El Hispania y el v¨¦rtigo de los a?os
Se trataba de celebrar el 50? aniversario del Hispania, de Arenys de Mar, subrayado con la aparici¨®n de un libro de Arcadi Espada -Les dues germanes (Emp¨²ries)- dedicado a este restaurante ¨²nico. La cita era a las ocho de la tarde, con presentaci¨®n, discursos y cena posterior. Sal¨ª con tiempo m¨¢s que suficiente mientras pensaba que lo de ser periodista resulta a veces una bendici¨®n, sobre todo si a uno le toca ejercer de enviado especial en la primera l¨ªnea del Hispania. Y de repente, salt¨® la sorpresa...
Atasco en la A-7. Una hora parado en la A-7. Los primeros minutos transcurrieron con una calma esperanzada, pero a medida que pasaba el tiempo sin que nos movi¨¦ramos ni un cent¨ªmetro se empez¨® a imponer el s¨ªndrome Autopista del Sur, por el famoso relato de Cort¨¢zar en el que unos automovilistas se ven atrapados d¨ªas y d¨ªas en una autopista cercana a Par¨ªs. ?Habr¨ªa que formar piquetes de supervivencia? ?Tendr¨ªa que renunciar al Hispania y dedicarme a la caza y captura de un triste bocadillo? Siempre v¨ªa Cort¨¢zar, me convenc¨ª de que lo mejor que pod¨ªa hacer era ignorar el atasco y pensar en otra cosa. Estar¨ªa bien, por ejemplo, tener un lavabo a mano para dejar caer un pelo por el desag¨¹e -Cort¨¢zar dixit- y desmontar despu¨¦s el sif¨®n para tratar de encontrar el pelo en cuesti¨®n entre la madeja de pelos atrapados cual coches en una autopista. Pero por desgracia no ten¨ªa lavabo en el coche. La cosa se pon¨ªa negra, aunque me consol¨¦ pensando que por lo menos hab¨ªa tenido la fortuna de pararme justo debajo de una farola. En el coche, por tanto, hab¨ªa luz suficiente para leer. Cog¨ª el libro de Arcadi Espada y proced¨ª. Sabia decisi¨®n, ya que pronto descubr¨ª que el libro es mucho m¨¢s que un libro sobre el Hispania. En sus p¨¢ginas est¨¢ la historia del restaurante y de la familia -con Paquita y Lolita Rexach, "las nenas del Hispania", en los papeles estelares-, y hay tambi¨¦n algunas recetas y citas muy bien seleccionadas, pero quiz¨¢ lo mejor del libro es esa sensaci¨®n de v¨¦rtigo por el paso del tiempo, esa suma de an¨¦cdotas en las que aparecen historias lejanas de ex combatientes, de camioneros, de turistas, de gente de paso... Son como pel¨ªculas condensadas en las que est¨¢ recogida la historia del Hispania, de su tiempo y de su contexto. A trav¨¦s de ellas puede verse la evoluci¨®n de este restaurante que empez¨® como un bar de carretera para camioneros y que termin¨® en la cumbre de la gastronom¨ªa. Siguen un par de ejemplos:
Son pel¨ªculas condensadas de este restaurante que empez¨® como un bar para camioneros y hoy est¨¢ en la cumbre de la gastronom¨ªa
Champa?a.- "Acabada la guerra, Frau Dunch se neg¨® a abandonar a su marido, que agonizaba en el frente ruso. Cuando muri¨®, cogi¨® a sus cuatro hijos, todav¨ªa peque?os, y emprendi¨® la marcha. Setecientos kil¨®metros la separaban de Colonia, que era su destino. El camino ten¨ªa que hacerse a pie, o confiando en trenes inciertos, o encima de animales desocupados, o en veh¨ªculos muy improbables. Primero muri¨® una ni?a, la enterr¨® en la cuneta y continu¨®. Despu¨¦s muri¨® la otra ni?a y tambi¨¦n la enterr¨® por el camino. Estas operaciones ten¨ªan que hacerse muy de prisa, porque si no caminaban se congelaban. Al final, Frau Dunch y los dos hijos que le quedaban pudieron subir a un tren de carga. Al cabo de un rato el tren par¨®: '?Bajen, r¨¢pido, bajen, al suelo! ?Hay francotiradores!'. Bajaron aterrados. Al momento se oy¨®: '?Corten, est¨¢ bien!'. No, s¨®lo necesitaban filmar una escena de p¨¢nico para los noticiarios. Frau Dunch era una mujer madura, elegante y altiva. Le gustaba beber champa?a de noche, apoyada sobre la barra del Hispania". (Arcadi Espada)
Eructar.- "Desde que hay vacaciones pagadas Espa?a tiene agarrada a Europa por el est¨®mago y no la soltar¨¢ ni ¨¦sta querr¨¢ librarse. ?nico pa¨ªs (tal vez con B¨¦lgica) donde todav¨ªa de nuevo se come como hace m¨¢s de medio siglo platos hechos de verdad, no para paladearse sino para eructar". (Max Aub).
