El renacer literario de Alemania
No cabe duda: la literatura en lengua alemana pasa por un momento muy bueno. Lo prueba tanto la cantidad de nuevos nombres y las cr¨ªticas entusiastas como la proliferaci¨®n de traducciones y el inter¨¦s que despierta en el extranjero -Par¨ªs dedic¨® a Alemania en 2001 el sal¨®n del libro-. 'Nunca hubo tantos debuts literarios como en los ¨²ltimos cinco a?os. Nunca acapararon los escritores noveles tanta atenci¨®n medi¨¢tica y acudieron tantos lectores a las lecturas p¨²blicas en bares y centros culturales. Nunca pagaron las editoriales a los principiantes adelantos tan suculentos', asegura Sigrid L?ffler, directora de la revista Literaturen.
?Qu¨¦ ha ocurrido? Los j¨®venes escritores alemanes han redescubierto el arte de narrar. Vuelven a enganchar a los lectores con historias bien contadas, trabajando todo tipo de temas y de g¨¦neros -y, en todo caso, alej¨¢ndose de la introspecci¨®n autista t¨ªpicamente germana-, desde el drama burlesco (los peligros del retiro campestre para el escritor machista en La novela de la lluvia, de Karen Duve) pasando por el relato de corte carveriano (los dobles fondos de lo cotidiano en Hombre gordo en el mar, del sagaz Burkhard Spinnen) hasta el thriller de ciencia ficci¨®n tipo Blade Runner (l¨²cida anticipaci¨®n de la degeneraci¨®n de nuestro mundo en Libidissi, de Georg Klein). Pero no s¨®lo los j¨®venes vuelven a contar historias, tambi¨¦n autores consagrados como Uwe Timm, Katja Lange-M¨¹ller o Bodo Kirchhoff despliegan en sus ¨²ltimas publicaciones impresionantes dotes narrativas (excepciones aparte: el nuevo novel¨®n de Peter Handke, La p¨¦rdida de imagen, es una antinarraci¨®n).
Atr¨¢s ha quedado el calificativo honor¨ªfico de narrativa plomiza y se ha recuperado del baj¨®n experimentado a mediados de los ochenta
El choque de placas oriental y occidental ha sacudido a las mentes acalladas y saturadas y ha despertado una nueva conciencia
Aparte de su presencia simb¨®lica y ficcional, Berl¨ªn se ha convertido en la capital literaria alemana
Est¨¢ a la vista que la narrativa alemana, que se hab¨ªa ganado en el extranjero el calificativo honor¨ªfico de plomiza, se ha recuperado del baj¨®n experimentado a mediados de los ochenta. Fue entonces cuando los lectores alemanes renegaron por primera vez de la lectura 'culta' y pidieron libros acordes a su nivel de satisfacci¨®n y bienestar, demanda que cumpl¨ªan a la perfecci¨®n escritores como Eco, Wolfe o Garc¨ªa M¨¢rquez. Con esta competencia empezaron para los escritores alemanes las vacas flacas, de las que se salvaron s¨®lo dos nombres: Patrick S¨¹skind y Bernhard Schlink, autores de sendas novelas superventas, El perfume y El lector, que aunque siguen escribiendo no han podido renovar sus ¨¦xitos.
El renacimiento de la literatura alemana en los noventa est¨¢ estrechamente relacionado con la aparici¨®n de los autores de los l?nder de la antigua RDA. De hecho, la reunificaci¨®n ha proporcionado en m¨¢s de un sentido impulsos decisivos. Por un lado, aport¨® valores nuevos -Ingo Schulze, Thomas Brussig o el poeta Durs Gr¨¹nbein como cabezas m¨¢s visibles de una larga fila de talentos-, y, por otro, a?adi¨® contenidos de inter¨¦s com¨²n y escenarios importantes (el m¨¢s paradigm¨¢tico: Berl¨ªn). Parece que el choque de placas oriental y occidental ha sacudido a las mentes acalladas y saturadas y ha despertado una nueva conciencia social e hist¨®rica que se manifiesta, entre otras cosas, en una creciente preocupaci¨®n por el pasado (inmediato), sobre todo por parte de los autores j¨®venes.
