El centro perdido
A pesar de lo mucho escrito sobre la pol¨ªtica en la Segunda Rep¨²blica, carec¨ªamos hasta hoy de un estudio ¨ªntegramente dedicado al Partido Radical, el m¨¢s poderoso y mejor implantado de los partidos republicanos, liderado por quien en sus a?os mozos hab¨ªa sido demagogo populista y 'Emperador del Paralelo', Alejandro Lerroux (1864-1949). No es que no se haya tratado del Partido Radical en todos los estudios dedicados a la Rep¨²blica, sino que al prevalecer la visi¨®n del conflicto entre izquierda republicana y derecha cat¨®lica, o tambi¨¦n entre PSOE y CEDA, y al definir el sistema pol¨ªtico como pluripartidista polarizado, con un centro d¨¦bil y difuso, la atenci¨®n al Partido Radical fue casi siempre marginal, como de relleno, protagonista de un intento fallido de centrar la Rep¨²blica.
LA REP?BLICA QUE NO PUDO SER. LA POL?TICA DE CENTRO EN ESPA?A (1931-1936)
Nigel Townson Traducci¨®n de Jorge Vigil Madrid. Taurus, 2002 531 p¨¢ginas. 22,50 euros
No es el menor de los m¨¦ritos de Nigel Townson haber remediado esa carencia. Aqu¨ª, al Partido Radical, a sus dirigentes sobre todo, pero tambi¨¦n a sus organizaciones locales, se dedica la atenci¨®n prioritaria, una inversi¨®n del prisma que no modifica sustancialmente, aunque enriquece y ampl¨ªa con novedosas aportaciones la visi¨®n predominante sobre este partido. Townson destaca con raz¨®n los contenidos moderados y centristas de su pol¨ªtica, pero la alabanza del pragmatismo y del proyecto de centrar la Rep¨²blica que habr¨ªan distintiguido a su l¨ªder no evita las abundantes cr¨ªticas por su programa vago e insustancial, su ambivalencia ante todas las cuestiones pol¨¦micas, su espantada durante el debate constitucional, su incapacidad para ofrecer alternativas coherentes a los programas de la izquierda republicana o socialista, sus contactos con elementos subversivos.
Si todo esto es lo que dice
Townson del Partido Radical y de su jefe, ?d¨®nde radicar¨ªa la posibilidad de esa Rep¨²blica de centro cuya inexistencia lamenta desde el mismo t¨ªtulo del libro? Sin duda, en haber consolidado Alianza Republicana como fulcro de la Rep¨²blica. Pero como, despu¨¦s de su ruptura con Aza?a y de la salida de los radicales del Gobierno, mantener la Alianza result¨® imposible, las llamadas de Lerroux s¨®lo encontraron eco en una derecha cat¨®lica que, bajo la direcci¨®n de Gil Robles, siempre se hab¨ªa negado a declarar su lealtad al r¨¦gimen republicano. Con el prop¨®sito o la excusa de fortalecer una pol¨ªtica de centro, Lerroux, reforzado por las elecciones de 1933, se vio en la tesitura de pactar con un partido antisistema envuelto en una ret¨®rica accidentalista. ?sta fue la contradicci¨®n del l¨ªder radical en su camino hacia el poder: que por creerse cargado de m¨¦ritos para aspirar a la presidencia del Gobierno, no dud¨® en aliarse con un partido no republicano, imaginando que lo atra¨ªa a sus posiciones.
En realidad, y como no dejaron de advertir sus antiguos aliados, lo que ocurri¨® fue que la CEDA rode¨® al Partido Radical en aquel abrazo del oso dise?ado por Gil Robles desde 1931 y que Mart¨ªnez Barrio, l¨ªder de una escisi¨®n provocada al sentir el aliento de su aliado en la nuca, defini¨® como 'ayudar a Lerroux, colaborar con Lerroux, sustituir a Lerroux'. Gil Robles tambi¨¦n quer¨ªa ser poder, condici¨®n imprescindible para proceder a la revisi¨®n constitucional y someti¨® desde principios de 1934 a Lerroux a un 'implacable acoso' que agudiz¨® la ya de por s¨ª grave inestabilidad de los gobiernos radicales hasta que por fin el l¨ªder cat¨®lico alcanz¨® su objetivo: entrar en el Gobierno. A partir de ah¨ª, y con la inestimable ayuda de los movimientos revolucionarios de octubre de aquel a?o, la balanza entre radicales y CEDA no dej¨® de inclinarse a favor de los cat¨®licos hasta acabar con Lerroux literalmente por los suelos.
Townson relata esta historia, desde la parrilla de salida hasta el desastroso final de la carrera, en un libro de escritura m¨¢s fluida e incisiva en su versi¨®n original que en su traducci¨®n espa?ola. El Partido Radical, concluye, percibi¨® mejor que los partidos de izquierda la necesidad de estabilizar el r¨¦gimen ampliando su base por medio de una pol¨ªtica de reformas moderadas. El problema fue que, para lograrlo, se ali¨® con una derecha que no hab¨ªa ocultado su desd¨¦n a la democracia ni el car¨¢cter meramente instrumental de su alianza. Al final ocurri¨® que la CEDA se fortaleci¨® en la misma medida en que el Partido Radical se debilitaba, un resultado imprevisto que dej¨® el campo, para las siguientes elecciones, dividido entre derechas e izquierdas con el centro perdido en el sumidero de lo que Lerroux recordar¨ªa como su 'peque?a historia'.
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