Cumplea?os feliz.- Resuelto por fin el atasco, llegu¨¦ al Hispania con los discursos terminados. Hab¨ªan hablado, seg¨²n me contaron, Narc¨ªs Comadira, que con su elegancia habitual herman¨® el Hispania con la poes¨ªa; Raimon, que elogi¨® el libro de Espada y descubri¨® que las entradas por orden alfab¨¦tico no son m¨¢s que un truco de autor; Arcadi Espada, que dijo que en este pa¨ªs "ens vam preocupar molt de salvar els mots, per¨° gr¨¤cies a l'Hispania vam salvar el menjar", y Paquita Rexach, que tuvo un recuerdo emocionado para los que ya no est¨¢n y agradeci¨® a todo el mundo su apoyo y su asistencia.
Fest¨ªn.- Y luego... el fest¨ªn. En cuesti¨®n de minutos, la Autopista del Sur se hab¨ªa trastocado en El fest¨ªn de Babette, con un festival que inclu¨ªa algunos de los platos que han hecho famoso al Hispania: la langosta con patatas, las gambas de Arenys, el caldo de bullabesa, els bolets guisats amb butifarra esparracada, los canelones... De vez en cuando, Paquita Rexach soltaba una sentencia experta. Por ejemplo: "Els canelons han de cremar". Recordaba tambi¨¦n que el lunes pasado hab¨ªan matado un cerdo para poder celebrar la fiesta. El pobre cerdo debi¨® de ser el ¨²nico que no se alegr¨® por los 50 a?os del Hispania.
Raimon.- En plena cena, Paquita Rexach hizo que sus palabras cruzaran la mesa para confesarle a Raimon que hab¨ªa sido una gran admiradora suya. Hace a?os fue a verle con su marido al Palau de la M¨²sica y, entrada en ¨¦xtasis, se meti¨® de lleno en el sector reivindicativo mientras su marido intentaba frenarla al grito de "?que puedes ir a la c¨¢rcel!". Y ella: "No me importa si voy con Raimon". D¨ªas m¨¢s tarde, se lo encontr¨® en un restaurante de Barcelona y le dijo que ella tambi¨¦n ten¨ªa un restaurante y que le invitaba a comer all¨ª. Raimon, divertido y sarc¨¢stico, confes¨® no recordarlo. Peor para ¨¦l, ya que su descubrimiento del Hispania se demor¨® unos a?os. Al final del acto, despu¨¦s de soplar las velas del pastel, un grupo de habaneras cerr¨® la velada mientras Raimon hacia los bajos con un preciso y r¨ªtmico "?uou, uou!". Y de propina se arranc¨® con un Al vent en compa?¨ªa del grupo de habaneras. Fue un excelente regalo de aniversario para Paquita Rexach. Muchos a?os despu¨¦s de aquel vibrante Palau de la M¨²sica, pudo escuchar a su admirado Raimon en su propio restaurante y sin riesgo de ir a la c¨¢rcel. Los tiempos, decididamente, han cambiado mucho desde aquel 1952 en que el Garaje Hispania empez¨® a servir comidas a los camioneros de paso.
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