El origen geogr¨¢fico, si se proviene del Este o del Oeste, juega un gran papel. Con impaciencia se han esperado las narraciones que tematizan la vida en el socialismo real y las consecuencias amargas de la reunificaci¨®n. Desde sus primeras manifestaciones han tenido una presencia continua, produci¨¦ndose con su publicaci¨®n y acogida efectos que traspasaron el ¨¢mbito literario, ya que ayudaron a los alemanes a reunificar tambi¨¦n su memoria, su percepci¨®n del otro, y a ser conscientes de la doble carga hist¨®rica que llevan encima.
La voz m¨¢s popular -aunque literariamente, quiz¨¢, menos relevante- es la de Thomas Brussig, quien en Avenida del sol (1999. Siruela, 2001) saca partido de los penosos recuerdos de un joven Ossie (alem¨¢n oriental), de su vida a la sombra del muro en clave de humor, que contribuy¨® a su ¨¦xito, ya que el efecto liberador de la risa permiti¨® el primer reconocimiento de experiencias que las v¨ªctimas y verdugos del r¨¦gimen socialista quer¨ªan olvidar cuanto antes.
Ingo Schulze, en cambio, no suaviza en Historias sencillas (1998. Destino, 2000) la dimensi¨®n tr¨¢gica contenida en los desesperados intentos de sus protagonistas de mantenerse a flote, o al menos salvar la dignidad, en medio del derrumbe total de su mundo. Todo lo contrario, el realismo sutilmente ir¨®nico de los pseudo-short-stories a lo Carver recoge las biograf¨ªas de los perdedores de la historia y resume en ellas toda la distancia que separa el Este del Oeste. Otro tanto se puede decir de las novelas y los relatos meditabundos de Angela Krauss, cuya mirada est¨¢ puesta en las quebraduras del alma de sus protagonistas. En su elegiaca Sommer auf dem Eis (Verano sobre el hielo, 1998), recoge las cenizas de existencias truncadas en unas visiones on¨ªricas sobre el tel¨®n de fondo del complejo industrial Leipzig-Bitterfeld. Otra notable novela es Aus dem Schneider (Llevar capote, 2000), de Katrin Askan, en la que se relata con toda crudeza la desolada cr¨®nica de una familia berlinesa zarandeada por los avatares hist¨®ricos, desde la afiliaci¨®n del abuelo al partido nazi hasta la fuga de la nieta de la RDA.
No abundan los autores que, como Katrin Askan, han relacionado, desde una perspectiva cr¨ªtica, el pasado nazi con el presente en el socialismo real, y que hayan sabido hacerlo sin un dedo acusador. Esta relaci¨®n turbia, s¨®lo vivida en la RFA, est¨¢ en el punto de mira de la nueva novela de Marcel Beyer, Esp¨ªas (Debate, 2002). El autor, quien en El t¨¦cnico de sonido (Debate, 1999) ya hab¨ªa indagado en c¨®mo una persona llega a participar en los experimentos humanos de los campos de concentraci¨®n, demuestra en Esp¨ªas que la experiencia de la guerra y el nazismo siguen marcando destinos familiares hasta en la tercera generaci¨®n.
Esta contaminaci¨®n hist¨®rica tambi¨¦n interesa al austriaco Norbert Gstrein, quien aborda en Los a?os ingleses (Tusquets, 2001) un tema largamente silenciado: la deportaci¨®n de los refugiados del Tercer Reich en campos de internamiento por parte del Gobierno brit¨¢nico. Igual que Marcel Beyer, parte Gstrein del presente para adentrarse en el pasado, y se sirve de una narradora contempor¨¢nea que, poco a poco, va descubriendo una verdad enterrada durante cincuenta a?os. Thomas Hettche, por su parte, parece menos centrado en hechos hist¨®ricos que entregado a la reconstrucci¨®n del ambiente psicol¨®gico de los a?os de posguerra. En su extraordinaria novela El caso Arbogast arroja nueva luz sobre la neurosis colectiva de una ¨¦poca oscura, la era Adenauer, con su hipocres¨ªa y su puritanismo. Hettche ha logrado una impactante mezcla de investigaci¨®n period¨ªstica y novela negra sobre un caso real de error judicial, con el aliciente a?adido de mostrar c¨®mo depende la administraci¨®n de justicia de los c¨®digos morales de una ¨¦poca.
