La voz de las mujeres silenciadas
Exiliadas, olvidadas, silenciadas, ilustres, perseguidas, an¨®nimas... Por sus manos y su memoria han pasado decenas de mujeres de diferentes ¨¦pocas, desde figuras reconocidas como Mariana Pineda, Mar¨ªa Lej¨¢rraga, Margarita Xirgu, Dolores Ib¨¢rruri, Mar¨ªa Teresa Le¨®n, Federica Montseny o Mar¨ªa Zambrano hasta activistas como Magda Donato o Rosario S¨¢nchez Mora, La Dinamitera, pasando por feministas e intelectuales exiliadas como Beatriz Galindo o Aurora Arn¨¢iz, una de las primeras catedr¨¢ticas de la Universidad de M¨¦xico, adonde lleg¨® exiliada con una dolorosa historia a sus espaldas.
Aurora Arn¨¢iz perdi¨® a su hijo mientras estaba en la c¨¢rcel franquista y la dejaron salir para asistir al entierro. El ni?o iba en una cajita blanca y s¨®lo la madre, detr¨¢s, le acompa?aba. Tan triste era la escena que el guardia que custodiaba a la presa le dio un clavel para que hubiera una flor sobre aquella caja desolada. Aurora Arn¨¢iz se lo cont¨® muchos a?os despu¨¦s a Antonina Rodrigo y a ¨¦sta se le eriza a¨²n la piel al recordarlo. Su casa est¨¢ llena de cintas grabadas con historias como ¨¦sta, desgarradoras e inquietantes por la dureza o la emoci¨®n que encierran.
'Queda mucho que hacer. Nos han explicado la historia sin contar con la mujer, y en m¨¢s de una ocasi¨®n, contra ella. ?Por qu¨¦ esa injusticia?'
'Son figuras que vale la pena recobrar o recomponer, bien sea por su ideolog¨ªa, por su injusto olvido o por su excepcionalidad moral'
Con material aportado en gran parte por exiliados que han muerto o han perdido ya la memoria, Rodrigo ha reunido un completo archivo de voces insustituibles. Y con algunos de estos testimonios ha escrito su trilog¨ªa de mujeres silenciadas, exiliadas y olvidadas. Mujeres para la historia. La Espa?a silenciada del siglo XX, ha sido uno de los m¨¢s reeditados. Muchas de sus silenciadas, todas ellas con una fuerte proyecci¨®n hist¨®rica (Victoria Kent, Mar¨ªa de Maeztu, Zenobia Camprub¨ª, Margarita Nelken, entre otras, adem¨¢s de Ib¨¢rruri y Montseny), fueron reivindicadas durante la transici¨®n y dejaron de estar proscritas, aunque la Espa?a que representaban siguiera olvidada. 'Queda mucho que hacer. Nos han explicado la historia sin contar con la mujer, y en m¨¢s de una ocasi¨®n, contra ella. ?Por qu¨¦ esa injusticia? La historia habr¨¢ que reescribirla y rescatar a tantas mujeres valiosas que han quedado sepultadas', afirma.
Reescribir la historia
A eso se dedica desde hace varias d¨¦cadas. Se lo han reconocido Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n y Montserrat Roig, que le prologaron algunos de sus libros. Rodrigo guarda una foto hist¨®rica de 1978 en la que aparecen junto a ella Federica Montseny y Montserrat Roig en el bar La Sal de Barcelona para presentar Mujeres para la historia. La Espa?a silenciada del siglo XX. Las complicidades con la autora de Tiempo de cerezas, que, m¨¢s all¨¢ de su obra narrativa, public¨® diferentes ensayos sobre el exilio y los campos de concentraci¨®n nazis, eran evidentes. No son los ¨²nicos eslabones y afinidades que la unen a escritores y cronistas contempor¨¢neos interesados en la misma tem¨¢tica.
Es una pionera en una historiograf¨ªa femenina pr¨¢cticamente desierta: de no haber dado la voz a esas mujeres silenciadas, la historia m¨¢s reciente hubiera quedado a¨²n m¨¢s mutilada.
En su obra no faltan trabajos y monograf¨ªas dedicadas a hombres singulares: Federico Garc¨ªa Lorca, Salvador Dal¨ª, Manuel ?ngeles Ortiz o Joseph Trueta. Pero son m¨¢s numerosas las investigaciones sobre mujeres.
La elecci¨®n no es casual. Rodrigo no es neutral en el punto de partida: entre sus biografiadas o rese?adas abundan las anarquistas o de izquierda, las comprometidas o las humanistas. 'Son figuras que vale la pena recobrar o recomponer, bien sea por su ideolog¨ªa, por su injusto olvido o por su excepcionalidad moral'.
