Todos los diarios en libertad
Los lectores de Carmen Mart¨ªn Gaite -que somos legi¨®n- ya conoc¨ªamos la existencia de estos Cuadernos de todo, que aunque nunca fueron destinados a su publicaci¨®n ya hab¨ªan sido mencionados por ella en muchas ocasiones a lo largo de su vida, a la que acompa?aron fielmente durante m¨¢s de cuarenta a?os, antes de que su fulminante e inesperada desaparici¨®n -que todav¨ªa se nos presenta calentita (como si fuera la vida en lugar de la muerte) pese al par de ellos transcurridos- nos los haya dejado entre las manos, de manera tan parcial como antol¨®gica, como lo advierte su preparadora, Mar¨ªa Victoria Calvi, que as¨ª ha cumplido lo mejor que ha podido el encargo de la heredera de la escritora, su hermana Ana Mar¨ªa, contando tambi¨¦n con el ferviente pr¨®logo del narrador y asimismo buen amigo de la autora de El cuento de nunca acabar, Rafael Chirbes.
CUADERNOS DE TODO
Carmen Mart¨ªn Gaite. Debate/ C¨ªrculo de Lectores. Madrid, 2002 680 p¨¢ginas. 35,90 y 34,30 euros, respectivamente
Pues lo que ahora se pone a nuestra disposici¨®n no es el entero contenido de estos m¨¢s de ochenta cuadernos -m¨¢s o menos, seg¨²n se nos advierte-, sino una bastante amplia selecci¨®n de 36 de ellos, evitando reiteraciones, fragmentos de obras ya conocidas por anteriormente publicadas o datos y detalles privados propios y ajenos de nulo o indebido inter¨¦s p¨²blico. En realidad, como todo escrito p¨®stumo -sobre todo cuando no se trata de una obra propiamente dicha-, este tipo de publicaciones produce siempre cierta sensaci¨®n de mala conciencia por doquier: por parte de quienes las propician, por el temor de traicionar la memoria del creador desaparecido -o creadora, como en este caso-; por parte de los lectores tambi¨¦n, que van en busca de algo que ya no existe como tal; por parte de amigos y adversarios, que tampoco podr¨¢n aqu¨ª encontrarse. S¨®lo los editores tienen claro lo que intentan, seguir explotando la memoria desaparecida y que arreen los dem¨¢s, que lo son porque vienen despu¨¦s. Tambi¨¦n los cient¨ªficos vendr¨¢n al final en busca de tesis perdidas, para asegurarse oposiciones o inseguros escalafones todav¨ªa provisionales, pero todav¨ªa no estamos aqu¨ª en este caso. Se trata, por lo que veo, de conseguir con estos cuadernos recuperar la obra de la escritora, de resucitarla un poco, como si salieran en busca de m¨¢s interlocutores, que es lo que ella hac¨ªa sin parar y sigui¨® haciendo hasta su muerte. Muerte que en su momento nos dej¨® desarbolados y con ganas de imitarla cuando ella habl¨® de la de su compa?ero Ignacio Aldecoa, decretando que los a?os cincuenta empezaban a ser historia, y ahora dir¨ªamos: 'Un aviso: ha muerto Carmen Mart¨ªn Gaite y el siglo XX empieza a ser historia'.
Este grueso volumen es un
verdadero cent¨®n, cuya unidad s¨®lo podr¨¢ encontrarse a trav¨¦s de la b¨²squeda de su creadora. Rafael Chirbes lo intenta subrayando sus tres inspiraciones, el amor cort¨¦s, el barroco y la m¨ªstica, que si bien fueron acentuando la personalidad de la escritora no la definieron desde sus principios y habr¨ªa que completarlos con su condici¨®n de mujer provinciana, con su disciplina universitaria tan rota como recompuesta una y otra vez, y con sus tentaciones fant¨¢sticas y reiteradas fugas siempre frustradas. En resumidas cuentas, la caperucita galaico-salmantina insertada a bote pronto en el grupo m¨¢s genuino de la narrativa espa?ola de mediados del siglo pasado (Ignacio Aldecoa, Rafael S¨¢nchez Ferlosio, Medardo Fraile, Jes¨²s Fern¨¢ndez Santos, Luis Mart¨ªn Santos y Juan Benet, entre otros) nunca sali¨® de casa aunque se fugaba de ella sin cesar como si s¨®lo pudiera imaginarse desde Manhattan. Las realidades de su casa siempre le obligaron a volver al redil, convirtiendo su vida en viajes de ida y vuelta, desde el Ateneo de Madrid hasta Estados Unidos, de Macanaz a Guadalhorce, del teatro a la televisi¨®n o de la traducci¨®n a la poes¨ªa a rachas; y de su matrimonio con S¨¢nchez Ferlosio a la separaci¨®n posterior, pasando por su primer hijo muerto ni?o, la casi simult¨¢nea desaparici¨®n de sus padres, las de algunos amigos importantes como Aldecoa, Mart¨ªn Santos, Juan Benet o el joven profesor Gustavo Fabra (su mejor interlocutor y en un est¨²pido accidente, adem¨¢s) o la tr¨¢gica historia de su hija Marta, que estuvo en el origen de estos cuadernos al regal¨¢rselos de ni?a y bautiz¨¢ndolos as¨ª, muerta con su compa?ero despu¨¦s en plena juventud, de tal manera que a su madre ya no le qued¨® m¨¢s remedio que volver al redil de nuevo y quedarse all¨ª a nuestro lado y para siempre.
El amor inspir¨® toda su vida,
aunque nunca vio la libertad en lo sexual; amor por la vida, con los ojos y los o¨ªdos siempre abiertos, por los amigos, por los libros, los viajes y la naturaleza (aunque fuera desde el cuarto de atr¨¢s), rechazando lo acad¨¦mico o la narraci¨®n egoc¨¦ntrica. Se culpabilizaba por haber abandonado lo p¨²blico en favor de lo individual, pues pensaba que la mujer lo privatiza todo, pero eso le permiti¨® ampliar su conciencia literaria en todas las direcciones. No vemos su rostro del todo en estos cuadernos, que son una especie de obra desguazada y naciente, s¨®lo lo vemos al trasluz, como en transparencia, de tal manera que hay que verla a trav¨¦s de su obra en primer lugar, que es el mejor de sus acercamientos. Porque eso es lo que hay que hacer, primero leerla objetivamente -toda su obra es objetiva desde dentro- y luego leer estos cuadenos para verla mejor. O sentirla perforando sus fragmentos: 'Cuando llegas al muro / donde acaba el amor / ya no hay escapatoria. / La buscas, sin embargo / con tan tenaz y denodado af¨¢n / que llegas a creer estar a salvo / ?Pero a salvo de qu¨¦?'.
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