Escenario Berl¨ªn
Es incre¨ªble la transformaci¨®n que ha experimentado Berl¨ªn en una sola d¨¦cada: del aislamiento y de la anticultura alternativa se ha convertido en caldera art¨ªstica internacional, en motor de nuevas tendencias capaz de integrar etnias y manifestaciones culturales m¨²ltiples. Esto ha repercutido tambi¨¦n en su valor simb¨®lico para los escritores, y podr¨ªa afirmarse que la presencia ficcional de la ciudad -c¨®mo la describen y sue?an los escritores- casi supera a la real. No hay apenas novela o libro de relatos publicado en los ¨²ltimos a?os donde no aparezcan las calles, los bares y las v¨ªas acu¨ªferas de Berl¨ªn. El ep¨ªteto 'generaci¨®n Berl¨ªn', que enseguida se les colg¨® a los j¨®venes escritores reci¨¦n establecidos en la ciudad y tambi¨¦n a los nacidos all¨ª, parece, no obstante, demasiado presuntuoso, ya que el mero hecho de compartir los p¨¢lpitos de un espacio urbano no constituye un programa literario.
Los planos imaginarios, las im¨¢genes creadas de la rejuvenecida capital, son, desde luego, tan diversas como las miradas de los creadores noveles. Visiones apocal¨ªpticas, como la novela tremendista de Tim Staffel (1966), Terr¨®rdromo, o el algo confuso y muy experimental canto de adi¨®s al antiguo centro de Berl¨ªn -concretamente a una casa con fantasma-, titulado Centro, de Norman Ohler (1970), coexisten con retratos placenteros, si bien bastante banales, como Siervo de amor, de la ciertamente sobreestimada Julia Franck (1970), o Herr Lehmann, diario de las c¨®micas tribulaciones de un barman, de Sven Regener (1961).
Pero tambi¨¦n se encuentran propuestas serias. Un libro que destaca por su solidez y su compromiso es Die Schattenboxerin (Luchar contra sombras), de Inka Parei (1967). Describe Berl¨ªn en invierno, un lugar oscuro, fr¨ªo, hostil, convertido en irreal campo de entrenamiento para una karateca urbana, una joven que tras una violaci¨®n vive en constante autodefensa. La mezcla de novela negra -con persecuci¨®n de una doble fantasmal- y la par¨¢bola psicol¨®gica de los estados patol¨®gicos que sufre la protagonista est¨¢ muy lograda, y la complejidad simb¨®lica de la historia, su desarrollo seguro y trepidante, la diferencian saludablemente de la tendencia a la ligereza de los j¨®venes narradores.
Otra primera novela muy notable, aunque no transcurra en ning¨²n lugar o tiempo identificable, es Geschichte vom alten Kind (Historia de la ni?a vieja) de Jenny Erpenbeck, nacida en 1967 en Berl¨ªn. Con un lenguaje escueto, puro, casi taquigr¨¢fico, relata este hermoso y melanc¨®lico libro el intento de una mujer de refugiarse en un hogar para ni?os, transform¨¢ndose en una ni?a gorda y torpe. Esta so?adora nouvelle sobre la regresi¨®n infantil se deja leer como alegor¨ªa de la reacci¨®n de muchos alemanes orientales a la p¨¦rdida de orientaci¨®n sufrida despu¨¦s de la desaparici¨®n de la RDA.
