El ataque de los cibercarteristas
Delincuentes inform¨¢ticos de Nueva York desvalijan a 30.000 personas
Durante tres a?os fue el mejor carterista inform¨¢tico. Philip Cummings, ex empleado de una compa?¨ªa de informaci¨®n financiera de Long Island (en las afueras de Nueva York), despoj¨® a 30.000 personas de sus identidades financieras, historias crediticias, tarjetas y cuentas bancarias, un robo en masa que le habr¨ªa reportado unos 2,7 millones de d¨®lares. El fraude, en el que est¨¢n implicados, adem¨¢s de Cummings, varios c¨®mplices y bandas de delincuentes de Brooklyn y el Bronx, es el mayor delito de este tipo que se descubre en Estados Unidos.
"Desde sus teclados, estos hombres metieron mano en los bolsillos de decenas de miles de estadounidenses y, de paso, robaron su identidad, les quitaron el dinero y violaron su seguridad", dijo el fiscal general de Manhattan, James Comey, al anunciar la desarticulaci¨®n de la banda. Describi¨® el crimen como "la peor pesadilla financiera" de cualquier persona.
Una de las v¨ªctimas tiene que afrontar un cr¨¦dito de 34.000 d¨®lares tras ser manipulados sus datos
La t¨¦cnica era relativamente sencilla. Cummings, de 33 a?os, trabaj¨® durante 10 meses en Teledata Communications, una empresa que facilita programas inform¨¢ticos a las tres principales agencias de calificaci¨®n de cr¨¦dito de EE UU, Equifax, Experian y TranSunion, que no est¨¢n implicadas en el fraude. Cuando dej¨® su trabajo a principios de 2000 no se fue con las manos vac¨ªas. Se llev¨® las claves de acceso de varias bases de datos de bancos e instituciones financieras.
Desde su ordenador port¨¢til, en su casa, empez¨® a vender, a 60 d¨®lares la pieza, las identidades de los clientes. En algunos casos, sus c¨®mplices, una veintena en total, ya conoc¨ªan la identidad de la v¨ªctima o su direcci¨®n, y s¨®lo necesitaban su n¨²mero de tarjeta de cr¨¦dito o de cuenta bancaria para completar el fraude.
Cummings, que podr¨ªa ser condenado a 30 a?os de c¨¢rcel y a una multa millonaria, fue puesto en libertad el pasado lunes por un juzgado de Nueva York bajo fianza de 500.000 euros. Otros dos acusados, Linus Baptiste y Hakim Mohamed, detenidos el pasado octubre, permanecen en prisi¨®n.
Poco se sabe sobre las v¨ªctimas. "Muchas personas han quedado arruinadas", explic¨® el fiscal. Se piensa incluso que el n¨²mero de afectados podr¨ªa ser mayor a medida que lleguen m¨¢s denuncias desde los 50 Estados. "A veces es dif¨ªcil evaluar el alcance de estos fraudes porque las v¨ªctimas tardan tiempo en descubrirlos, e incluso a veces no los denuncian", indic¨® otros de los responsables de la investigaci¨®n. Las autoridades s¨®lo dieron el caso de una mujer cuyo nombre hab¨ªa sido manipulado para pedir un cr¨¦dito de 34.000 d¨®lares del que ahora es responsable.
"Tuvieron acceso a toda la informaci¨®n de la misma forma que una banda de ladrones consigue la combinaci¨®n de la caja fuerte", coment¨® Kevin Donovan, el jefe del FBI en Nueva York, "pero en este caso las repercusiones son mucho m¨¢s graves y, adem¨¢s, ni siquiera necesitaron un coche para huir".
En Estados Unidos no existe documento nacional de identidad. Una de las escasas pruebas de identificaci¨®n es el n¨²mero de Seguridad Social, que, como su nombre no indica, recoge la historia crediticia de su portador, su val¨ªa financiera. All¨ª est¨¢n registradas las tarjetas bancarias, los pr¨¦stamos y las cuentas corrientes. Es pr¨¢cticamente imposible realizar una operaci¨®n econ¨®mica sin ella, desde comprar un piso hasta alquilar un tel¨¦fono m¨®vil. Cualquier mancha, una factura sin pagar, una cuenta en n¨²meros rojos, puede cerrar las puertas de bancos e hipotecas. De ah¨ª la tragedia para muchas de las v¨ªctimas.
El fraude hubiera podido seguir durante m¨¢s tiempo. La oficina de cr¨¦dito de la empresa Ford, una de las bases de datos que utiliz¨® Cummings, avis¨® al FBI de una serie de desfalcos el pasado febrero. Pero no fue hasta recibir el soplo de uno de los implicados cuando las autoridades federales pudieron actuar.
La desarticulaci¨®n de la banda vuelve a plantear el tema de la seguridad inform¨¢tica. "No entiendo c¨®mo pudieron usar una vieja clave durante meses", dijo el portavoz de Experian, uno de los clientes de Teledata. "El control de su base de datos, claramente, no funciona", coment¨® a The New York Times Robert Gellman, un experto en seguridad. "El robo de identidad ya no es un trabajo artesanal, es un negocio al por mayor. Es un delito que se est¨¢ ampliando. Afecta muy directamente a todos los consumidores y las autoridades no saben todav¨ªa c¨®mo controlarlo".
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