La importancia de estar como en casa
La casa Ronald McDonald de Barcelona acoge a ni?os que reciben tratamientos oncol¨®gicos y a sus familias La casa Ronald McDonald de Barcelona acoge a ni?os que reciben tratamientos oncol¨®gicos y a sus familias

Que los ni?os se peleen por sentarse en el mismo sof¨¢, o que los padres no oigan el despertador por la ma?ana son muy buenas se?ales en la casa Ronald McDonald de Barcelona, un edificio que acoge a ni?os enfermos de c¨¢ncer que reciben tratamiento en hospitales de la ciudad y a sus familias. Son buenas se?ales porque significan que el edificio cumple con su objetivo: que sus habitantes se sientan como en casa, dentro de unas circunstancias muy angustiantes.
La casa Ronald McDonald, situada muy cerca del hospital Vall d'Hebron, fue inaugurada en abril por la Fundaci¨®n Infantil Ronald McDonald, que tiene otras 217 casas en todo el mundo. El edificio, de dos plantas, tiene 15 habitaciones y una gran cocina y zonas comunes como comedor, sal¨®n, sala de juegos y lavander¨ªa. Son 15 casas en una.
Ingresar en la casa depende de la recomendaci¨®n del equipo m¨¦dico de cada ni?o y de la valoraci¨®n de la situaci¨®n de su familia por parte del equipo asistencial de los hospitales p¨²blicos de la ciudad. La estancia var¨ªa en funci¨®n de la duraci¨®n del tratamiento de cada ni?o. As¨ª, hay desde familias que han pasado por la casa una noche o una semana, hasta otras que se instalaron en mayo y todav¨ªa viven all¨ª, porque los ni?os han sido sometidos a transplantes, operaciones o largos tratamientos.
Las 15 familias que actualmente viven en la casa proceden de ciudades como Burgos, Bilbao, Vigo, Algeciras, Le¨®n, Ripoll o Canarias. Y tambi¨¦n hay extranjeros, como una familia procedente de Estados Unidos y otra de Rusia. Cada una tiene su historia, pero todas han pasado por lo mismo: el desconcierto al conocer la enfermedad, las largas horas de hospital, la dificultad de combinar una vida laboral normal con la enfermedad del hijo, etc¨¦tera.
Estas circunstancias son las que hacen que los hu¨¦spedes de la casa se hayan convertido en una gran familia donde, aunque se hable poco de la enfermedad, unos est¨¢n pendientes de la evoluci¨®n de los otros. Adem¨¢s, cuentan con el apoyo del director gerente de la casa, Pere Casas, que es capaz de ponerse en su piel, porque una de sus hijas super¨® una leucemia siendo ni?a.
Casas fue, hace 20 a?os, uno de los fundadores de la asociaci¨®n de padres de ni?os oncol¨®gicos AFANOC. Desde entonces, han organizado multitud de actividades en los hospitales y fueron los primeros en poner en marcha pisos donde pudieran vivir los padres de ni?os enfermos durante su estancia en Barcelona. 'Pero esto cumple algo m¨¢s que una funci¨®n asistencial. Esta casa es un bal¨®n de ox¨ªgeno para las familias', asegura Casas.
Y es que la casa Ronald McDonald cumple una funci¨®n terap¨¦utica que corrobora la teor¨ªa de que una buena calidad de vida ayuda a mejorar la salud.
El jefe de la unidad de oncolog¨ªa del hospital de Vall d'Hebron, Josep S¨¢nchez de Toledo, apoya esta teor¨ªa y explica que, en la medida de lo posible, 'es fundamental para la calidad de vida de las familias que los ni?os enfermos de c¨¢ncer no tengan que estar ingresados en el hospital'. ?ste es el caso de los que reciben tratamientos oncol¨®gicos, que aunque suelen ser largos, requieren una intervenci¨®n muy corta cada d¨ªa.
Son precisamente los tratamientos de los ni?os los que marcan la rutina dentro de la casa. Por las ma?anas, el edificio permanece pr¨¢cticamente vac¨ªo, porque las familias acuden al hospital y no regresan hasta mediod¨ªa. Entonces comienza el frenes¨ª en la cocina y en las salas, donde por las tardes un grupo de voluntarios organiza actividades para los peque?os. Aun as¨ª, el ritmo lo marca el estado de salud de cada ni?o. 'Vivimos el d¨ªa a d¨ªa, pendientes de la evoluci¨®n del ni?o y es imposible hacer planes. Cada d¨ªa es distinto', explica una de las madres.
Desde su inauguraci¨®n, la casa ha vivido momentos de especial alegr¨ªa, como la celebraci¨®n de cumplea?os o la marcha de una familia porque su ni?o ha finalizado el tratamiento. Pero tambi¨¦n ha habido momentos muy duros, especialmente la muerte de cuatro ni?os. 'Si hablamos de un 70% de curaci¨®n tenemos que aceptar que hay otro 30% de ni?os que no sobreviven. Es muy duro pero no nos pilla por sorpresa', afirma Casas.
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