Entre los autores noveles de calado habr¨ªa que contar tambi¨¦n a Julie Zeh (1974), aunque no sea berlinesa y sit¨²e la acci¨®n de su primera e impresionante novela en Viena. Din¨¢mica, c¨ªnica e inteligente, ?guila y ¨¢ngel plantea cuestiones como la implicaci¨®n pol¨ªtica alemana-austriaca en la guerra de los Balcanes, o la corrupci¨®n de la justicia internacional, y desmonta, de paso, con su mirada fr¨ªa y desilusionada, algunos mitos sobre la juventud, el amor y la fant¨¢stica vida de los yuppies. A pesar de sus excesos -sobran p¨¢ginas, palabrotas y mugre- y de su constante hipertensi¨®n dram¨¢tica -cada tres p¨¢rrafos un v¨®mito o un colapso por sobredosis de coca¨ªna- puede considerarse el m¨¢s ambicioso y excitante proyecto novel¨ªstico presentado por esta hornada de narradores.
El m¨¢s reciente descubrimiento de los cazadores de talentos es un relato estremecedor sobre el brutal saqueo del mundo rural de Andreas Maier (1967), quien cosech¨® m¨²ltiples premios por su ¨®pera prima W?ldchestag (2000). Klausen, su segunda novela, cuenta con una sofisticada t¨¦cnica coral -fiel reflejo de los chismorreos que lo despedazan todo- la historia de la desintegraci¨®n de un pueblo tirol¨¦s del mismo nombre. Los obcecados pueblerinos no quieren enterarse de que la codicia y la desaprensi¨®n les hizo vender su para¨ªso natural a los turistas. Una feroz denuncia, en la l¨ªnea del mejor Thomas Bernhard, del retraso mental de una sociedad cerrada que hace tiempo perdi¨® su inocencia.
Aunque Durs Gr¨¹nbein (Dresde, 1962) no es ning¨²n autor novel habr¨ªa que mencionar aqu¨ª sus 'apuntes berlineses', como se subtitula su diario del a?o 2000, El primer a?o. Renombrado igualmente como poeta y ensayista, Gr¨¹nbein ha sido reconocido y premiado como nadie de su generaci¨®n. Le caracterizan el tono goethiano, el bagaje cultural del poeta doctus, con el que reflexiona sobre el genoma, el efecto corrosivo de la televisi¨®n o el nacimiento de su hija. Poseedor de innegables recursos -la precisi¨®n expresiva, el l¨¦xico de lujo, la agudeza mental-, a Gr¨¹nbein le puede m¨¢s su elitismo que el humanismo, como ilustra este comentario de su diario: 'Quien siempre es activo en el mundo, vive con la idea de llevar una peque?a ventaja a nivel evolutivo ante el resto'.
A pesar de que se est¨¢n traduciendo ¨²ltimamente much¨ªsimas obras de la literatura alemana actual, no se encuentran en las librer¨ªas espa?olas las novelas de dos autores de primera calidad: Arnold Stadler y Ralf Rothmann. Arnold Stadler (Messkirch, 1951), galardonado hace dos a?os con el Premio Georg B¨¹chner, se ha hecho un nombre como cronista l¨²cido y mordaz de la sociedad alemana del bienestar, siempre desde la perspectiva de sus protagonistas, oriundos de pueblos perdidos de la Selva Negra. Sus libros, una clara recuperaci¨®n del g¨¦nero picaresco, componen una hilarante psicopatolog¨ªa del marginado: desde las tribulaciones del provinciano (Yo era una vez, 1989) pasando por las bellaquer¨ªas de un tullido homosexual (La muerte y yo, los dos, 1995) hasta los estragos que causa en un matrimonio acomodado un emigrante yugoslavo (Un chatarrero irresistible, 2000).
De Ralf Rothmann (Schleswig, 1953) dijo Peter Handke que lo consideraba el autor m¨¢s significativo de su generaci¨®n. Lejos del costumbrismo local, indaga Rothmann en las se?as de identidad alemanas a trav¨¦s de personajes que cuentan, en primera persona, sus vivencias en una regi¨®n y un tiempo concretos. Su patria chica se halla en la cuenca del Ruhr, con su industria de explotaci¨®n del carb¨®n, cuyo declive acompa?a a sus personajes desde los a?os sesenta (Toro, 1993, y Leche y carb¨®n, 2000) hasta ayer mismo (Noche del bosque, 1997). Su realismo melanc¨®lico muestra la otra cara de la Alemania del milagro econ¨®mico al recoger la existencia de familias ahogadas en deudas, con adolescentes sin perspectivas y ambiciones frustradas. Rothmann destaca, igual que Stadler y Genazino, entre la desafectada narrativa de los noventa por la calidez y el humanismo de sus relatos.
