulminar hoteles emblem¨¢ticos? En otro sitio se lo pensar¨ªan dos veces. En el coraz¨®n financiero de Asia, el tiempo es lo que m¨¢s vale: el Hilton ya es historia, y sobre sus cimientos se yergue, el doble de alto, el Centro Cheung Kong, del magnate Li Kashing. En cuanto a la torre del Furama, quedaban hace 10 d¨ªas los primeros seis pisos envueltos en una tela verde para que no se viera c¨®mo se tragaban las m¨¢quinas los restos de ese hotel de cinco estrellas por el que desfilaron tantas y tantas personalidades.
Llegar a Hong Kong tiene para los espa?oles el exotismo de hacerlo en un tren espa?ol. El nuevo aeropuerto, obra de Norman Foster y situado en la vecina isla de Chek Lap Kok, est¨¢ conectado a la pen¨ªnsula por un tren de cercan¨ªas de la empresa espa?ola CAF. Y no es eso todo, porque la estaci¨®n de Kowloon fue construida por la empresa espa?ola Necso.
Los Nuevos Territorios
Considerado el para¨ªso de las compras, donde todo es posible siempre que se tenga el bolsillo bien lleno, el traspaso de la soberan¨ªa brit¨¢nica a la Rep¨²blica Popular China, el 1 de julio de 1997, no ha alterado a primera vista la vida diaria de este enclave, que se compone de numerosas islas y de los llamados Nuevos Territorios, asentados en el continente, en el delta del r¨ªo Perla, y de los que cuelga Kowloon. Pero sin salir de la misma isla de Hong Kong se abren numerosas perspectivas m¨¢s all¨¢ de sus rascacielos, como disfrutar de la exuberante vegetaci¨®n que cubre la colina central, a cuyo pico se accede por un tranv¨ªa o por unas escaleras mec¨¢nicas que llegan casi hasta la cima entre los edificios. A medio camino de estas escaleras ha surgido el nuevo barrio bohemio de Hong Kong. Como el neoyorquino, se llama Soho y se ha llenado de restaurantes de los cuatro rincones del planeta, de locales para escuchar jazz y de estudios de pintores.
Recorrer la isla en coche es un placer. Sus peque?as calas de arena limp¨ªsima -no as¨ª sus aguas, que est¨¢n muy contaminadas- son un remanso de paz, donde no es extra?o encontrar alg¨²n Rolls-Royce aparcado a la sombra de un merendero para que sus ocupantes disfruten de una comida alejada del mundanal ruido del distrito financiero. Para desgracia de los turistas, los champanes de vela cangreja utilizados tradicionalmente por los pescadores del sur de China han dejado de atracar en el puerto de Aberdeen, ahora lleno de yates de lujo. Aunque quedan a¨²n algunos champanes de los cubiertos parcialmente por un techo de mimbre que siguen sirviendo de vivienda, Aberdeen ha perdido parte de su encanto con la desaparici¨®n de aquella multitud de barcazas en las que se pod¨ªa cenar. El ¨²nico restaurante flotante que queda es el enorme Jumbo, que sufre un cierre temporal impuesto por las autoridades sanitarias.
Si se quiere saborear la China antigua, nada como darse un paseo por el mercado de p¨¢jaros, situado en Kowloon. La estaci¨®n de metro de Prince Edward se encuentra a un par de manzanas, por las que discurre el mercado de las flores. Las hay de todas las formas y colores, pero, sin duda, es la gran variedad de orqu¨ªdeas y su precio irrisorio -por un euro se puede comprar una vara cargada de estas enigm¨¢ticas flores- lo que resulta apasionante. Ancianos de andar quedo, que balancean una jaula tapada con una tela blanca, anuncian que el mercado de aves est¨¢ cerca. Se ven muchos compradores, pero sobre todo hay muchos ancianos que traen a sus gorriones, jilgueros, canarios o cotorras para buscarles pareja, para que charlen con sus amigos o simplemente para darles un banquetazo de saltamontes, que se compran por bolsas en el mismo mercado y a los que, con paciencia china, se les quitan las patas, las alas y finalmente la cabeza, antes de echarlos por los barrotes convertidos en fest¨ªn. El ritual del emparejamiento consiste en levantar por un lado la capa blanca que cubre la prisi¨®n y dejar que el p¨¢jaro se relacione con el de la otra jaula. La artesan¨ªa de estas peque?as c¨¢rceles, algunas decoradas con figuritas de marfil y bebederos de porcelana fina, es otro de los encantos del paseo.
