Balidos
Este a?o no cruzar¨¢n Madrid las ovejas trashumantes camino de la Extremadura. El alcalde ha desechado el paso de los reba?os por la calle de Alcal¨¢. A lo mejor pretend¨ªa el edil que cada ejemplar ovino enarbolara durante el tr¨¢nsito una bandera nacional. ?lvarez del Manzano, a punto del banderazo de retirada, le ha cogido gusto a los emblemas. Da la impresi¨®n de que, puesto ya el pie en el estribo municipal, no distingue bien entre churras y merinas, y acaso piensa que todos somos ovejas descarriadas. Se est¨¢ ganando a pulso que le hagan una despedida guapa, s¨ª, pero no con baladas, sino con balidos.
La calle de Alcal¨¢ est¨¢ ubicada en una de las nueve ca?adas reales, red de v¨ªas pecuarias establecida hace m¨¢s seiscientos a?os. En oto?o pasado, los pastores se vieron sorprendidos a su paso por Majadahonda: la ca?ada se hab¨ªa convertido en campo de golf. Los directivos llevaron al juzgado a los pastores. El juez dict¨® que las ovejas no hab¨ªan cometido delito atravesando la instalaci¨®n deportiva, porque ¨¦se es un derecho centenario, y no abolido de hecho, de la Mesta. Es cierto que la trashumancia se solventa hoy con medios de transporte m¨¢s modernos. Pero el paso por Madrid, un domingo de oto?o, de los reba?os con sus cencerros era un gui?o a la naturaleza, a la ecolog¨ªa y a la historia de nuestro pa¨ªs. Disfrutar una ma?ana de oto?o con los corderillos es m¨¢s barato, m¨¢s sostenible y m¨¢s festivo que andar por ah¨ª entrando al trapo de bander¨ªas por culpa de una ense?a que s¨®lo est¨¢ bien cuando la dejan tranquila. A veces las banderas se ensoberbecen y se convierten en pendones.
Estas melanc¨®licas noticias se encuadran en un contexto global no menos desalentador. Descubren que Jesucristo naci¨® el a?o 7 antes de Cristo. Jatami exige velo a las se?oras en su visita a Madrid. Ana Palacio entrega al Papa la peineta de la Martirio. Y, en fin, ahora dicen que Rodrigo de Triana era de Lepe. A lo mejor fue un chiste lo de Am¨¦rica, y Allende, un sue?o, y Pinochet, una pesadilla. No ser¨ªa extra?o que nos est¨¦n intentando cambiar el madro?o por un manzano. B¨¦.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.