Granadina de origen y autodidacta en su formaci¨®n, Antonina Rodrigo empez¨® a interesarse por los exiliados al poco de casarse y tener que residir en Francia con su marido, militante cenetista, durante la dictadura. 'Yo no estaba perseguida, pero ¨¦l s¨ª', recuerda. De esta experiencia y de las inquietudes que despert¨® en ella la lucha por la supervivencia de los espa?oles en Francia tras la derrota de la guerra civil nacieron sus primeros libros.
Autodidacta
Con la recuperaci¨®n de la democracia, Antonina y su marido se instalaron en Barcelona y ella prosigui¨® con la escritura de libros y biograf¨ªas. Como tal ha sido reconocida, y sus conferencias, al hilo de sus personajes, se han multiplicado en los ¨²ltimos a?os.
Recientemente, sin embargo, la autora se llev¨® la sorpresa de que una universidad que le hab¨ªa invitado a disertar sobre uno de sus biografiados le preguntara d¨ªas despu¨¦s por su t¨ªtulo acad¨¦mico. Evidentemente ninguno, contest¨® la aludida, ajena a la obsesiva carrera por los curr¨ªculos. Ella jam¨¢s se ha manifestado como historiadora, sino como divulgadora, aunque investigue a fondo sus personajes y frecuente archivos y bibliotecas.
Adem¨¢s de una firma, Antonina Rodrigo es ya tambi¨¦n una marca de f¨¢brica. Sus biograf¨ªas, investigadas y escritas sin las premuras que imponen las editoriales a los libros urgentes o a los autores estrellas, destilan cercan¨ªa y compromiso, aunque no eludan, aspectos pol¨¦micos o contradictorios. Sin ir m¨¢s lejos la de Mar¨ªa Lej¨¢rraga, la dramaturga y diputada socialista que a pesar de ser una mujer emancipada consent¨ªa que su marido, Gregorio Mart¨ªnez-Sierra, firmara sus obras: un acto de rendido amor por parte de ella que no s¨®lo contribuy¨® a potenciar el prestigio de ¨¦l sino tambi¨¦n su narcisismo y sus conquistas femeninas. Pese a esto, Rodrigo sigue considerando a Lej¨¢rraga como 'una intelectual muy completa', adem¨¢s de ser uno de los personajes femeninos m¨¢s enigm¨¢ticos de la II Rep¨²blica.
'Ahora muchos est¨¢n recuperando esta ¨¦poca. Bienvenidos sean, pero algunas iniciativas, aunque necesarias, llegan tarde. La exposici¨®n sobre el exilio patrocinada por la Fundaci¨®n Pablo Iglesias que acaba de visitar Arthur Miller est¨¢ bien, pero ?por qu¨¦ no la hicieron antes?', se pregunta. Ella, al menos, abri¨® la brecha.
Una mujer libre
LO ?LTIMO DE LA FACTOR?A Antonina Rodrigo es Una mujer libre, la biograf¨ªa de la m¨¦dica Amparo Poch Gasc¨®n (1902-1968), una anarquista aragonesa exiliada que muri¨® en Toulouse y de la que este a?o se celebra el centenario de su nacimiento.Al acabar medicina, una carrera en la que fue pionera y que por una serie de prejuicios morales relacionados con la manipulaci¨®n y visi¨®n del cuerpo sol¨ªa estar vedada a la mujer, se volc¨® en acercar la sanidad a la clase trabajadora y en difundir la higiene y la sexualidad femenina entre las mujeres. Partidaria del amor libre, public¨® en 1932 La vida sexual de la mujer. Pubertad, noviazgo, matrimonio.
Amparo Poch colabor¨® estrechamente con Federica Montseny en el Ministerio de Sanidad como n¨²mero dos durante la Guerra Civil y el ocaso de la II Rep¨²blica. En un principio se baraj¨® que fuera ella la titular del ministerio, pero fue descartada por pertenecer al sector de la FAI. En 1936 fund¨® Mujeres Libres con Luc¨ªa S¨¢nchez Saornil y Mercedes Comaposada, en un intento de unir el pensamiento libertario con el feminismo. 'Humanista, pacifista, mujer coherente, al morir s¨®lo llevaba 16 francos en el bolsillo', recuerda Antonina Rodrigo. Una nueva vida de mujer que conoce ya casi tan bien como la suya y de la que probablemente s¨®lo ignora lo que Amparo Poch pens¨® y sinti¨® y no dijo ni dej¨® escrito. El mismo m¨¦todo ya ensayado que a¨²na rigor y pasi¨®n con el que se ha acercado a otras vidas.
A finales de septiembre, al presentar en el Ateneo de Madrid una recopilaci¨®n de art¨ªculos y conferencias de Amparo Poch, Antonina Rodrigo anim¨® a los nuevos autores a rescatar y divulgar estas vidas ejemplares que, por ser mujeres o por estar en un segundo plano, no siempre concitan la atenci¨®n de los historiadores. Aunque muchos de ellos, entre otros Paul Preston, empiecen a interesarse por figuras femeninas de relieve o por el estudio de la mujer como g¨¦nero en diferentes etapas hist¨®ricas.
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