S¨ª, quiero
Se?or Defensor del Pueblo:
Me llamo Jenaro y llevo vida rutinaria, pero esta semana se me ha empezado a complicar la existencia. El jueves, en un arrebato de c¨®lera, me cas¨¦ con una desconocida por culpa de cierta apuesta. Ya en la puerta de la iglesia me percat¨¦ de que aquello era extra?o, pero no le di m¨¢s importancia y me dej¨¦ llevar por la corriente. Celebramos fiest¨®n y baile en los salones Ondarreta. Bebimos tanto y pas¨¦ tanta risa que al final del banquete ya me hab¨ªa olvidado de qui¨¦n era la novia. Se lo fui preguntando una por una a todas las invitadas, pero ninguna sab¨ªa nada del asunto. Pas¨¦ la noche de bodas perplejo, compartiendo lecho permisivo con una desconocida distinta a la susodicha. Porque yo tengo un concepto borroso de la mujer con la que me cas¨¦, se?or, pero, desde luego, no era aquella que me estaba haciendo cosquillas en el cogote cuando amanec¨ª entre sus brazos y despert¨¦ llorando de risa, como un conejo. La leg¨ªtima se esfum¨®. Le cuento estos peque?os matices para que se haga usted una idea del contexto en el que estoy atrapado.
Se?or M¨²gica, simpatizo con el Opus, Comuni¨®n y Liberaci¨®n, los Legionarios de Cristo y El Camino Neocatecumenal, todos ellos excelentes personas con las que mantengo coqueteos de cara a las pr¨®ximas elecciones auton¨®micas y municipales. Muchos de ellos asistieron al banquete. Mal se me tiene que dar para no agarrar una direcci¨®n general, porque, como usted sabe, don Enrique, esas organizaciones mandan mucho, y m¨¢s que van a mandar tal como anda el patio. Pero, se?or, todos ellos se han echado sobre m¨ª acus¨¢ndome de adulterio. Yo les digo que un adulterio es una reuni¨®n de adultos, de igual modo que un beaterio es un aquelarre de beatas. No les convencen mis razones y me van a apear de las listas si no comparezco de inmediato con mi esposa legal, de quien no consigo acordarme. S¨®lo me queda una salida. Ay¨²deme usted a localizar como sea al fot¨®grafo que nos hizo el reportaje nupcial y que no volvi¨® a dar se?ales de vida. As¨ª sabr¨¦ qui¨¦n es mi santa para irrumpir con ella en la Almudena y proclamar de nuevo ante los dioses: 'S¨ª, quiero'.
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