Pere Gimferrer publica un libro de poemas sobre el envejecimiento
El poemario se edit¨® en 2001 en catal¨¢n
Barcelona 'Aunque todav¨ªa no he entrado en la senectud, ya tengo 57 a?os, por lo que es l¨®gico que me haya venido una cierta ansia recapitulatoria'. As¨ª explica el poeta y acad¨¦mico Pere Gimferrer (Barcelona, 1945) el impulso que le llev¨® a publicar El diamante en el agua, aparecido en catal¨¢n el a?o pasado y ahora publicado en castellano por Ediciones del Bronce. Simult¨¢neamente, Seix Barral acaba de editar en un solo volumen los dos que compon¨ªan su Dietario.
Esa mirada hacia el pasado, explica Gimferrer, 'se ha visto acentuada por la gran cantidad de personas de mi entorno que han ido muriendo en los ¨²ltimos a?os. Por citar s¨®lo gente del medio literario, estar¨ªan por ejemplo Josep Vicen? Foix, Octavio Paz o Gil de Biedma. Es cierto que eran mayores que yo, pero desde siempre me he movido en un ambiente donde todo el mundo me superaba en edad'. Gimferrer, adem¨¢s, empez¨® su carrera literaria, que ahora ronda la treintena de t¨ªtulos, a edad muy temprana (Arde el mar se public¨® en 1966), 'por lo cual mi perspectiva de escritor es muy extensa. Seguramente si mi debut no hubiera sido tan precoz ahora mi perspectiva ser¨ªa distinta'.
El diamante en el agua se compone de cinco secciones, de las cuales la ¨²ltima y m¨¢s extensa, En derribo, es precisamente la que aborda el tema del envejecimiento, con t¨ªtulos tan elocuentes como 'Despedida', 'Epitafio', 'Naufragio' o 'Eleg¨ªa'. Seg¨²n el autor, 'no se trata de dar vueltas alrededor del tema de la muerte, como ya hice en mi libro anterior [Mascarada, 1998], sino m¨¢s bien de reflexionar acerca de un momento de mi vida que yo llamar¨ªa crepuscular. Aunque es cierto, eso s¨ª, que entronca tem¨¢ticamente con aqu¨¦l'.
Adem¨¢s de esta secci¨®n, El diamante en el agua lleva otras cuatro: una dedicada al cineasta japon¨¦s Kenji Mizoguchi ('aunque mi pasi¨®n cin¨¦fila se manifiesta a lo largo de todo el libro'), otra de tono m¨¢s l¨ªrico, con tem¨¢tica amorosa, y un p¨®quer de lo que Gimferrer llama 'poemas c¨ªvicos', dedicados respectivamente a Sarajevo, a las banderas, a los etarras Lasa y Zabala y a la poetisa catalana recientemente fallecida Maria Merc¨¨ Mar?al. El de Lasa y Zabala, de cuyo impacto el autor se declara 'sorprendido', es un curioso soneto con el que, asegura, 'trat¨¦ de superar por exageraci¨®n el silencio que suele cubrir este tipo de sucesos. Finalmente, el poema extenso que da t¨ªtulo al libro, 'El diamante en el agua' (de un verso de Rub¨¦n Dar¨ªo) y que es el que ha comportado m¨¢s problemas de traducci¨®n: la versi¨®n castellana ha debido reducir las exigencias m¨¦tricas del original, asonantando algunas de las rimas que en catal¨¢n eran consonantes. La mayor¨ªa de las adaptaciones han ido a cargo de Justo Navarro (aunque hay un total de cinco traductores) porque Gimferrer hace tiempo que dej¨® de hacerlo: 'No soy un buen traductor de m¨ª mismo porque me salen versiones demasiado literales, si bien es cierto que tengo un Premio Nacional de Traducci¨®n por una obra de Ausi¨¤s March'.
En cuanto a lo inhabitual de componer seg¨²n el dictado de la m¨¦trica y la rima, el acad¨¦mico no est¨¢ de acuerdo con la idea de que la rima est¨¦ en desuso: 'En castellano quiz¨¢ algo m¨¢s, aunque, sin ir m¨¢s lejos, Ben¨ªtez Reyes y Jaime Giles lo han hecho recientemente, pero en catal¨¢n se cultiva bastante, como demuestran Narc¨ªs Comadira, Salvador Oliva o la propia Mar?al. Y tampoco hay que pensar que no rimar signifique alejarse de la m¨¦trica: Gabriel Ferrater, por ejemplo, no rimaba, pero sus composiciones est¨¢n firmemente sujetas a la m¨¦trica. En castellano ocurre lo mismo con Lorca, por ejemplo, o con muchas obras de Alberti, Cernuda y Alexandre. Lo que muchas veces parece verso libre aparente, en realidad son combinaciones de alejandrinos y decas¨ªlabos'. Seg¨²n Gimferrer, la confusi¨®n respecto a esta cuesti¨®n se debe al hecho de que 'a partir de un cierto momento, en el bachillerato se dej¨® de estudiar la m¨¦trica, por lo cual muchos poetas en realidad no saben contar s¨ªlabas'.
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