Ciudadan¨ªa y autogobierno
El autogobierno no debiera ser objeto de competencia electoral entre los partidos catalanistas, pero lo es. No voy a repetir por en¨¦sima vez las cr¨ªticas que ya se han expresado reiteradamente en torno al uso partidista de esta cuesti¨®n. A excepci¨®n del Partido Popular, todos los partidos catalanes est¨¢n por la ampliaci¨®n del autogobierno. ?Por qu¨¦ no se ponen de acuerdo en una propuesta unitaria? Ya son tantos los documentos y materiales escritos, que s¨®lo falta la voluntad pol¨ªtica unitaria para iniciar un camino que exige como condici¨®n de partida dejar de lado toda actitud sectaria con fines electoralistas. Es la naci¨®n catalana la que debe tener el ¨²nico protagonismo en la reforma del autogobierno. Ning¨²n partido o l¨ªder pol¨ªtico catalanista debe pretender ganar votos por esta v¨ªa frente a las dem¨¢s opciones catalanistas. De hacerlo, de caer en el enfrentamiento negativo de culpar al otro por sus dependencias, ocultando las propias, no habr¨¢ otro resultado que una todav¨ªa mayor frustraci¨®n colectiva y nacional.
Es la naci¨®n catalana la que debe tener el ¨²nico protagonismo en la reforma del autogobierno
En algo coinciden la Federaci¨®n CiU y el PSC-Ciutadans pel Canvi en su manera de actuar sobre esta cuesti¨®n tan importante para el futuro de la sociedad catalana. Las dos fuerzas pol¨ªticas se culpan una a la otra, descubren mutuamente sus contradicciones y dependencias, y se autoproponen como garant¨ªa futura para encabezar un proceso efectivo para la reforma del Estatut. Olvidan que deben ir a una, juntas y sin aristas cuando se trata de los derechos nacionales de Catalu?a. As¨ª fue con la Assemblea de Catalunya. Y as¨ª deber¨ªa ser ante el reto del papel de Catalu?a en la Europa del siglo XXI.
El Partido Popular catal¨¢n, que no comprendo por qu¨¦ se llama catalanista si ya le parece bien la situaci¨®n actual, se frota las manos cuando comprueba el permanente impasse de las fuerzas catalanistas. Al final sacar¨¢ provecho de este inmovilismo de los otros partidos, que tanto hablan de autogobierno y no son capaces de dar un solo paso hacia adelante con el 90% de los diputados. A esto se le llama nulidad parlamentaria. Los efectos pueden ser muy negativos, porque si se puede estar dando vueltas a la reforma del autogobierno durante 20 a?os y no se hace nada, se puede sacar la leg¨ªtima conclusi¨®n de que no hace pu?etera falta. Pujol, Maragall, Mas y los que siguen deber¨ªan pensar muy seriamente en esto. Es una irresponsabilidad proponer lo que no se sabe si se piensa hacer. Y, en el caso de que quiera hacerse lo que se propone, tambi¨¦n es irresponsable seguir el camino incorrecto porque da buenos rendimientos electorales. La ciudadan¨ªa catalana tiene derecho a desconfiar, visto lo visto. Despu¨¦s de 20 a?os, Artur Mas no tiene demasiados argumentos para su credibilidad cuando plantea la propuesta del "Nou Estatut". Y algo similar puede decirse de Pasqual Maragall, no por ¨¦l ni por muchos socialistas catalanes, sino por la sombra alargada del PSOE, que no ha dado todav¨ªa pruebas convincentes de estar en favor de un desarrollo federalista y plurinacional del sistema constitucional espa?ol.
El proyecto de reforma y ampliaci¨®n del autogobierno de Catalu?a empezar¨¢ a tener credibilidad cuando sean las instituciones de la sociedad catalana y el Parlament de Catalunya, como expresi¨®n de la voluntad popular, los que asuman el protagonismo por delante de cualquier opci¨®n pol¨ªtica concreta. En las cuestiones importantes de la vida pol¨ªtica, y el autogobierno lo es, la democracia debe ser m¨¢s participativa que representativa. ?Por qu¨¦ el Parlament de Catalunya, y en primer lugar su presidente, no toman la iniciativa de abrir la instituci¨®n a la sociedad catalana para implicarla en el debate sobre la reforma y ampliaci¨®n del autogobierno? Me parece imprescindible la constituci¨®n de una comisi¨®n ciudadana para el desarrollo del autogobierno, representativa de las instituciones civiles y de la pluralidad pol¨ªtica y cultural. Podr¨ªa ser una buena v¨ªa para impulsar a los partidos pol¨ªticos catalanistas hacia la unidad. Tambi¨¦n permitir¨ªa un ejercicio m¨¢s democr¨¢tico del principio de autodeterminaci¨®n al no circunscribirlo al d¨ªa del refer¨¦ndum, y sobre todo comprenderlo como un proceso deliberativo. Todos los ciudadanos y ciudadanas deben tener la oportunidad de participar en este debate. Ser¨¢ bueno para el desarrollo de la cultura democr¨¢tica y para que los distintos sectores de la sociedad catalana puedan expresar sus opiniones.
Cuando el 25? aniversario del Estatuto de 1979 ya no queda lejos, no nos podemos permitir la frustraci¨®n del permanente estancamiento de la reforma del autogobierno por unas pugnas partidistas que anteponen sus intereses electorales a los de la naci¨®n catalana.
Miquel Caminal Badia es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad de Barcelona.
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