La promoci¨®n en Berl¨ªn
Aparte de su presencia simb¨®lica y ficcional hay unas razones pr¨¢cticas muy reales que imponen a Berl¨ªn como la capital literaria alemana. Heinrich von Berenberg, editor de la independiente y muy valiosa editorial Wagenbach, lo explica as¨ª: 'Berl¨ªn es el sitio ideal para un editor. Aqu¨ª se dan cita los cr¨ªticos literarios porque se concentran los medios de comunicaci¨®n y se mueven los organizadores de las casas de literatura. Por eso pasan por Berl¨ªn todos los autores, tambi¨¦n los suizos y austriacos. Es aqu¨ª donde se cuece la actualidad de la literatura alemana'. Tambi¨¦n es donde se descubren los j¨®venes talentos y se fabrican los autores de culto de un d¨ªa. Seg¨²n Ulrich Janetzki, director del Literarisches Colloquium Berlin (LCB): 'Muchas veces los agentes literarios ya est¨¢n esperando pr¨¢cticamente en la puerta de nuestros talleres literarios para cazar autores, a los que llegan a pagar anticipos de 25.000 euros por manuscritos de 50 p¨¢ginas'.
A pesar de ser Alemania un pa¨ªs nada centralista, con importantes n¨²cleos urbanos que desarrollan una vida cultural aut¨®noma y pujante como Hamburgo, M¨²nich, Colonia, Francfort, Dresde o Leipzig, se concentra en la metr¨®poli prusiana un n¨²mero excepcionalmente alto de editoriales, institutos de cultura, bibliotecas (m¨¢s de 250) y otras instituciones relacionadas con la lectura, como LesArt, el centro para la literatura infantil y juvenil, o el Literaturforum en la Casa Brecht, donde no s¨®lo se propaga la obra de Bertolt Brecht, sino que hay exposiciones, pel¨ªculas, lecturas y un programa literario de corte erudito-acad¨¦mico. Esta oferta cultural tan atractiva para los lectores se traduce a su vez para los escritores en unas posibilidades de promoci¨®n sin parang¨®n. Vivir en Berl¨ªn significa por eso grandes ventajas a la hora de conocer profesionales del libro, ser invitado a leer, conseguir becas de creaci¨®n y, finalmente, encontrar un editor.
En medio de toda esta oferta incre¨ªblemente amplia destacan tres grandes casas de literatura que suman al a?o unos 250 actos p¨²blicos. La de mayor rodaje es la Literaturhaus Berlin, situada en una espaciosa torre en el centro occidental de la ciudad. Herbert Wiesner, su conspicuo director, lleva desde 1986 organizando un sinf¨ªn de actividades alrededor del libro, centradas en presentaciones de autores y exposiciones. Anualmente tienen lugar en la casa unos 85 recitales, mesas redondas o simposios sobre personajes y temas de la actualidad literaria alemana e internacional, y con su caf¨¦ y restaurante es, adem¨¢s, un animad¨ªsimo lugar de encuentro.
Complementario al trabajo de la Literaturhaus funciona el Literarisches Colloquium Berlin, que dirige Ulrich Janetzki, un gran comunicador, experto en sacar fondos y en pasear la literatura alemana por todo el mundo. Situada en medio de un bosque, se halla en una suntuosa torre modernista sobre las aguas del Wannsee, donde los autores invitados encuentran un ambiente ideal de trabajo. El LCB concede becas y organiza talleres para los j¨®venes autores alemanes. Tambi¨¦n aloja a escritores extranjeros consagrados; el invitado actual es John Berger. Aparte de eso, se dedica a la difusi¨®n de la literatura alemana en el extranjero -a trav¨¦s de talleres de formaci¨®n de traductores- con especial atenci¨®n a los vecinos del Este. Y aunque los actos no constituyan una prioridad para el LCB, se preparan cada semana entre dos y tres mesas redondas o presentaciones de autor.
