Juegos peligrosos
Aunque ya han transcurrido m¨¢s de ocho meses desde que se inici¨® el conflicto sobre la modificaci¨®n de los ¨®rganos de gobierno de las cajas de ahorros, con reiteradas manifestaciones p¨²blicas por parte de todos lo partidos, a¨²n no se conoce la posici¨®n de CiU.
Se conoce la postura del PP, que exige tener menos de 70 a?os para ser nombrado consejero. Ayer se concret¨® el enfoque de los socialistas, partidarios de que sean las propias instituciones las que en primera instancia regulen en sus estatutos los requisitos que deben cumplir sus consejeros y, s¨®lo si no lo hacen, fija una regulaci¨®n muy flexible. Sin embargo, CiU sigue muda, pese a que el litigio se origin¨® para controlar la renovaci¨®n de la presidencia de la principal entidad financiera catalana, La Caixa, que desde 1999 preside Josep Vilarasau.
El inter¨¦s de CiU es evidente. La coalici¨®n nacionalista quiere influir en la designaci¨®n del nuevo presidente. El problema es que si los nacionalistas no revalidan su mandato en las pr¨®ximas auton¨®micas, sus posibilidades de influir se habr¨¢n esfumado y no tendr¨¢ participaci¨®n en el nombramiento del puesto que acumula m¨¢s poder en la sociedad catalana y uno de los m¨¢s relevantes de la econom¨ªa espa?ola. La renovaci¨®n debe producirse antes del 30 de junio de 2003.
La manera elegida por CiU para superar este escollo ha sido forzar que la renovaci¨®n se produzca mientraslos nacionalistas sigan en el poder. Y la f¨®rmula concreta, limitando la edad para nombrar consejeros a 70 a?os, lo que impide autom¨¢ticamente la renovaci¨®n de Vilarasau. Con independencia del juicio que merezca este tipo de intervenci¨®n, el camino elegido resulta curioso: ha encargado a su aliado, el PP, que introduzca la enmienda. Ello comporta consecuencias rocambolescas. Resulta que si el Gobierno central legisla, con car¨¢cter b¨¢sico, tal como se?ala la propia ley, se recortan las competencias exclusivas de la Generalitat.
Si la norma fuera no b¨¢sica entonces no tendr¨ªa efecto en Catalu?a, ya que regir¨ªa la ley auton¨®mica vigente, que no impone l¨ªmites. Quiz¨¢ querr¨¢ espera a que entre en vigor la ley estatal, impedir la as¨ª la reelecci¨®n de Vilarasau y una vez conseguido el objetivo, la Generalitat legislar¨ªa y recuperar¨ªa la competencia.
La jugada es alambicada y peligrosa. No s¨®lo porque un partido nacionalista entregue ?gratis? las competencias que tanto reclama. Sino porque auspicia el intervencionismo en la mitad del sistema financiero espa?ol.
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