Bush, sin freno
George W. Bush tendr¨¢ manos libres para gobernar durante los dos pr¨®ximos a?os tras unas elecciones que le han otorgado el control total del Congreso. El presidente de la ¨²nica superpotencia del planeta ha revalidado la mayor¨ªa que ya ten¨ªa en la C¨¢mara de Representantes y ha recuperado la del Senado. La victoria ampl¨ªa su margen de maniobra en todos los campos, ya sea la pol¨ªtica interior o la exterior, en particular para doblegar a Sadam Husein. Bush est¨¢ m¨¢s obligado que nunca a gestionar con responsabilidad este inmenso poder que han puesto en sus manos los electores norteamericanos, que esta vez han acudido en mayor n¨²mero a las urnas. Si no, el mundo ser¨¢ un lugar todav¨ªa m¨¢s inseguro de lo que ya es ahora.
Sin infravalorar el peso espec¨ªfico de cada candidato local, este martes electoral ha sido un ¨¦xito personal de Bush. Sab¨ªa que estaba en juego no s¨®lo el resto de su presidencia, sino las posibilidades de ganar un segundo mandato en 2004. Enterradas quedan las dudas sobre la legitimidad de una victoria en las presidenciales de 2000, cuyo resultado final decidieron los tribunales. La fotograf¨ªa electoral muestra un pa¨ªs dividido en dos, pero la mitad republicana ha ampliado la brecha respecto a la dem¨®crata.
Adem¨¢s de conseguir recaudar m¨¢s de 150 millones de d¨®lares para la elecci¨®n m¨¢s cara de los candidatos republicanos -incluida la de su hermano Jeb para renovar como gobernador de Florida-, Bush se empe?¨® a fondo en la explotaci¨®n del miedo al terrorismo desencadenado tras el 11-S, en un clima pre-b¨¦lico con Irak y frente a una oposici¨®n dem¨®crata sin l¨ªder ni programa y que, salvo excepciones, no ha marcado suficiente distancia con la pol¨ªtica de seguridad de Bush. Los esc¨¢ndalos empresariales que afectan a prominentes miembros de su Administraci¨®n, abierta como ninguna otra a los grupos de inter¨¦s, no han jugado papel alguno, en comparaci¨®n con las tribulaciones del matrimonio Clinton por cuestiones menores.
Bush y los republicanos podr¨¢n aplicar sin obst¨¢culos un programa de pol¨ªtica interna ante el que caben serios recelos: reducci¨®n de impuestos a costa de aumentar el d¨¦ficit p¨²blico, el mayor aumento del gasto militar desde la guerra fr¨ªa, un recorte de libertades sin precedentes en nombre de la lucha contra el terrorismo, una legislaci¨®n en favor de las organizaciones caritativas religiosas, una pol¨ªtica energ¨¦tica desconsiderada hacia el medio ambiente o el previsible nombramiento de jueces federales conservadores, especialmente en el Tribunal Supremo, que puede marcar una agenda social sumamente influida por la derecha cristiana, base de apoyo central de Bush.
Para el resto del mundo, lo m¨¢s preocupante es el comportamiento en el escenario global de un Gobierno que se hizo acreedor de una enorme ola de simpat¨ªa internacional tras el 11-S, pero que pronto ech¨® a perder con su unilateralismo. Tras este martes de elecciones de medio mandato -la tercera ocasi¨®n en los ¨²ltimos 70 a?os en que excepcionalmente el partido del presidente mejora su posici¨®n-, puede acentuarse la alergia de EE UU hacia los compromisos fijados por el derecho internacional, con un redoblado embate contra iniciativas como la Corte Penal Internacional.
Bush tendr¨¢ ahora m¨¢s libertad para aplicar su teor¨ªa del 'ataque preventivo'. De momento, el debate sobre Irak sigue en la ONU, con un nuevo proyecto de resoluci¨®n presentado ayer por EE UU. Ojal¨¢ sea ¨¦ste el marco en el que permanezca la iniciativa de Washington para quitar a Irak todo armamento de destrucci¨®n masiva que pueda tener. La victoria de los republicanos no es un mandato, y menos a¨²n un sustituto del marco jur¨ªdico internacional, pero en la pr¨¢ctica es una carta blanca que le ha dado un electorado atemorizado a un presidente belicoso. Y de rebote, una excelente baza para los designios de Sharon en Israel.
Bush se ver¨¢ reforzado para imponer su modelo de Alianza Atl¨¢ntica en la cumbre de Praga dentro de dos semanas, no tanto por la ampliaci¨®n a nuevos miembros cuanto por la aceptaci¨®n de una OTAN capaz de intervenir en cualquier parte del globo, con m¨¢s armas, y que apoye su doctrina del ataque preventivo, aunque sea en el marco reducido de la lucha contra el terrorismo. Entre los europeos, las resistencias a la pol¨ªtica de EE UU se van diluyendo y el triunfo de Bush reforzar¨¢ la tendencia a arrimarse a¨²n m¨¢s al superpresidente por parte de Gobiernos como los de Blair o Aznar, no s¨®lo en cuestiones geoestrat¨¦gicas, sino tambi¨¦n en la defensa de posiciones ultra-conservadoras en materias de moral y ciencia, como la Convenci¨®n sobre la Clonaci¨®n. El margen de maniobra que ha ganado Bush lo pierden, al menos de momento, los europeos, m¨¢s divididos que nunca.
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