En una antigua f¨¢brica de cerveza en el barrio oriental de Prenzlauer Berg se encuentra el Literaturwerkstatt Berlin. La iniciativa parti¨® del PEN oriental y est¨¢ desde 1991 en manos de Thomas Wohlfart, quien se ha centrado, por un lado, en la discusi¨®n de cuestiones est¨¦ticas en workshops, y, por otro, en la organizaci¨®n de eventos literarios llamativos, que consisten principalmente en grandes festivales de literatura de los que se suelen convocar nada menos que diez al a?o. El evento m¨¢s ostentoso fue probablemente el Tren de Literatura, que recorri¨® en 2000 toda Europa, con 105 escritores y periodistas a bordo. Los proyectos multimedia de la Literaturwerkstatt -v¨ªdeo y poes¨ªa- y de 'poes¨ªa online' han logrado captar adem¨¢s a un gran p¨²blico joven.
Multiculturalidad literaria
EL CUADRO de la literatura alemana actual no estar¨ªa completo sin la menci¨®n de los autores alemanes, austriacos y suizos enraizados en otras culturas. Autores como el poeta de origen iran¨ª Said, la actriz y narradora turca Emine Sevgi ?zdamar o el sirio Rafik Schami, representantes cultos de la primera generaci¨®n de trabajadores extranjeros, fijaron la atenci¨®n sobre la problem¨¢tica de la marginaci¨®n y el choque de culturas. Por eso la recepci¨®n se centr¨® preferentemente en los aspectos sociol¨®gicos de sus obras. Sin embargo, lo que escriben Perikles Minioudis (suizo-griego), Feridun Zaimoglu (alem¨¢n-turco), Ilma Rakusa (suiza-h¨²ngara) o Jos¨¦ Oliver (alem¨¢n-espa?ol), por nombrar s¨®lo cuatro de los m¨¢s conocidos autores educados y socializados por completo en tierras germanohablantes, ya no puede ser despachado con la etiqueta de 'literatura de inmigraci¨®n', porque atraen a un p¨²blico lector numeroso y af¨ªn, que valora en primer lugar su talento narrativo y sus propuestas est¨¦ticas. Afortunadamente, lejos de ser arrinconada, la multiculturalidad literaria goza de muy buena salud e incluso est¨¢ de moda. Hasta el punto de producir casos de autoetnificaci¨®n, es decir, un escritor adopta un seud¨®nimo, por ejemplo, turco-alem¨¢n -como hizo Jakob Arjouni, alem¨¢n de pura cepa, autor de la famosa serie de novelas negras protagonizadas por el detective privado Kemal Kayankaya- y 'se especializa' en las particularidades urbanas de las comunidades turco-alemanas. Con este enmascaramiento ¨¦tnico logr¨® Arjouni un gran ¨¦xito internacional.
Cultura lectora
NO SE sabe si es por razones de clima o de educaci¨®n que los alemanes se quedan m¨¢s en casa para leer. Libros y erudici¨®n libresca constituyen un valor social. Prueba de ello es la popularidad de los programas literarios. Cr¨ªticos como el octogenario Marcel Reich-Ranicki tienen un enorme poder y hasta el activista pol¨ªtico Daniel Cohn-Bendit preside una tertulia literaria.
En este contexto se explica tal vez mejor un fen¨®meno muy propio del pa¨ªs: los alemanes acuden en masa a las lecturas p¨²blicas. Escritores 'estrella' como G¨¹nter Grass o Martin Walser llenan salas de 500 asientos; pero tambi¨¦n un debutante puede contar en Berl¨ªn con 100 oyentes. Cada ciudad, cada pueblo, reserva en su programa cultural un espacio importante para la presentaci¨®n de libros. En Berl¨ªn, junto al funcionamiento tradicional de los caf¨¦s literarios ha surgido una variante: los espect¨¢culos de los surfpoeten, en los que se recitan textos de 'prosa trivial' -relatos del d¨ªa a d¨ªa en el barrio-, a los que un disc jockey pone m¨²sica. La estrella de la nueva 'movida literaria' en los barrios orientales de la ciudad es Vlad¨ªmir Kaminer, un ruso afincado en Berl¨ªn, quien convoca semanalmente un p¨²blico ruso-alem¨¢n en el Kaffee Burger para una especie de performance de los relatos de Russendisco (Discoteca Rusa).
