El Atl¨¦tico no quiere la pelota
Un gol tempranero y la expulsi¨®n de Graff facilitan a los rojiblancos su primer triunfo en el Calder¨®n
A la en¨¦sima, tampoco. El Atl¨¦tico ense?¨® su octava alineaci¨®n diferente, novena si se computa la de la Copa del Rey ante el Lanzarote, pero la buena sigue sin aparecer. Tampoco ayer, aunque el once dise?ado por Luis Aragon¨¦s, aupado por las bondades que le fue deparando el encuentro -un gol a los cinco minutos y la expulsi¨®n de Graff a los 34-, lograse al fin regalarle un triunfo, el primero, a su sufrida y fiel hinchada. Pero el Atl¨¦tico volvi¨® a salir del partido con m¨¢s en el debe que en el haber.
Es el Atl¨¦tico un equipo dise?ado en exclusiva para robar la pelota. Por eso, da la sensaci¨®n de que necesita que la tenga el rival para saber a qu¨¦ dedicarse. S¨®lo as¨ª tiene las cosas claras. Sobre todo, cuando se trata de presionar bien arriba sobre la salida del bal¨®n. Es ah¨ª, donde aparecen sus verdaderas armas. Asoma por sorpresa a toda pastilla y con mucho personal y acorrala al enemigo hasta birlarle el cuero. Fue as¨ª, en un arre¨®n de Jos¨¦ Mari, como fabric¨® la jugada del primer gol. El extremo -que as¨ª jug¨® ayer y por la derecha, una posici¨®n m¨¢s acorde con sus caracter¨ªsticas- se llev¨® el bal¨®n y de una sola vez provoc¨® una falta y la primera tarjeta de Graff. Luego, entre Albertini, que sac¨® la falta al lugar donde el Rayo no se esperaba, y Garc¨ªa Calvo, que s¨ª sab¨ªa por d¨®nde iba a llegar el bal¨®n, prolongaron la rentabilidad de la jugada hasta el 1-0.
ATL?TICO 2| RAYO VALLECANO 0
Atl¨¦tico: Burgos; Contra, Santi, Garc¨ªa Calvo, Carreras (Hibic, m. 58); Albertini (Movilla, m. 75), Emerson; Jos¨¦ Mari, Correa, Luis Garc¨ªa (Jorge, m. 46); y Fernando Torres. Rayo: Etxeberria; Mario (Camu?as, m. 64), Corino (Perag¨®n, m. 55), Mainz, Graff; Onopko, Mora (Dorado, m. 41); Julio ?lvarez, Quevedo, Tal; y Bolo. Goles: 1-0. M.5. Falta en la izquierda del ¨¢rea. Albertini amaga un centro, pero saca raso hacia el centro y atr¨¢s, y Garc¨ªa Calvo remata. 2-0. M.54. Dorado agarra a Jorge dentro del ¨¢rea y Fernando Torres marca el penalti. ?rbitro. Daud¨¦n. Expuls¨® a Graff (m.34), por doble amonestaci¨®n. Amarilla a Carreras, Emerson, Hibic, Albertini, Mora, Camu?as, Onopko, Quevedo y Fernando V¨¢zquez. 45.000 espectadores en el Vicente Calder¨®n.
El gol result¨® todo un acontecimiento para el Atl¨¦tico, tan acostumbrado como est¨¢ a que sea el equipo contrario el que se le adelante. Salvo en Mallorca, justamente el ¨²nico partido que los rojiblancos hab¨ªan ganado hasta la fecha, nunca se hab¨ªan puesto por delante en el marcador. Pero ni por ¨¦sas los de Luis Aragon¨¦s mejoraron su imagen, en pelea permanente con la pelota cuando les toca asumir su posesi¨®n. Saben quit¨¢rsela al rival, y s¨®lo arriba, pero no llevarla hasta elaborar un juego decente.
Conocedor de las carencias del Atl¨¦tico en ese apartado, el Rayo hurg¨® con insistencia en ellas. Y con ¨¦xito. Dio igual que el marcador le concediese al menos la tranquilidad a los rojiblancos y que jugaran con uno m¨¢s a partir de la media hora. El acoso decidido y sincronizado de los franjirrojos causaba aver¨ªas en la circulaci¨®n. Tal es as¨ª, que los de casa, que lo que no estaban dispuestos era a poner en peligro el marcador, ni tampoco los rayistas, que aparentaban disponer de suficientes argumentos como para levantarlo, se limitaron a sobrevivir a base de pelotazos. El perjudicado, como siempre, fue Fernando Torres, al que le toca llevar a un vida de perros. Pero no el Atl¨¦tico en su conjunto. Los pelotazos no le penalizaban porque ya ganaba -no hab¨ªa necesidad de agujerear al rival-, y, adem¨¢s, alcanzaba su perverso objetivo -que la pelota la tenga el rival, para quit¨¢rsela-.
Es ah¨ª, en la elaboraci¨®n, en la posesi¨®n, donde la alineaci¨®n del Atl¨¦tico volvi¨® a chirriar. Luis Aragon¨¦s insiste en dejarle fuera, pero el equipo, si quiere que la pelota circule, necesita a Movilla. El calvo es, adem¨¢s, un jugador de equipo muy del corte del t¨¦cnico, por lo que su ausencia resulta cada vez m¨¢s incomprensible. Tan amigo de los mensajes entrel¨ªneas, Luis Aragon¨¦s debe estar avis¨¢ndole de algo. Pero cuesta descifrar qu¨¦ de puertas hacia fuera.
Sin el bal¨®n, el Atl¨¦tico resisti¨® en el primer tiempo gracias a una correcta actitud defensiva -el eje Santi-Garc¨ªa Calvo parece cada vez m¨¢s fiable- y a los arreones de Jos¨¦ Mari y los movimientos de ayuda de Correa, una grata noticia: ya van dos meses de competici¨®n y conserva a¨²n un momento de forma excelente y una actitud fabulosa.
El Atl¨¦tico mejor¨® ligeramente en la segunda mitad. Luis Garc¨ªa, intrascendente y menor una vez m¨¢s en la primera, dej¨® su banda a Correa y su sitio en el equipo a Jorge, que luci¨® como segundo delantero. En el canario hay un jugador. Tiene calidad y repertorio, pero no minutos. Vali¨® como muestra de su val¨ªa la acci¨®n del segundo gol, en el que, antes de que Dorado le hiciera penalti, se permiti¨® tirar un fino sombrero a Mainz -muy buen central, por cierto- dentro del ¨¢rea. Cosido a Jorge, y especialmente a que el 2-0 ya sepult¨® para siempre las ilusiones del Rayo, el Atl¨¦tico se adue?¨® de la pelota y maquill¨® sus estad¨ªsticas de posesi¨®n.
Con el partido resuelto, a un cuarto de hora del final, Aragon¨¦s retir¨® a Albertini y ense?¨® un rato a Movilla. Fernando Torres empez¨® a ver el bal¨®n por el suelo y el Atl¨¦tico mejor¨® en ataque. Pero no en defensa, aspecto en el que ech¨® de menos el oficio del italiano y de m¨¢s la indolencia de Emerson, que es el que sobra en el doble pivote. A su libertinaje t¨¢ctico, el brasile?o uni¨® esta vez la discutible decisi¨®n de dar por acabado el partido con antelaci¨®n. Los sustos del Rayo, en todo caso, no dieron como para amargarle la tarde a la gente del Manzanares. Que al fin, aunque sin muchos lujos, vio ganar a su equipo.
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