Triler¨ªas el¨¦ctricas
Nos dimos un empacho de kilovatios por hora a cuenta de los CTC. Comprendo el hast¨ªo; el sector no descansa. La ¨²ltima pirueta tiene que ver con un nuevo concepto, el cual, como muchos anteriores, podr¨ªa dar en que la tarifa evolucione por encima de lo razonable, esto es, que disimule ante los accionistas los errores de los directivos y consejos de administraci¨®n. Me refiero al d¨¦ficit tarifario. Su reconocimiento legal, es decir, por parte del PP, dar¨ªa lugar a que en los pr¨®ximos 6/10 a?os la tarifa el¨¦ctrica sume lo que el consumidor no ha pagado en 2002: podr¨ªa alcanzar 260.000 millones de pesetas (m¨¢s del 10% del recibo de la luz de un a?o), aunque la cifra acordada ser¨¢ probablemente algo menor. Adem¨¢s, como la titulizaci¨®n es palabra gastada, y con permiso del DRAE, anuncio el nacimiento de un nuevo t¨¦rmino: la monetizaci¨®n, quiz¨¢ securitizaci¨®n.
El problema de las el¨¦ctricas tiene que ver con la dudosa rentabilidad de la diversificaci¨®n, nada achacable al Gobierno ni a la tarifa el¨¦ctrica espa?ola
M¨¢s o menos, el asunto es el siguiente. Seg¨²n informa la Comisi¨®n Nacional de la Energ¨ªa en el informe de liquidaci¨®n de la tarifa de julio, los ingresos reales de las compa?¨ªas el¨¦ctricas son inferiores en casi mil millones de euros a los previstos en el expediente de tarifas de este a?o. En otros t¨¦rminos, los consumidores de electricidad debemos (y no pagamos) a las compa?¨ªas lo que ¨¦stas se merecen. Si se examina en detalle el informe citado y otras piezas informativas, se comprueba enseguida que la raz¨®n de nuestra deuda reside en que el precio de la electricidad en el mercado al por mayor (de generaci¨®n) se ha situado a lo largo de este a?o en torno a un 30% por encima de lo previsto hace unos meses. ?Qu¨¦ ha sucedido? ?Imprevisi¨®n? ?Despilfarro? Lo previsto hace unos meses, y unos a?os, situaba la retribuci¨®n del kilovatio por hora producido en torno a seis pesetas; era una estimaci¨®n generosa, los an¨¢lisis sobre el funcionamiento de un r¨¦gimen competitivo apuntaban una cifra de cinco pesetas. Pues bien, es in¨²til buscar razones en la evoluci¨®n de los tipos de inter¨¦s o de los precios de las materias primas (uranio, carb¨®n nacional y de importaci¨®n, agua); la raz¨®n m¨¢s importante del encarecimiento de la electricidad en el mercado al por mayor parece ser el precio del fuel, aunque su contribuci¨®n a la generaci¨®n de electricidad es insignificante. El hecho de que las centrales de fuel aparezcan misteriosamente en las casaciones del mercado, fijando as¨ª precios, guarda gran parecido con lo sucedido a mediados de los a?os noventa en el mercado el¨¦ctrico de Gran Breta?a: el precio de mercado ven¨ªa determinado por una central m¨¢s ineficiente que bastantes de las disponibles. La diferencia con el caso espa?ol es que, all¨ª, el asunto mereci¨® la atenci¨®n del regulador y de las autoridades de competencia, que entendieron que ello era signo de ejercicio de poder de mercado; a partir de aqu¨ª, establecieron un price cap en el mercado de generaci¨®n.
Aqu¨ª es distinto. El alumbramiento del d¨¦ficit en el mercado de generaci¨®n podr¨ªa dar lugar a que los consumidores hagan frente al pago, por ahora, de m¨¢s de un cuarto de bill¨®n de pesetas. No lo har¨¢n por este concepto -podr¨ªa haber problemas con Bruselas, habida cuenta de que la generaci¨®n se rige formalmente por mecanismos competitivos-, sino por un presunto d¨¦ficit en la retribuci¨®n de las actividades de transporte y distribuci¨®n, que por reguladas admiten un trato m¨¢s benevolente desde la perspectiva del derecho comunitario de ayudas de Estado. El sector ha entendido que cometi¨® dos equivocaciones con los CTC: apuntarlos a la generaci¨®n de electricidad y pretender ingresar en funci¨®n de un concepto dudoso lo que se puede cobrar, m¨¢s limpiamente, a trav¨¦s del BOE. Juegos de manos.
Por tanto, los consumidores est¨¢n en deuda. Examinemos su origen. UNESA, que agrupa a las principales empresas el¨¦ctricas espa?olas, ofrece algunos datos de inter¨¦s. Pese a sus protestas, el beneficio de las actividades el¨¦ctricas en Espa?a no ha sufrido merma en los ¨²ltimos a?os: as¨ª, la rentabilidad financiera de las mismas parece situarse en un 12%, porcentaje superior al disfrutado por la empresa espa?ola, seg¨²n la Central de Balances del Banco de Espa?a, a pesar de que los riesgos son bien distintos. Es cierto, sin embargo, que la rentabilidad financiera de las compa?¨ªas el¨¦ctricas no suscita mucha confianza entre los analistas. La raz¨®n tiene que ver con los pobres resultados de las inversiones en asuntos ajenos al suministro de electricidad en nuestro pa¨ªs: esencialmente, su expansi¨®n en Latinoam¨¦rica y en las telecomunicaciones. De lo anterior se deduce que el problema de las el¨¦ctricas tiene que ver con la dudosa rentabilidad de la diversificaci¨®n; nada achacable al Gobierno y, menos, a la tarifa el¨¦ctrica espa?ola. Por cierto, en cuanto a la deuda financiera, conviene se?alar que, seg¨²n la misma fuente, UNESA se ha duplicado desde 1998, aunque la inversi¨®n en activos el¨¦ctricos nacionales no ha observado variaci¨®n. Entre esa fecha y hoy, la pr¨¢ctica totalidad del incremento de la deuda responde a decisiones de inversi¨®n en asuntos ruinosos.
Si existe una deuda, es la de los ¨®rganos de gobierno de las compa?¨ªas el¨¦ctricas y sus directivos respecto de sus accionistas. Que no la pague el consumidor espa?ol.
Alberto Lafuente F¨¦lez es catedr¨¢tico de la Universidad de Zaragoza.
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