Polic¨ªas disfrazados de turistas vigilan Tiananmen
Las fuerzas de seguridad toman el lugar que simboliza el esp¨ªritu indomable del pueblo chino para evitar manifestaciones
Los dos soldados apenas deben de tener 20 a?os. Enfundados en un recio abrigo verde, gorra de plato y guantes blancos, giran la cabeza a uno y otro lado escudri?ando a los paseantes. Sobre sus cabezas, el gigantesco retrato de Mao Zedong preside la entrada a la Ciudad Prohibida de Pek¨ªn. A pocos metros, un grupo de polic¨ªas camina, transmisor en mano, mirando a todo turista que entra en la plaza de Tiananmen.
Tiananmen, 's¨ªmbolo del esp¨ªritu indomable del pueblo chino en su lucha contra el imperialismo y el feudalismo', vive sitiada por las fuerzas de seguridad desde que comenz¨® el XVI Congreso del Partido Comunista Chino. Las autoridades no quieren ni imaginar la repercusi¨®n que tendr¨ªa una protesta, por ejemplo, de miembros de Falun Gong cuando 1.400 periodistas de todo el mundo se encuentran estos d¨ªas en Pek¨ªn para seguir el congreso.
Y han tomado medidas. Mientras en una esquina de la plaza dos agentes registran las bolsas de dos ancianos, en otra un pastor alem¨¢n husmea inquieto. Mezclados entre los turistas, caminan polic¨ªas de paisano -que ni siquiera intentan ocultar que lo son- desafiando el viento glacial.
Pero a Guan Xinyang, de 25 a?os, y Qi Huanli, de 28, que han llegado hace unos d¨ªas a Pek¨ªn en viaje de trabajo procedentes de Guangzhou, parece no atraerles mucho todo este despliegue. 'En Guangzhou , a la gente no le interesa la pol¨ªtica. No es como aqu¨ª. La prueba es que nadie ve la CCTV , sino Phoenix ', dice Qi. 'Y si a alguien le preguntas qu¨¦ es eso de las Tres Representaciones , dir¨¢ que no la ha o¨ªdo nunca. No como en Pek¨ªn, donde est¨¢ por todos lados'.
A pesar del control, estos d¨ªas han tenido lugar algunas protestas aisladas en Tiananmen, que han sido r¨¢pidamente reprimidas por los centenares de polic¨ªas que cuadriculan la plaza. La mayor¨ªa eran personas que intentaban distribuir octavillas o hacer llegar a los delegados del partido sus quejas. Pero las autoridades no quieren que trasciendan. Un fot¨®grafo fue detenido y obligado a borrar las im¨¢genes que hab¨ªa tomado de la detenci¨®n de uno de los manifestantes, con la excusa de que su acreditaci¨®n s¨®lo era v¨¢lida para los actos oficiales. Tiananmen es el centro neur¨¢lgico de la capital, cargado de simbolismo en la historia china, m¨¢xime desde la noche del 3 al 4 de junio de 1989, cuando las manifestaciones de los estudiantes que ped¨ªan democracia terminaron en una masacre.
Mientras los 2.114 delegados del partido votaban ayer los candidatos a los alrededor de 300 puestos del Comit¨¦ Central, en el centro de la plaza cientos de chinos hac¨ªan cola para venerar el cuerpo embalsamado de Mao. 'Ya est¨¢', comentaba un hombre, un poco decepcionado, tras pasar fugazmente ante la urna en la que, como un Cristo yacente, reposa el fundador de la China comunista. 'Yo pertenezco a otra ¨¦poca', dec¨ªa entre impresionado y distante.
Una ¨¦poca que el partido va a transformar un poco m¨¢s si, como est¨¢ previsto, el pensamiento pol¨ªtico de Jiang Zemin es inscrito en la Constituci¨®n. 'Jiang ha tenido que inventarse una teor¨ªa para pasar a la historia junto a Mao y Deng', dice un investigador de la Universidad que pide el anonimato. 'Pero la entrada de los empresarios en el partido es una buena idea. Hemos tenido un partido revolucionario que no ha sido capaz de acabar con la pobreza. Si para que todos seamos m¨¢s ricos hay que utilizar a las empresas privadas, ?por qu¨¦ no?'. El Gobierno ya lo ha advertido. En el centro de la plaza, una enorme pancarta reza: 'Lleva el socialismo con caracter¨ªsticas chinas a una nueva dimensi¨®n'.
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