BIBLIOGRAF?A
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La avenida del sol. Thomas Brussig. Traducci¨®n de Rosa P. Blanco. Siruela.
Christiane y Goethe: historia de una relaci¨®n. Sigrid Damm. Traducci¨®n de Rosa P. Blanco. Siglo XXI.
Novela de la lluvia. Karen Duve. Traducci¨®n de Arta Mart¨ªnez Arellano. Siglo XXI.
Di¨¢logos entre inmortales, muertos y vivos. Hans M. Enzensberger. Traducci¨®n de Adan Kovacsics. Galaxia Gutenberg.
El dirigible. Fritz Rudolf Fries. Traducci¨®n de Mikel Arizaleta. Argitaletxe Hiru.
Los a?os ingleses. Norbert Gstrein. Traducci¨®n de Daniel Najm¨ªas. Tusquets.
En una nocha oscura sal¨ª de mi casa sosegada. Peter Handke. Traducci¨®n de Eustaquio Barjau Riu. Alianza.
Fantas¨ªas de la repetici¨®n. Peter Handke. Traducci¨®n de Eustaquio Barjau. Prames.
La mirada a trav¨¦s del espejo. Christa Hein. Traducci¨®n de Javier Ordu?a. Galaxia Gutenberg.
El collar de la paloma. E. W. Heine. Traducci¨®n de N¨¦lida M. de Macha¨ªn. Salamandra.
Corales rojos: relatos. Judith Hermann. Traducci¨®n de Mar¨ªa Esperanza Romero. Siglo XXI.
El confidente. Andreas H?fele. Traducci¨®n de Daniel Najm¨ªas. Tusquets.
Libidissi. Georg Klein. Traducci¨®n de Marta Pascual. Muchnik.
Cien poemas. Johannes K¨¹hn. Traducci¨®n de Jos¨¦ L. Reina Palaz¨®n. Basar¨ªa.
Otra forma de felicidad. Hartmut Lange. Traducci¨®n de Ad¨¢n Kovacsics. El Acantilado.
Crazy. Benjamin Lebert. Traducci¨®n de Mar¨ªa Jos¨¦ D¨ªez. Debate.
El inventario. Gila Lustiger. Traducci¨®n de Cristina D¨ªez Pampliega. Akal.
Todo vale. Georg Martin Oswald. Traducci¨®n de Carlos Fortea. Alfaguara.
El puente del Cuerno de Oro. Emine Sevgi ?zdamar. Traducci¨®n de Miguel S¨¢enz. Alfaguara.
Las mil y una noches de Goethe. Rafik Sachami und Uwe-Michael Gutschhahn. Traducci¨®n de Marta Pascual. Muchnik.
Amores en fuga. Bernhard Schlink. Traducci¨®n de Joan Parra. Anagrama.
Historias simples: una novela sobre la antigua Alemania del Este. Ingo Schulze. Traducci¨®n de Lina Alma¨ªn. Destino.
El desprecio de las masas. Peter Sloterdijk. Traducci¨®n de Germ¨¢n Cano. Pre-Textos.
Normas para el parque humano. Peter Sloterdijk. Traducci¨®n de Teresa Rocha Barco. Siruela.
Lluvia de hielo. Peter Stamm. Traducci¨®n de Richard Gross. El Acantilado.
La noche de San Juan. Uwe Timm. Traducci¨®n de Cristina Garc¨ªa Ohlrich. Alfaguara.
El acorde de Trist¨¢n. Hans-Ulrich Treichel. Traducci¨®n de Adan Kovacsics. Galaxia Gutenberg, C¨ªrculo de Lectores.
Una fuente inagotable. Martin Walser. Traducci¨®n de Marisa Presas. Lumen.
La guerra de Fink. Martin Walser. Traducci¨®n de Daniel Najm¨ªas. Lumen.
El amante de mi madre. Urs Widmer. Traducci¨®n de Carlos Fortea. Siruela.
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