El exhibicionista
Es una vieja t¨¢ctica de cualquier forma de poder fascistoide convertir al agredido en agresor. Lo vemos cada d¨ªa en mil escenarios, desde la violencia pol¨ªtica hasta la violencia de g¨¦nero. El pasado domingo, Joan Gaspart no tuvo que pensar mucho para convertir este viejo truco en consigna. Una consigna que han repetido con servil disciplina todos los estamentos del club, con la excepci¨®n de alg¨²n jugador, e incluso una parte del coro de acompa?amiento medi¨¢tico. En el cumplimiento de la consigna se lleg¨® a situaciones c¨®micas, como cuando Riquelme y Bonano explicaron que esto no era nada en comparaci¨®n con lo que han visto y aguantado en Argentina. Parec¨ªa una broma de mal gusto. ?Ser¨¢ que el horizonte futbol¨ªstico que los dirigentes barcelonistas nos proponen es el argentino? ?Han sondeado a la grada para saber qu¨¦ pensar¨¢n los aseados socios cuando los Boixos Nois y otras barras decidan mearse sobre ellos desde las gradas altas o regarles con cerveza?
Este juego de la inversi¨®n de responsabilidades, para ser efectivo, necesita contar con dos factores: una opini¨®n suficientemente fanatizada como para creerse a ciegas la mentira de los suyos, por el simple razonamiento -si es que as¨ª puede llamarse- propio del pensamiento sectario de que los tuyos siempre tienen raz¨®n y los otros nunca, y una serie de instancias medi¨¢ticas e institucionales capaces de legitimar tal discurso. Hay razones para pensar que esta vez Joan Gaspart no contar¨¢, por lo menos en las proporciones en que ¨¦l desear¨ªa, con este doble nivel de apoyos. En cualquier caso, el barcelonismo tiene una oportunidad de rectificar el error cometido en las urnas y quitarse de encima a un personaje que no ha hecho m¨¢s que degradar en todos los niveles el club, que el pragm¨¢tico t¨¢ndem formado por N¨²?ez-Cruyff -dos personas que se odiaban cordialmente pero supieron durante un tiempo optimizar sus respectivas y opuestas cualidades- llev¨® a las cotas m¨¢s altas de su historia. Tanto en lo deportivo -las agresiones del domingo tienen mucho que ver con la frustraci¨®n generada por el deterioro constante del equipo- como en lo econ¨®mico -el Bar?a es ahora un equipo con dificultades de liquidez que se notan en la composici¨®n del banquillo- y lo social -la imagen del Bar?a ha sufrido con este personaje empe?ado en ensuciar al club con su mal estilo-, Joan Gaspart se ha pateado en tres a?os buena parte de la herencia que recibi¨®.
En cualquier caso, su actuaci¨®n del pasado domingo no tuvo nada de improvisada. M¨¢s que un fan¨¢tico, Joan Gaspart es un exhibicionista. Como los hombres de la gabardina, no pierde ocasi¨®n para abrirse y ense?ar su impotencia. Y calcula siempre los momentos m¨¢s adecuados. La penosa escapada del palco en el momento de los incidentes era, como siempre, un intento de atraer las c¨¢maras hacia su persona. Como todo exhibicionista, no se da cuenta de que lo que ense?a es rid¨ªculo. Joan Gaspart se ha cogido a Figo como su ¨²ltima carta. Aun a costa de convertir a un simple jugador de f¨²tbol -un profesional que va a donde m¨¢s le pagan y m¨¢s le jalean- en enemigo n¨²mero uno de un club tan importante como el Bar?a. Sin ning¨²n desprecio para Figo, la desproporci¨®n es enorme: nunca Figo pod¨ªa pensar en aspirar a tanto, ni el Bar?a a tan poco. Pero es la estrategia de supervivencia de Gaspart, que la ha ido trabajando minuciosamente desde que el portugu¨¦s se le fue con otra. Para construir este chivo expiatorio de sus disparates, cont¨® inicialmente con un demasiado amplio apoyo en los medios de comunicaci¨®n que orquestaron la acogida a Figo en su primera presencia en el Camp Nou. Han pasado dos a?os, el coro se ha reducido. Pero Gaspart llevaba varias semanas preparando el acontecimiento, con declaraciones, incitaciones e iniciativas sugeridas al entorno. O Figo o nada, es el dilema de Gaspart. Florentino P¨¦rez le hizo un regalo envenenado llev¨¢ndole a Figo al Camp Nou por segunda vez. Joan Gaspart pod¨ªa seguir alimentando el odio cohesionador. (Dicho sea entre par¨¦ntesis, es curioso que el cultivo del odio a Figo se ha impuesto por encima del odio al Madrid, que ha pasado a ocupar un papel secundario). Al aprendiz de brujo Juan Gaspart esta vez se le ha ido la mano y si los aficionados azulgrana reaccionan -no se dejan obnubilar por las bajas pasiones, que casi nunca son buenas consejeras- Gaspart pagar¨¢ caro este episodio.
Por lo dem¨¢s, se impone abrir de verdad el debate sobre la violencia y el f¨²tbol. Porque de lo contrario seguiremos igual hasta el d¨ªa en que haya unos cuantos muertos. Entonces, todos se rasgar¨¢n las vestiduras, incluso los que ahora hacen coro con Gaspart. ?Cu¨¢ntas muertes hicieron falta en Heysel para que se afrontara el problema de los hooligans?
Dice Bernard Lewis que Inglaterra no invent¨® el parlamentarismo y el f¨²tbol por casualidad. Ambos han resultado ser eficaces sistemas de desplazamiento y sublimaci¨®n de la violencia social. En el Parlamento, la confrontaci¨®n violenta es reemplazada por la confrontaci¨®n verbal. En el f¨²tbol, por las patadas al bal¨®n ante una grada en la que se?ores muy formales se han concedido una tregua de dos horas para el comportamiento energum¨¦nico. Las patadas a la pierna son en el f¨²tbol lo que los insultos en el Parlamento, pero mientras el ¨¢rbitro controla m¨¢s o menos la situaci¨®n y el barullo no llega a la grada, todo queda dentro de un orden. El problema es que ¨²ltimamente la grada es casi tan motivo de atenci¨®n como el c¨¦sped. Algunos dicen que la televisi¨®n ha tenido que ver con ello, porque hay mucha gente que ve la posibilidad de conseguir su minuto de gloria. El problema de un espect¨¢culo concebido como vomitorio de la violencia social es que es eficaz mientras realmente la controla y sublima, pero se convierte en un peligro cuando la violencia hace masa cr¨ªtica y el mecanismo de apaciguamiento -por la v¨ªa de la expulsi¨®n de sapos y demonios- se convierte en mecanismo catalizador. Cuando esto ocurre, llegan los muertos. Hay suficientes se?ales inquietantes como para que sea razonable anticiparse a la desgracia. Y ah¨ª los medios de comunicaci¨®n -y en especial la prensa deportiva, que es la que da carne a la fiera- tienen mucha responsabilidad en el lenguaje y en la tergiversaci¨®n de los hechos. Es irresponsable apuntarse a la consigna de Gaspart: "Figo, el ¨²nico culpable", del mismo modo que -en el otro lado- es irresponsable confundir el Camp Nou con el Bronx.
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