Mercadillos
Y una vez en Kowloon, resulta interesante darse un paseo por el Museo de Historia de Hong Kong, inaugurado recientemente. Pero tal vez lo que m¨¢s se agradece en esta zona es el largo paseo abierto sobre la bah¨ªa, no s¨®lo por los mercadillos que lo ocupan los fines de semana, sino tambi¨¦n porque permite disfrutar al aire libre del espl¨¦ndido panorama. En Hong Kong, cada d¨ªa se gana terreno al mar para hacer nuevos edificios, pero arquitectos e ingenieros se han confabulado para impedir al paseante gozar de la brisa marina. Las calles se cruzan por un laberinto de puentes acristalados, pasadizos y t¨²neles que casi obliga a hacer un cursillo para no perderse. Es el lado antip¨¢tico de Hong Kong, aunque se agradece cuando llueve.
Excursiones por los Nuevos Territorios, que ofrecen una imagen m¨¢s cercana a la realidad del continente, o en barco a las cercanas islas son otros de los atractivos de este enclave. Y si despu¨¦s de todo esto y de haber degustado las excelencias de la cocina china en una infinidad de restaurantes queda algo de dinero, nada como gast¨¢rselo en Shanghai Tang, una tienda donde puede comprarse ropa tradicional china de calidad, cuya adaptaci¨®n al gusto actual la hace irresistible.
GU?A PR?CTICA
Poblaci¨®n: Hong Kong tiene unos 6,8 millones de habitantes. Moneda: d¨®lar de Hong Kong (equivale a 0,13 euros). Geograf¨ªa: Hong Kong cuenta con 260 islas. Prefijo telef¨®nico: 00 852. Huso horario: la hora de Hong Kong
va seis horas por delante con respeto a la de la Espa?a peninsular.
- Swiss (901 11 67 12) vuela a Hong Kong, v¨ªa Z¨²rich, desde 662 euros m¨¢s tasas. Hasta el 13 de diciembre.
- KLM (902 22 27 47) tiene vuelos
a Hong Kong, v¨ªa Amsterdam, desde
669 euros m¨¢s tasas. Tarifa v¨¢lida hasta el 15 de diciembre.
- Lufthansa (902 22 01 01) vuela a Hong Kong, v¨ªa Francfort, desde 669 euros m¨¢s tasas. Tambi¨¦n hasta mediados de diciembre.
- British Airways (902 11 13 33) vuela a Hong Kong, v¨ªa Londres, desde 750 euros m¨¢s tasas. Tarifa v¨¢lida hasta el 18 de diciembre.
- Kuoni (en agencias y www.kuoni.es) ofrece estancias de cinco noches en Hong Kong (con vuelos desde Espa?a, traslados y alojamiento con desayuno) desde 1.392 euros m¨¢s tasas. En octubre y noviembre.
- Politours (en agencias) tambi¨¦n ofrece estancias de cinco noches (con vuelos, traslados y alojamiento) desde 1.250 m¨¢s tasas. En octubre.
- Catai (en agencias) tiene un paquete de ocho d¨ªas combinado a Bangkok y Hong Kong (con vuelos, traslados y alojamiento en hoteles de tres y cuatro estrellas) desde 1.253 euros m¨¢s tasas.
- La Hong Kong Hotels Association
(23 83 83 80 y www.hkha.org) funciona como una central de reservas hoteleras en Hong Kong.
- Existen m¨²ltiples p¨¢ginas web para reservar hoteles: www.hk-hotel.com, www.hong-kong-hotels-online.com, www.hotels-in-hongkong.net, www.hotel-reservation-hongkong.com y www.hotel-hong-kong.com, por ejemplo.
- En www.timeout.com/hongkong
se encuentra una selecci¨®n de hoteles (y restaurantes) de muy diferentes categor¨ªas.
- www.hktourismboard.com.
- www.discoverhongkong.com.
- Oficina de turismo de Hong Kong en Barcelona (934 14 17 94). Avenida de Pau Casals, 4.
- Oficina de turismo de Honk Kong (25 08 12 34).
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