Los dedos de la cultura
Todos conocemos de piezas de mecanismos que, aunque min¨²sculas y aparentemente intrascendentes, en realidad constituyen elementos b¨¢sicos en la estructura del sistema o, cuando su trascendencia no llega a tal, que engloban en s¨ª mismos toda la historia que ha seguido el mecanismo hasta alcanzar la configuraci¨®n y estructura que posee. Nuestras manos no pueden, es cierto, presumir de ser los elementos centrales del 'mecanismo humano' -ocupan, por ejemplo, una posici¨®n 'secundaria' frente al sistema nervioso central-, pero s¨ª, cuando menos, de ocupar un lugar privilegiado en la historia evolutiva que condujo a la especie Homo. Es preciso recordar, en este sentido, que existe una gran unanimidad en admitir que han sido dos las modificaciones cruciales del sistema musculoesquel¨¦tico que contribuyeron al surgimiento de la l¨ªnea hom¨ªnida. La primera, la adopci¨®n de la marcha b¨ªpeda. La segunda, modificaciones posteriores en las extremidades superiores, que propiciaron un cambio en el repertorio de movimientos de la mano (m¨¢s concretamente en el pulgar, que distingue a la mano prehom¨ªnida de la nuestra) y favorecieron as¨ª el uso de herramientas. De hecho, la capacidad de fabricar herramientas, el que ¨¦stas se fuesen haciendo m¨¢s complejas e importantes para el bienestar del grupo, pudo haber dado lugar a procesos de fabricaci¨®n colectiva que, se ha argumentado, podr¨ªan haber creado las condiciones para la evoluci¨®n del lenguaje, para, al menos, hacerlo m¨¢s refinado. Si ahora a?adimos un toque darwiniano, diciendo que aquellos espec¨ªmenes que convirtieron la habilidad ling¨¹¨ªstica en un rasgo (gen¨¦tico) heredable se encontraron con mejores perspectivas de supervivencia, entonces el estatus de la mano, motor que posibilit¨® tales transformaciones, se ve reforzado considerablemente.
LA MANO
Frank R. Wilson Traducci¨®n de Jaime Gavald¨¢ Tusquets. Barcelona, 2002 385 p¨¢ginas. 20 euros
Ahora bien, cuando se habla de capacidad de fabricar instrumentos crecientemente complejos o de lenguaje, se est¨¢ hablando tambi¨¦n, aunque no se explicite, del cerebro, cuya propia historia evolutiva es central para comprender c¨®mo, por ejemplo, el g¨¦nero humano surgi¨® a partir de la misma rama primate que mucho antes hab¨ªa dado lugar a los grandes monos. Sumergidos en semejante cadena de razonamientos surge, inevitable, la idea de si la mano humana podr¨ªa no haber sido un legado meramente incidental de los hom¨ªnidos, sino una fuerza elemental en el desarrollo del cerebro y en la g¨¦nesis de eso que llamamos 'mente'; si, en otras palabras, el hecho de que el lenguaje y el uso de las manos para la fabricaci¨®n y empleo de herramientas coevolucionasen fue la circunstancia fundamental en la forja de un nuevo campo de operaciones para el cerebro hom¨ªnido y de un potencial mental que reconocemos colectivamente como 'cognici¨®n humana'.
Tal es el territorio en el que se mueve el autor de este libro, el neur¨®logo Frank Wilson; el territorio de c¨®mo el uso de la mano configura el lenguaje y cultura humanas. Y se mueve en ¨¦l armado de muy diversas y exigentes herramientas: en primer lugar, las que suministra la paleoantropolog¨ªa (el estudio de los or¨ªgenes de la humanidad), pero tambi¨¦n y sobre todo, las que proporcionan la anatom¨ªa, fisiolog¨ªa, neurociencias, ling¨¹¨ªstica, psicolog¨ªa, al igual que otras disciplinas-artes menos frecuentes en la empresa que se plantea, y que tienen que ver con las habilidades de m¨²sicos, titiriteros, mec¨¢nicos o malabaristas, es decir, de personas que necesitan desarrollar, mediante un largo aprendizaje, una serie de capacidades muy particulares. Si de lo que se trata es de comprobar si el mundo de posibilidades que abri¨® la mano de los humanos termin¨® influyendo en el desarrollo cerebral (?evolucion¨®, por ejemplo, el cerebro humano despu¨¦s de que la mano de los hom¨ªnidos se hiciera m¨¢s diestra?), entonces es evidente que tambi¨¦n es conveniente, si no obligado, explorar tambi¨¦n esos otros dominios habitados por ese tipo de profesionales.
No hay que elaborar mucho
para darse cuenta de la importancia del tema elegido por Wilson. La mano es, s¨ª, el protagonista central de su libro ('cualquier teor¨ªa de la inteligencia humana', escribe, 'que ignore la interdependencia entre la mano y la funci¨®n cerebral, sus or¨ªgenes hist¨®ricos o la influencia de esta historia en la din¨¢mica del desarrollo del ser humano moderno es, en t¨¦rminos generales, err¨®nea y est¨¦ril'), pero en cierto sentido es tambi¨¦n algo as¨ª como una excusa, el pretexto para avanzar y situarse mejor ante el gran problema que tiene abierto la ciencia contempor¨¢nea, el de entender qu¨¦ es realmente el cerebro humano, ese, como se?ala nuestro autor, 'mercado abierto de incontables flujos y reasociaciones din¨¢micas'. No se trata, hay que advertir a los lectores, de un libro siempre f¨¢cil, aunque s¨ª pr¨¢cticamente siempre fascinante; un texto que se esfuerza por combinar el caso concreto con el marco general, la funci¨®n espec¨ªfica con la multidimensionalidad de la interrelaci¨®n y sinergia entre funciones, ¨®rganos y situaciones. Una obra, en definitiva, que aspira a llegar a todo tipo de lectores pero no a costa de simplificaciones que violenten la verdadera naturaleza y realidad de la empresa cient¨ªfica.
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